De la sociología a retromarketing: por qué Cobra Kai es número 1 en Netflix

Escena de la película Karate Kid (1984)
Escena de la película Karate Kid (1984).
Esta secuela de Karate Kid en forma de serie satisface a un doble target. El primero, la extensa generación X, que son los nacidos entre finales de los años 60 y principios de los años 80; el segundo, la nueva generación de niños y adolescentes, cuyos padres y familiares son prescriptores.
De la sociología a retromarketing: por qué Cobra Kai es número 1 en Netflix

Hace unos días me comentaba un amigo —nos comentaba en el grupo de whatsapp del colegio— que en Valencia, ciudad donde reside, han subido las inscripciones de niños en Kárate, y que, al estilo cinematográfico, un profesor de este arte marcial, que imparte clases en un parque cercano a su casa, había pasado de tener dos alumnos a más de diez en este último mes.

Este comentario venía a colación de la intensa charla que sobre la serie Cobra Kai, teníamos en este grupo de whatsapp. No solo de la serie en sí, sino también de la película Karate Kid (1984) de la que aquélla es secuela.

Al igual que sucedió en los años 80, donde grandes artistas marciales, y sus icónicas películas, promovieron la práctica de distintas disciplinas marciales, Cobra Kai está infiriendo un efecto similar en las nuevas generaciones. La serie se ha hecho mundialmente famosa en solo un mes desde su inclusión en Netflix —en estos momentos número 1 en el ranking—. Si bien, ya traía 90 millones de visualizaciones de la plataforma Youtube Red (ahora Premium), en la que se lanzó originariamente. En estos momentos ya hay fecha de lanzamiento de la tercera temporada, mientras los actores conceden multitud de entrevistas.

Pero, ¿por qué el éxito de Cobra Kai?

La dimensión estratégica del marketing tiene como función analizar las necesidades del mercado, para implementar del mejor modo un producto con el fin de que sea demandado por un público objetivo preferentemente amplio. En este sentido, esta secuela de Karate Kid en forma de serie está sabiendo satisfacer a un doble target. El primero, la extensa generación X, que son los nacidos entre finales de los años 60 y principios de los años 80, y que desde hace tiempo conforman un grupo de consumidores muy tenidos en cuenta en las estrategias de retromarketing; esto es, en la comercialización de bienes y servicios con reminiscencia retro y muchas veces centrados en los años 80. El segundo, la nueva generación de niños y adolescentes, que visualizan una serie atractiva, en la que parte de los protagonistas, chicos y chicas, tienen su edad, y donde se combina la acción siempre vendible, el tonteo amoroso juvenil y cierta dosis de drama.

A esto se añade un aspecto relevante, también sabido en la teoría general del marketing. Y es que los padres, los mayores en la familia, actúan en este caso como prescriptores de hijos o sobrinos. Son transmisores de la "historia completa" que ellos conocen desde 1984 y que gustan de explicar y rememorar, ahondando así en el incremento de la demanda de Cobra Kai.

Cabe recordar que la película Karate Kid (1984), dirigida por John G. Avildsen, Óscar a la mejor dirección por Rocky (1976), narra la historia de un muchacho, Daniel LaRusso (interpretado por Ralph Macchio) que se muda junto a su madre de New Jersey a Los Ángeles, California, donde conoce a Ali (Elizabeth Shue) poco antes de comenzar el último año de instituto. Tiene la mala suerte de que Ali es la ex novia de Johny Lawrence (William Zabka), integrante como sus amigos del dojo de Kárate Cobra Kai. Daniel es acosado por ellos y entonces conoce al Sr. Miyagi (Pat Morita), vecino suyo en el barrio popular de Reseda. Oriundo de Okinawa, el Sr. Miyagi enseña Karate a Daniel, quien en este proceso se acaba enfrentando, y ganando, a Johny Laurence en la final del Torneo de All Valley.

Si bien la película tuvo dos segundas partes, en 1986 y 1989, lo que interesa aquí es analizar por qué Cobra Kai arrasa ahora en el mercado de las plataformas streaming. En este sentido, retomando lo señalado acerca del retromarketing, es preciso indicar que la demanda de productos retro (zapatillas deportivas, relojes, bicicletas, festivales musicales, ropa, ...)  se presenta también en el cine. Sin ahondar en este motivo, apuntaremos que series exitosas como Stranger Things o Narcos también se ubican temporalmente a inicios de los años 80.

Pero, ¿por qué gusta al público lo retro? Los estudios al respecto (Brown, 2003; Hallegatte, 2014; Hodgson, 2013; Park, 2018; ...) señalan que la demanda de productos retro se vincula al sentimiento de nostalgia, y también a la búsqueda por parte del consumidor de autenticidad y diferenciación. Contenidos como Cobra Kai suscitan emociones positivas que emergen del viaje mental a un pasado a menudo percibido como mejor, en términos de estabilidad y bienestar individual y colectivo. Se trata de una atmósfera —pasada— domada, que se contrapone a las hostilidades, las artificialidades, la pérdida de referencias y el individualismo acusado que son percibidos en el presente y esperados a futuro.

Cobra Kai, por momentos "luminosa" y estridente, tiene un detente que es propiciado sobre todo lo demás por la autenticidad de Johny Lawrence, verdadero protagonista en esta secuela. En Johny, que de "villano" en la película pasa a profesor redimido en la serie, el espectador aprecia un personaje que en lo antropológico parece no despegado, no distanciado, del tiempo pasado. Es él y no Daniel LaRousso, más evolucionado y enriquecido, quien traslada las bondades de lo retro a la mente del consumidor. Y este proceso se verá aderezado por la visualización de cortes de la película original; el rescate adaptado de temas musicales que entonces se tornaron emblemáticos; acontecimientos como la aparición en la serie de su maestro John Kreese (Martin Kove) y tres de sus amigos cobra kai; e incluso por el interrogante final sobre una posible toma de contacto con Ali, el amor "virginal" o amor de verdad de Johny, que siendo el primero "marca y no se olvida". Siendo un concepto, este, el del noviazgo-noviazgo, que simila también desaparecido en nuestros días. @mundiario

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