Vigo no se ha repuesto de lo que supuso perder su caja de ahorros

Una de las primitivas sedes de la Caja de Ahorros Municipal de Vigo.
Una de las primitivas sedes de la Caja de Ahorros Municipal de Vigo.

En Vigo permanece el amargo recuerdo de la nunca digerida pérdida de la que fuera su Caja de Ahorros Municipal y Monte de Piedad.

Vigo no se ha repuesto de lo que supuso perder su caja de ahorros

Si bien Juan Carlos Escotet es el dueño de Banesco y de Abanca pero el banco gallego no cuelga del venezolano, la situación causa en Vigo el amargo recuerdo de la nunca digerida pérdida de la que fuera su Caja de Ahorros Municipal y Monte de Piedad, más tarde engullidora de las otras dos cajas del sur de Galicia –Caixanova–y finalmente maridada para un tráfico final con la de A Coruña (Caixa Galicia) y reconvertida en Novacaixagalicia y, por último, NCG Banco.

Con independencia de las causas que condujeron a la desaparición de Caixanova, no parece que la ciudad haya digerido todavía, sin calibrarlo inicialmente porque la Xunta de Galicia dijo que no pasaba nada, lo que esto significaba para Vigo este hecho, dada la historia y vinculación de la que fuera Caja de Ahorros y Monte de Piedad de Vigo y su decisiva influencia en la propia transformación de la ciudad y en la vida de sus vecinos.

El lamentable periodo final de su existencia (“Preferentes” incluidas) no nos puede hacer perder la perspectiva de lo que fue esta Caja. La labor cultural y divulgativa desarrollada por su Obra Social, su respaldo a la creación primero del Colegio Universitario y luego de la Universidad; la Escuela de Negocios, la Escuela Hogar, las primeras guarderías, la primeras viviendas sociales (promovidas a partir de 1924); la gran escuela de democracia y adelantado foro de libertades, en los últimos años del Franquismo que fue el primitivo Centro Cultural ubicado en la parte posterior de edificio principal, son aspectos de enorme valor e importancia en la historia reciente de Vigo. Y todo ello aparte de su labor como caja, en cuanto al apoyo a la industria y a las familias, la promoción del ahorro y hasta el Monte de Piedad.

Sede de la antigua Caja de Vigo.

Sede de la antigua Caja viguesa.

El espíritu emprendedor de la ciudad

En 1955, con motivo de los primeros setenta y cinco años de existencia de la entidad se publicó un interesantísimo folleto, ilustrado con valiosas fotos históricas, donde se contaba la historia de la Caja y los servicios prestados a la ciudad hasta entonces. Decía el prólogo del libro:

“El espíritu que impulsó el desarrollo la Caja de Ahorros de Vigo es el mismo que animó la vida de la ciudad y su crecimiento. La historia de nuestra Institución y la de Vigo corren entrañablemente   En 1880 era Vigo un minúsculo centro urbano. No hacía mucho que naciera como ciudad, después de haber sido tan sólo un pequeño puerto de pescadores. Quizás el hallarnos aligerados de esa carga de historia que pesa sobre todas las viejas ciudades de nuestro país y del continente, nos haya deparado este fecundo ímpetu constructivo animador del rápido desenvolvimiento de la urbe.

Para las gentes del resto de la Región, Vigo ha venido a ser algo como una América inmediata, al alcance de la mano. Y aquí se han cristalizando su esfuerzo, formando su familia. Vigo es, en efecto, la antesala de América, y sus amplios horizontes guardan las rutas de todos los mares. Su suelo está abierto para todas las gentes y aquí especialmente, arraigaron catalanes y castellanos confundiéndose con nuestros propios orígenes, sirviendo de estimulante o catalizador para las virtudes autóctonas más soterradas; este carácter amplio, abierto, dinámico, es el que ha dado su fuerza y su color a la ciudad, y es el que -ya se ha dicho-ha movido el desenvolvimiento de nuestra Caja.  Espíritu que se identifica con el del Ahorro benéfico; en contraste con el irracional y estéril atesorar del avaricioso, socialmente destructor y negativo, tenemos aquel esfuerzo fructífero de la disciplina y previsión del trabajo, que acopia para acrecer y multiplicar pródigamente en el futuro”.

