¿Qué tan probable es un fraude en las elecciones presidenciales de EE UU?

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Electores emitiendo sus votos en Cleveland, Ohio (EE UU) / El País.
¿Es posible que los resultados de la elección del 3 de noviembre sean amañados como lo ha querido hacer ver Donald Trump en sus mensajes de campaña? ¿Hay algún mecanismo que lo impida? 
¿Qué tan probable es un fraude en las elecciones presidenciales de EE UU?

En una nación donde existe el Estado de derecho, la separación de poderes, la institucionalidad, la cultura política para la mejora constante del sistema, y siendo la democracia más poderosa del planeta, decir que se está gestando un fraude o difundir teorías conspirativas causa todo un shock social en la población. Al mismo tiempo, es un arma política y retórica que puede ser muy perjudicial para el clima democrático. El outsider que surgió como el fenómeno político más controvertido de la historia estadounidense promueve esa teoría como su bandera de campaña para reelegirse por otros cuatro años al frente de la primera potencia mundial. 

Reiteradamente, así como ha repetido y popularizado su famoso eslogan Make America great again (hacer a Estados Unidos grande otra vez), Donald Trump insiste sin límites en que el voto por correo es el caldo de cultivo para un fraude masivo y, a su juicio, escandaloso en las elecciones presidenciales del 3 de noviembre. 


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Pero, ¿qué tan cierta es esta aseveración del actual presidente estadounidense y qué tan probable es que ocurra un fraude en estos comicios clave para el destino del país? MUNDIARIO preparó este análisis especial para desmenuzar y desmontar esta realidad prefabricada que busca ganar terreno en la fragmentada sociedad norteamericana.

Existen dos datos que de forma lapidaria echan por tierra la tesis del candidato republicano sobre una “elección amañada” o un “fraude histórico”. Primero; según el Pew Research Center (un think tank o centro de pensamiento con sede en Washington DC que brinda información sobre problemáticas, actitudes y tendencias que caracterizan a los Estados Unidos y el mundo), no hay indicador de fraude masivo en el método del voto por correo, detalló la entidad en un estudio publicado hace dos semanas. 

Segundo; de acuerdo con un sondeo nacional en las comisiones de votación de cada estado realizado por la cadena CNN, las probabilidades estadísticas exactas de que ocurra un fraude electoral en EE UU son del 0,0001%, es decir, virtualmente ninguna.

Y entonces, ¿qué factores propios del sistema electoral del país dan la garantía y la seguridad administrativa, logística, institucional, política, jurídica y democrática de que es prácticamente imposible un resultado amañado? Enumeremos los más importantes. 

1. En más de una docena de estados los electores deben firmar la boleta donde marcaron su voto delante de un testigo, pues la infraestructura comicial de EE UU no es electrónica o digital, sino manual, lo que reduce casi en un 90% las probabilidades de que se manipulen las actas o el escrutinio mediante la reconfiguración de datos o con los votos de personas fallecidas como ocurre, por ejemplo, con las máquinas de votación en Venezuela.

2. Aunque este segundo factor no es positivo, paradójicamente limita casi a cero las posibilidades de que la cantidad de votos por distrito sea manipulada o ‘inflada’. Y es que existe la tendencia de que algunos votantes pueden equivocarse y colocar erróneamente los datos de su candidato en la boleta o que se les olvide firmarla.

3. Por otro lado, los electores simpatizantes del Partido Demócrata son más entusiastas con el voto por correo, pues ven en ese método una forma segura, rápida y confiable de ejercer su derecho, lo cual podría generar un clima social de mucha motivación política en los ciudadanos que ven una esperanza de cambio de sistema y de oportunidades económicas en la candidatura de Biden, y eso los incentivaría a informarse más sobre cómo votar correctamente.

4. Asimismo, en algunos estados las reglas son muy específicas y rigurosas, pues en ellos debe firmarse la boleta de votación tal y como la persona firmó todos sus documentos legales-personales (la licencia de conducir, sus cuentas bancarias, sus declaraciones de impuestos, etc.). Si el elector se equivoca al plasmar su rúbrica y esta no coincide con algún documento personal registrado, la boleta y, por ende, su voto, quedarán automáticamente anulados. Al reducirse la cantidad de votos emitidos por algún fallo de esta naturaleza es casi nula la probabilidad de que se cuenten sufragios inválidos como válidos a favor de uno u otro candidato. 

5. Por si fuera poco, otra norma clave consiste en que la boleta de votación se debe introducir en un sobre de seguridad especialmente sellado e identificado con el nombre y logos del Colegio Electoral, y si esto no se hace o el elector lo olvida, su voto puede ser invalidado. 

6. La complejidad de este sistema electoral donde cada estado controla de forma autónoma su propio conteo de votos hace que tal vez no se conozcan los resultados definitivos el mismo día de la elección (3 de noviembre), sino que podría extenderse hasta varios días después (entre el 4 y el 7 de noviembre).

Ese período de tiempo y la autonomía administrativa e institucional de cada estado para realizar el escrutinio haría que fuese imposible algún intento por manipular o alterar las proporciones matemáticas de los votos populares para afectar el nivel de apoyo de uno de los dos candidatos (Trump o Biden) y de forma deliberada hacer que su rival se quede con todos los votos electorales de ese estado. 

Por lo tanto, la solidez de un sistema electoral que, si bien es imperfecto y ha recibido críticas a nivel mundial por ser injusto o no tomar en cuenta la voluntad de la mayoría de la sociedad civil, queda demostrada en la capacidad logística y organizativa que posee gracias a sus rigurosas medidas de seguridad y de protección sobre el correcto ejercicio del derecho al voto.

Los estadounidenses confían en ese sistema y no han percibido la retórica de fraude de Trump como un factor que pueda condicionar su elección en este proceso histórico y trascendental para el futuro del país más poderoso del mundo. @mundiario 

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