¿Qué implica que EE UU esté cerca de aprobar una vacuna contra la Covid-19?

US President Donald Trump, with Director, National Institutes of Health Dr. Francis Collins (L) and Response coordinator for White House Coronavirus Task Force Deborah Birx, takes questions from the press after speaking on vaccine development on May 15, 2020, in the Rose Garden of the White House in Washington, DC. (Photo by MANDEL NGAN / AFP) (Photo by MANDEL NGAN/AFP via Getty Images)
El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, en el patio de la Casa Blanca junto al director del Insituto de Salud estadounidense, Francis Collins (izq.) / Telemundo.
La potencia norteamericana prevé crear un nuevo orden mundial a partir de los nuevos mercados y relaciones internacionales que la carrera científica contra la pandemia empieza a configurar.
¿Qué implica que EE UU esté cerca de aprobar una vacuna contra la Covid-19?

El pulso entre las dos potencias que controlan ambos hemisferios del planeta con sus mecanismos de expansión económica, militar, tecnológica y geopolítica se ha atizado con el nuevo campo de disputa que tiene a Estados Unidos y Rusia enfrentados en una Guerra Fría posmoderna, ahora por el dominio de la nueva ‘diplomacia sanitaria’ que derivará en una nueva era post-pandemia en un mundo con más nacionalismos y proteccionismos, en el cual tanto el gigante capitalista (EE UU) como el gigante comunista (Rusia) prevén incursionar sin tregua.

Y es que luego de que este pasado martes, 11 de agosto, el presidente de Rusia, Vladimir Putin, anunciara que su país registró oficialmente la primera vacuna contra el coronavirus en el mundo, el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, reaccionó hoy con la afirmación de que la potencia norteamericana también está “muy cerca” de aprobar una vacuna, aunque se trate de otro elemento retórico del discurso del jefe de la Casa Blanca para enviarle un claro mensaje a Moscú: no van a dominar la distribución de la vacuna y el control de la pandemia en el hemisferio de EE UU.


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Ese hipotético mensaje implícito resume la estrategia de Washington, que consiste en asumir el control y la expansión de la recuperación económica, así como de los financiamientos de EE UU a varios países de América Latina para desacelerar sus recesiones, con el objetivo de ganar más terreno que el que Rusia ha construido en la región mediante su influencia diplomática, energética y comercial. La Casa Blanca ya inició su estrategia comunicacional para comenzar a mover los mercados al afirmar Trump que podría tenerse la vacuna para noviembre o diciembre, es decir, en tres o cuatro meses.

Trump quiere frenar el avance de Rusia en su ‘patio trasero’ a través de las gestiones y negociaciones que su Gobierno realiza con las compañías farmacéuticas estadounidenses rumbo a la patente, compra y comercialización definitiva del antiviral contra la Covid-19. 

El mandatario aseguró que ya ha firmado acuerdos con las compañías Moderna y Johnson & Johnson para comprar 100 millones de dosis, lo que alcanzaría para inmunizar inicialmente al 35% de la población estadounidense. 

Y a pesar de que EE UU sigue siendo el epicentro mundial de la pandemia de coronavirus, Trump se atrevió a afirmar con una certeza increíble que el país ha reducido en un 50% la tasa de mortalidad por Covid-19. Sin embargo, la nación norteamericana ya concentra la mayor cantidad de muertes (165.000) por el virus en todo el planeta con más de 5 millones de personas contagiadas, que equivale a una cuarta parte del total de casos a nivel mundial. De los 196 países que existen, solo EE UU tiene el 25% de los contagios.

Esto implica que EE UU tendría que agilizar su proceso de inmunización interno para que pueda tener una participación importante en un eventual programa internacional de vacunación que Washington decida ejecutar de forma unilateral en paralelo a las recomendaciones y gestiones sanitarias de la OMS, que podría apegarse a las vacunas de Oxford y de Rusia debido a la reciente ruptura entre Washington y el organismo de salud de la ONU, que dejará de recibir apoyo financiero de la Administración Trump. 

Además, una vez que EE UU llegue a tener el antídoto, no solo lo convertiría en un arma geopolítica para condicionar la logística sanitaria y epidemiológica de cada país urgido de controlar la pandemia a fin de evitar colapsos sociales y económicos, sino que también podría configurar un nuevo orden diplomático en América para tener una mayor expansión comercial, científica y tecnológica que Rusia en la región que actualmente es el principal foco de Covid-19 en el mundo, y que además, está bajo la lupa de China rumbo a la nueva era post-pandemia, pues Pekín le otorgó un crédito de 1.000 millones de dólares para comprar la vacuna, que Moscú prevé distribuir con mayor rapidez y volumen que la de EE UU. @mundiario

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