Así nació la Caja

Seguimos el relato de cómo surgió la Caja que, hasta tiempos bien recientes, estaba respaldada y garantizada por el propio patrimonio municipal, siendo el alcalde, presidente del Consejo de Administración:

“En el año 1880 era Alcalde de la ciudad el Excmo. Sr. D. Manuel Bárcena y Franco, primer Conde de Torre-Cedeira, prócer honrado y cabal, poseedor además de una vasta ilustración con la que vivía incorporado a las avanzadas de la civilización de su siglo. De su perenne contacto con ésta, nació en su mente y en su corazón la idea y el deseo de ofrendar a Vigo algo que patentizaba su comunión con el progreso de su tiempo.

Nacida la idea,  formose  el propósito firme de realizarla y a tal fin, en 15 de enero del citado año, hallándose en la Presidencia de la sesión que el Ayuntamiento celebraba aquel día el Excmo. Sr. Alcalde expuso que, con objeto de proporcionar a las clases poco acomodadas medios de adquirir hábitos de economía y recursos con que atender a sus urgencias y necesidades, se proponía estudiar la necesidad de establecer en esta población una Caja de Ahorros, siempre que la acogiese bajo su patronato y garantía el Excmo. Ayuntamiento, cuyo Depositario podría dirigirla en un principio”.

Desenvolvimiento económico inicial

De cómo se desenvolvió económicamente la Caja de Ahorros en sus primeros tiempos, puede dar idea el dictamen que con fecha 15 de Junio emitió la Comisión de Hacienda, “la cual, tuvo la satisfacción de consignar en el presupuesto que ha de regir en 1880 a 1881, mil quinientas pesetas como haber del tenedor de libros que hará las veces de Secretario y mil pesetas más para los gastos de instalación e intereses de las primeras imposiciones, cuyas cantidades ya obtuvieron la aprobación del Excelentísimo Ayuntamiento, de la Junta de Asociados y del Iltmo. Sr. Gobernador civil de la Provincia, las cuales si aparecen insignificantes es por creer que por el momento serán de poca importancia las imposiciones”

Las primeras imposiciones eran tan discretas que el tenedor de libros, dadas las escasas operaciones, solo trabajaba dos días a la semana. Asumió esa función, sin sueldo, el depositario de la corporación, quien la desempeñará gratis mientras las utilidades de la Caja no den para recompensar sus servicios de Tesorero y ya que por las mismas causas hará las veces de portero uno de los actualmente empleados al servicio de la Corporación”.  

El Monte de Piedad

Con El Monte de Piedad se trataba de conseguir la desaparición los vituperables negocios de las entonces numerosas casas de empeño, donde se practicaba la usura. Estas casas funcionaban sin pagar contribución, hurtando así sus operaciones a la acción fiscalizadora que ordena el Reglamento de 12 de junio de 1909. Conminadas por las Autoridades gubernativas a legalizarse ser intervenidas por el personal de la Caja, se produjo el elocuente fenómeno de que todas ellas optaron por la entrega al Monte de Piedad de los lotes pendientes de desempeño.

En la Memoria del año 1924 se indicaba que la suma de intereses percibidas por el Monte en dicho ejercido había sido de 11.454,22 ptas., y que de haberse efectuado tales operaciones en las casas de empeño, la cifra de intereses abonados por los deudores habría alcanzado a la de 114.522,20, lo que representaba la liberación de 103.087,98 pesetas de las garras de la usura, gracias al Monte de Piedad.  Los continuos donativos recibidos por la Institución, para el desempeño gratuito de ropas y enseres, estimulados por los llamamientos públicos, hechos por la propia Caja, generosamente atendidos por personas y entidades particulares, fueron otros aspectos positivos de aquella institución en aquel tiempo.

Todo esto es una parte esencial de la propia historia social de Vigo. Nadie podría imaginar entonces, por parte de aquellos generosos próceres y vecindario el amargo final de la historia de una institución, garantizada por el propio patrimonio municipal. @mundiario

Comentarios