Los universales o las ideas generales, necesarias en la comunicación y el aprendizaje

Mente. / John Hain de Pixabay
Mente. / John Hain. / Pixabay

La comprensión de las discusiones conceptuales a través de argumentos es uno de los mejores modos de aprender a pensar de la forma más rigurosa.

Los universales o las ideas generales, necesarias en la comunicación y el aprendizaje
Aristóteles afirmó que los universales o ideas generales representan en la mente los hechos particulares de la realidad. Además, clasificó los universales en cinco grupos: el género, la especie, la diferencia, lo propio y el accidente.

La disputa o la polémica de los universales fue uno de los temas de discusión entre los pensadores escolásticos del siglo XII. Y siguió siendo una cuestión  objeto de especulaciones y argumentaciones en el campo de la filosofía y la teología. Boecio varios siglos antes  en su comentario a la Isagoge de Porfirio ya se plantea la cuestión de si los géneros y las especies son entidades subsistentes o si son solo conceptos. Evidentemente, es el problema de la relación del pensamiento con la realidad.

Se puede preguntar cómo se forman nuestros conceptos universales y esta es la forma psicológica de abordar el problema. Desde una perspectiva ontológica, en cambio,  podemos pensar si existe algo que se corresponda, en la realidad extramental, con los conceptos universales que se forman en la inteligencia humana.

Desde la tradición lógica platónica idealista el universal es el concepto de la mente y también la esencia misma o la sustancia de las cosas o de la realidad. En cambio, desde el nominalismo que sigue la línea de pensamiento en este aspecto del estoicismo está claro que el universal es un signo de las mismas cosas  y que está en lugar de ellas.

Roscelino defendió una filosofía nominalista en su forma extrema. Es uno de los fundadores del nominalismo y afirmaba que los conceptos generales o universales son simples estremecimientos del aire. Puesto que únicamente existen de forma real las cosas y seres perceptibles por los sentidos.

Pero también otro pensador Guillermo de Champeaux que vivió desde el año 1070 hasta el 1121 sostuvo una posición realista que afirmaba la realidad sustancial de los universales y que está enteramente en todos los individuos. Un discípulo suyo Pedro Abelardo logró con argumentos muy potentes hacerle cambiar su planteamiento o tesis. Escribe  Abelardo: «El corrigió  su opinión diciendo que la realidad universal se encuentra en los individuos no esencialmente, sino individualmente».

Esta polémica de los universales también está presente en la teología y filosofía de Guillermo de Ockham que reafirma un nominalismo que considera indiscutible, ya que todo son cosas singulares o individuales y la experiencia y la observación es la base del conocimiento. De todos modos, también escribe tratados lógicos.

Actualmente, estas cuestiones son objeto de estudio e investigación en teoría del conocimiento o en filosofía de la mente  y del lenguaje. Forman parte de la tradición  metafísica o filosófica. Además,  también en la filosofía de la psicología se pueden plantear investigaciones sobre los conceptos generales y los procedimientos de abstracción en la creación de ideas o en los procesos de comprensión. También la psicología cognitiva investiga sobre la formación de conceptos de un modo cada vez más amplio y profundo.

La neurociencia investiga sobre estas cuestiones epistemológicas o gnoseológicas. Si pensamos en la neuroética y la neuropolítica también es preciso analizar y repensar lo que son los conceptos generales, si queremos entender realmente el mundo digital en el que vivimos.

Lo real y lo irreal parece que pueden considerarse como lo empírico o propio de la experiencia sensorial y lo abstracto o propio de las ideas o conceptos universales. Pero no es exactamente así, ya que lo irreal ya forma parte de la realidad de una manera nunca antes vista y sentida.

Se podría hacer una correspondencia entre lo virtual y lo irreal  y lo material o real, pero no es válida, puesto que lo irreal también puede ser vivido como un modo de experiencia.

Los universales o las ideas generales siguen siendo necesarias en la comunicación y en cualquier tipo de aprendizaje. Esto es evidente, sin necesidad de grandes explicaciones y argumentaciones. El lenguaje hace posible que pensemos que es lo que demuestra la racionalidad de la especie humana.  Entender todos los matices de los términos y de los conceptos es una de las claves fundamentales de cualquier proceso de enseñanza. Y también la comprensión de las discusiones conceptuales a través de argumentos es uno de los mejores modos de aprender a pensar de la forma más rigurosa.

En este sentido, la escolástica medieval es un ejemplo perfecto de análisis minucioso y preciso de múltiples aspectos de la realidad y del  conocimiento. La precisión y la rigurosidad son también la clave del conocimiento científico junto con la capacidad de observación y experimentación para alcanzar la verdad.

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