Supercopa, la solución para EE UU

Supercopa de España. / FCB
Supercopa de España. / FCB

La otra alternativa, el Girona - Barcelona en Miami, conduce al enfrentamiento legal, social, institucional y político. Javier Tebas tiene que entender que no puede seguir ignorando las competencias que la Ley le concede a la Federación Española de Fútbol.

Supercopa, la solución para EE UU

Javier Tebas y Luís Rubiales han hablado, y han hablado claro, como suelen hacer El primero confirmó su decisión unilateral de celebrar el Girona-Barcelona en Miami (Florida, EE UU). Desmenuzó los pros de la medida (imagen de LaLiga, beneficio económico presente y futuro, intervención decisiva del City de Guardiola, próximo ofrecimiento a AFE...) pero soslayó, o pasó de puntillas, acerca de las contras que provoca la medida (ilegalidad del encuentro fuera de Girona, competencia federativa, choque institucional, regate a los aficionados, inoportunidad política...), mientras, tímidamente, se pregunta, aunque conoce la respuesta, si debía haber llamado antes a Rubiales y Aganzo.

No tardó en llegar la contestación federativa. El Presidente ya no es Villar que callaba en los medios, aunque actuase en silencio. A Rubiales le encanta el cuerpo a cuerpo. Le gusta, le va bien... y más si, como ocurre ahora, juega con ventaja. Esta es una partida de póker con las “cartas marcadas”. Es tan fácil ganar la partida como robar a un niño... y Luís lo sabe. Por eso le recrimina con dureza, y en terreno de esa Premier que sirve de ejemplo a Tebas, que lo ha ninguneado y le anuncia que ahora tiene todos los “ases” en su manga.

Las declaraciones han abierto un incipiente debate mediático, quizás interesado, sobre si la iniciativa es buena para la imagen del fútbol español, cuando eso no es lo que se discute, porque todos estamos de acuerdo en que sí es positiva. Esa supone una visión raquítica del problema porque el objeto principal del debate se tiene que centrar en estudiar si dentro de la más elemental legalidad se puede disputar ese, u otro encuentro cualquiera de Liga, fuera del estadio que, al inicio de la temporada, haya designado cada club.

Lo demás son circunstancias complementarias que nunca pueden ser decisivas en un país en el que impere el estado de derecho. Y en España esa competencia la ley se la reserva a la Asamblea de la Federación. Sin la aprobación por ella de la modificación reglamentaria es ilegal disputar el Girona-Barcelona, u otro partido, en el extranjero o en España en campo distinto al del locatario. La Federación no es que no deba, es que no puede, sin variar la norma, autorizar la disputa de encuentro alguno porque incurriría en grave responsabilidad.

La posibilidad que se abre si se aprueba por Junta Directiva y Asamblea de la FEF un cambio normativo exprés, al objeto de hacerle un traje a la medida de la decisión de la patronal futbolística, sería como meterse en un terreno de arenas movedizas en el que pareciese que el dinero lo soluciona todo y eso sería muy negativo para el fútbol. Por eso, si todos somos partidarios de ofrecer lo mejor de nuestro fútbol para posicionar mejor en el mundo el “producto-fútbol español” no encontraremos recurso mejor que la Federación lleve a cabo la modificación reglamentaria de la Supercopa.

Mi propuesta sería que la Supercopa de España se dispute a partido único, en campo neutral, bien en nuestro territorio o fuera de él, desde 2019. La idea creo que sólo genera ventajas que destaco en este Mi decálogo a favor de la Supercopa a partido único:

1- Se solucionaría el problema de la legalidad del encuentro en EE UU.

2- Se les ofrecería un partido siempre top, incluso un Madrid-Barça.

3- Se reduciría una fecha en nuestro tan cargado calendario nacional.

4- Se fijaría el día elimando el problema que suelen tener FEF y Clubs.

5- Se produciría un ingreso importante a la FEF, organizadora, y a los Clubs.

6- Se lanzaría con fuerza la imagen de LaLiga al jugarla los grandes equipos.

7- LaLiga cumpliría, con la anuencia de FEF y AFE, el contrato que ha firmado.

8- Transparencia. Jugarán los Campeones de Liga y Copa. Sin amiguismos.

9- Ninguna afición se quejaría. Los clubs no podrán incluirlo en el abono.

10- La foto años esperada del fútbol español unido: FEF, LFP, Clubs y AFE.

Sintetizando. Dos objetivos básicos: que se cumpla la ley y que el beneficio económico y la mejora de imagen sean una realidad. No me pregunte si uno u otro. Preguntas capciosas, no. Ambos son totalmente compatibles.

La otra alternativa, el Girona-Barcelona, nos conduce al enfrentamiento legal, social, institucional y político. Tebas tiene que entender que no puede seguir ignorando las competencias que la Ley le concede a la FEF; que no debe presentar, si no es de su exclusiva competencia, más hechos consumados; que no todo se puede comprar con dinero... como es el sentir de los aficionados a pesar de lo que puedan decir algunos que fuman debajo del agua y que dicen representar la voz de los seguidores cuando, en el fondo, están muy alejados de ellos.

A uno, que pensaba que ya no le queda nada por ver en el fútbol, le sorprenden con una filtración –no se lo digan a nadie pero creo que es creación del jefe e ideólogo de LaLiga, el señor Roures– que se van a regalar 40.000 banderas españolas, que va a sonar nuestro himno y el de EE UU, que se prohibirán símbolos políticos independentistas (lazos incluídos)... Sin duda tenemos que entenderlas como ideas alentadas por el enemigo, y eso, a los que nos duele que quemen las banderas de cualquier país o piten el himno de la nación que sea, nos preocupa seriamente.

El negocio amenaza al fútbol. Lo quieren matar con horarios y días extraños para el hincha, pero el fútbol es muy fuerte. Eso si, está enfermo. El dinero le está haciendo mucho daño. La legalidad se salta si el negocio es bueno. Las instituciones se pelean. Se dribla a los aficionados. El fútbol-sentimiento, el de siempre, está en peligro. El conocido como fútbol moderno, ataca con fuerza y acarrea muchos problemas, tantos que me recuerda al paciente que acude al médico seriamente preocupado por su estado de salud y, tras someterse a una serie interminable de pruebas, le pregunta angustiado: “Doctor, doctor ¿qué tengo?”. El galeno le perdona la vida con una fría mirada y le responde con un lacónico : “De todo... menos salud”. @mundiario

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