La UE aislará las zonas con más de 500 casos de covid-19 por 100.000 habitantes

Pasajeros en un aeropuerto entrando a Madrid, España, bajo supervisión de la Guardia Civil. / El País
Pasajeros en un aeropuerto entrando a Madrid, España, bajo supervisión de la Guardia Civil. / El País
La Unión Europea volverá a un estado de parálisis parcial con el objetivo de frenar los contagios de covid-19 tras recuperar un relativo orden en el funcionamiento de su economía.
La UE aislará las zonas con más de 500 casos de covid-19 por 100.000 habitantes

Vuelve el falso dilema. Reabrir la economía, los viajes, el turismo y el funcionamiento pleno de la sociedad en medio de una pandemia tiene un costo altísimo. El bloque de las potencias más desarrolladas de Occidente ha decidido, por lo visto, correr el riesgo y asumir ese costo por la orientación de los discursos de su alta cúpula política. Pero, ¿a costa de qué? Bruselas sabe que sus decisiones de flexibilizar el funcionamiento de la vida económica acentuaron la crisis sanitaria, y ahora, busca revertir ese efecto en cadena con nuevas restricciones que permitan controlar el virus sin dañar la economía o hundirla a niveles como los del inicio de la pandemia, que llevaron al Banco Central Europeo a lanzar un salvavidas de 700.000 millones de euros para evitar una recesión mucho más catastrófica en los países de la eurozona y toda la Unión Europea. 

Y es que la Comisión Europea ha propuesto este lunes un conjunto de medidas que podrían volver a aislar a cientos de poblaciones y flujos de movilidad en la libre circulación dentro del viejo continente, pues ahora se van a endurecer las recomendaciones sobre restricciones al movimiento, es decir, limitar los viajes y los vuelos para aislar de manera contundente a las zonas del Espacio Schengen (los países de la UE sin control fronterizo entre ellos) que acumulen más de 500 casos de covid-19 por cada 100.000 habitantes en 14 días. 

Por lo tanto, tras las últimas dos semanas, con el acumulado de contagios derivado de la movilidad social por el auge del consumo en la temporada comercial de diciembre, aunado a las fiestas navideñas y de Año Nuevo, se aplica este mecanismo de contención con el objetivo de evitar que se genere una tercera o incluso una cuarta ola más agresiva de covid-19 que pueda afectar la logística de distribución y aplicación de las vacunas en países como Alemania, Francia, España, Italia y Países Bajos. 

La Comisión Europea expresó en un comunicado que espera que “los Estados miembros aprueben en cuestión de horas o días, lo que supondría la prohibición de viajar, salvo causa excepcional, para los residentes en las zonas afectadas”. Y una vez más, el control de una crisis sanitaria sigue pasando por los filtros de la burocracia y de la política en las grandes potencias del mundo, cuyos Gobiernos tienen intereses evidentes en la liberación de las economías sin ningún tipo de supresión social para evitar descontentos que desestabilicen políticamente a sus administraciones. El problema es que esta crisis es de carácter humanitario y la ética por la supervivencia va mucho más allá de los lentos trámites que los poderes ejecutivos deberán iniciar y consultar con los Parlamentos de cada país para que las restricciones a la movilidad sean ahora la constante en Europa, al menos durante febrero. 


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En el caso de España, numerosas provincias, incluidas Madrid y Barcelona, superan el umbral de casos fijado por la Comisión. Entonces, el país ibérico es uno de los principales objetivos epidemiológicos donde el control correcto de los contagios podría ayudar a frenar la expansión de la pandemia en toda Europa. 

“La situación en Europa, con las nuevas variantes, nos lleva a tomar decisiones difíciles pero necesarias”, ha señalado hoy la presidenta de la Comisión, Ursula von der Leyen, tras aprobar el proyecto con las nuevas medidas restrictivas. Y aunque el Reino Unido ya no forme parte de la UE, sigue siendo de Europa y la evolución de la pandemia por la variante de covid-19 surgida en las islas británicas afectará directamente a la eurozona, entrando directamente por Francia, dado que los puentes comerciales permanecen vigentes entre ambos territorios a través del Canal de la Mancha.

Para la Unión Europea, controlar la pandemia pasa por restringir la llegada de ciudadanos del Reino Unido. A pesar de que una eventual medida de ese tipo podría obstruir el paso de las negociaciones por un acuerdo comercial post-Brexit, es una decisión necesaria para evitar que el crecimiento de la población enferma vuelva a dañar gravemente a las sociedades, las familias y las economías de los demás países europeos. 

Ahora, esta recomendación de Bruselas devolverá al continente a una situación de semiparálisis similar a la registrada en primavera, durante la primera ola de la pandemia, y tras su estallido en marzo de 2020. Por lo tanto, los Gobiernos y las poblaciones deberán prepararse para un posible nuevo período de inestabilidad en el mercado laboral y en el consumo, lo cual ameritará una nueva fase de ayudas económicas por parte de las administraciones y los bancos centrales en aras de garantizar un mínimo estándar de tranquilidad civil en el sistema de vida europeo, pues la pandemia aún está lejos de acabar. @mundiario

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