Un abuelo que sabe de abuelos

Portada del libro Algunos abuelos de la democracia, de Alfonso García López. / Mundiario
Portada del libro Algunos abuelos de la democracia, de Alfonso García López. / Mundiario

El colaborador de MUNDIARIO Alfonso García López publica Algunos abuelos de la democracia, libro en el que analiza las figuras de los abuelos Rodríguez Lozano (de Zapatero), Rajoy Leloup (de Rajoy), Iglesias Ramírez (de Iglesias), Pérez-Castejón Díez (de Sánchez) y Rivera Ortega (de Rivera). Prólogo.

Un abuelo que sabe de abuelos

El abuelo y la abuela –los abuelos– suelen estar asociados a las mejores risas, las historias maravillosas, los buenos cuidados y el amor más entrañable. El tiempo suele jugar a su favor para la mitificación, pero no por ello deja de ser cierto que entre sus arrugas anida justo lo que tantas veces necesitamos, al convertirse en un buen paisaje para meterse dentro. Por eso los abuelos, en general, tienen tan buena prensa.

Un escenario tan emotivo como el de los abuelos en un país como España, a menudo forjado entre sus propias guerras y las batallas de los abuelos, dio pie a que los mayores prolongasen su protagonismo mucho más allá de sus propias vidas, por largas que éstas fuesen. Sin pretenderlo, los abuelos se incorporaron a un imaginario colectivo donde unas veces prevaleció la verdad; otras, la emoción, e incluso hubo margen para la distorsión.

Hubiera sido sorprendente que la política –atenta a todo lo que se mueve– no reparase en los abuelos, a veces para rendirles homenaje, pero también para practicar artes menos nobles. Y no solo eso: algunos políticos vieron en sus abuelos a unos buenos compañeros de viaje, del mismo modo que sus adversarios no tuvieron empacho al utilizarlos como armas arrojadizas.

Este estado de cosas explica que los abuelos sigan danzando en la política española, y no siempre para bien. En parte, por la falta de rigor, rasgo por lo demás característico de muchas actividades partidarias; máxime cuando se trata de mítines o declaraciones preconcebidas para provocar o conseguir un puñado de votos en la recta final de una campaña.

Se han dicho cosas de algunos abuelos de políticos conocidos que son verdad y otras, mentira. Por desgracia, es lo habitual en la manera de hacer política en España, y los abuelos no iban a ser una excepción. Incluso la frivolidad se abrió paso sin que casi nadie reparase en poner límites y aplicar un mínimo de respeto. La banalización de la política –y de su lenguaje– tiene daños colaterales evidentes.

Alfonso García es notario y es abuelo. Fue un notario de buena posición –jubilado en 2012– y es un abuelo feliz. También es un gran observador político, sorprendido por la falta de rigor. Digamos que es de las personas que se toman las cosas en serio;  más incluso que los supuestos interesados en hacer lo propio. Algo de esto le pasa en este libro titulado Algunos abuelos de la democracia, donde maneja el bisturí donde otros hundieron la navaja.

Tiene ya cierta experiencia como columnista, tanto en MUNDIARIO como en El Correo Gallego, entre otros medios, y es autor de diez monografías sobre temas diversos, entre las que destaca “Entre el odio y la venganza. El Comité Internacional de Cruz Roja en la guerra civil española”, fruto de una minuciosa investigación histórica. Ahora detiene su mirada en los abuelos Rodríguez Lozano (de Rodríguez Zapatero), Rajoy Leloup (de Rajoy Brey), Iglesias Ramírez (de Iglesias Turrión), Pérez-Castejón Díez (de Sánchez Pérez-Castejón) y Rivera Ortega (de Rivera Díaz).

Partió de que los abuelos desempeñan en la sociedad un papel poco reconocido, no solo afectivamente, sino también como transmisores de costumbres e historia y como mediadores en los conflictos familiares –así reivindica este autor el papel de los abuelos–, pero más allá de ese principio general se aplicó a fondo para entrar en los detalles de algunos antecesores de políticos de hoy.

Como constata el autor, no han sido pocos los políticos actuales que han sacado a relucir las trayectorias de sus antecesores, sobre todo en cuanto a “sufrimiento e injusticias”, para justificar algunas de sus actitudes o para defenderse de ciertas acusaciones.

Para Alfonso García, ante la verdad, buscada honradamente, con rigor y rectitud, no hay ni amigos ni enemigos, ni afines ni adversarios: solo la verdad. Se inspira en Antonio Machado, que lo dijo de esta forma, tan clara como sencilla: “¿Tu verdad? No, la verdad, / y  ven conmigo a buscarla. / La tuya, guárdatela.”

En su libro el lector encontrará casos analizados a fondo y descubrirá que Alfonso García no hace aflorar la verdad en función de su posición ideológica, que la tiene, sino de las pruebas que obran en su poder. Probablemente su análisis no se detenga en los abuelos de Zapatero, Rajoy, Iglesias, Sánchez y Rivera. Tal vez su serial solo acaba de empezar. Por algo es un abuelo que sabe de abuelos… @mundiario

Portada de Algunos abuelos de la democracia, de Alfonso García López. / Mundiario

Portada de Algunos abuelos de la democracia, de Alfonso García López. / Mundiario

Serie de Alfonso García en MUNDIARIO

Redacción.- Como indica la ficha de su libro en Amazon, Alfonso García afronta su nuevo libro Algunos abuelos de la democracia con el decidido propósito de buscar la verdad en relación con las biografías de algunos ascendientes de políticos de hoy. A cada uno de ellos –Rodríguez Lozano (de Rodríguez Zapatero), Rajoy Leloup (de Rajoy Brey), Iglesias Ramírez (de Iglesias Turrión), Pérez-Castejón Díez (de Sánchez Pérez-Castejón) y Rivera Ortega (de Rivera Díaz). – dedicará un capítulo en MUNDIARIO a partir de este martes 19 de febrero, y hasta el domingo 24 de febrero.

Se trata de que aflore la verdad, entendida, como él mismo explica, en el doble sentido de: la veritas romana, sinceridad, lo que se dice coincide con la realidad, y la aletheia griega, es decir, lo que estando oculto se hace evidente, se manifiesta. En unos casos, para deshacer las falsedades engendradas sobre algunos de los biografiados; en otros, para desmitificar las ideas vertidas por algunos de los descendientes, desvelar determinados hechos pasados por alto o poner en claro lo que han tergiversado; en otros, finalmente, para dar a conocer la personalidad de algún abuelo, digna de ser conocida, sobre la que sus descendientes han pasado de puntillas. De ahí que las fuentes utilizadas hayan sido, casi exclusivamente, archivísticas, y la escasa bibliografía manejada haya tenido como finalidad enmarcar determinados acontecimientos o actitudes. @mundiario

Comentarios