Pedro Sánchez no quiere otras elecciones pero tampoco tiene miedo de ellas

Pedro Sánchez vota este 26-M. / Mundiario
Pedro Sánchez vota este 26-M. / Mundiario
El jefe de Gobierno considera de que un nuevo fracaso en el Congreso dejaría como culpables a Pablo Iglesias y los suyos.
Pedro Sánchez no quiere otras elecciones pero tampoco tiene miedo de ellas

La cuerda entre el PSOE y Unidas Podemos ha seguido tensándose en estas últimas semanas pese a las vacaciones de verano. Ni Pedro Sánchez ni Pablo Iglesias han conseguido limar las asperezas mutuas, y cada uno ha decidido emprender su camino esperando encontrarse en algún momento. El jefe de Gobierno se ha reunido con representantes de colectivos civiles y sociales a fin de meterle presión a los morados para que acepten un Gobierno al estilo portugués, que no es más que con el apoyo de Iglesias pero sin que éste tenga representantes en el Consejo de Ministros.

El presidente en funciones no quiere cambiar el semblante y reconoce que si bien la idea de nuevas elecciones no le atrae, tampoco es que tenga miedo. Está convencido el líder socialista de que el culpable de todo esto será Iglesias, no él. También le ha dicho a todos con quienes se ha entrevistado que el partido morado será precisamente el mayor perjudicado de ese nuevo paso por las urnas.

Algunos de los líderes civiles que se han sentado a la mesa con el líder socialista se han quedado anonadados al comprobar como aquél no contempla un escenario en que la izquierda se abstenga y se tengan que repetir comicios. El presidente y los suyos consideran que puede que haya una abstención de la izquierda en las elecciones, pero en ningún caso será como la de 2016 y mucho menos bastará para que la derecha les supere en votos y escaños en la Cámara Baja.

En La Moncloa se manejan estadísticas que han convencido al gobernante de que la derecha no resurgirá de sus cenizas y en todo caso, el Partido Popular podría alimentarse de almas descarriadas de Ciudadanos y Vox, pero que, nuevamente, eso no representaría un aumento lo suficientemente alarmante en su número de diputados. Tampoco ven posible que los partidos de derecha se alíen como hicieron en Navarra con la coalición Navarra Suma, ya que determinar al gran líder de esa posible alianza desataría una guerra civil entre los altos mandos de los partidos.

El PSOE confía en que podría hacerse con unos 135 o 150 diputados como máximo, en tanto que Pablo Iglesias y los suyos se vendrían totalmente abajo. El problema que tiene Unidas Podemos es que con el sistema de elección provincial podría perder hasta 15 o 20 escaños.

Podemos con la vista nublada

Precisamente el partido de Iglesias está confundido por la estrategia de Sánchez de citarse con varias organizaciones y dejarlos a ellos de último en estas rondas. El partido morado no está por la labor de acudir de nuevo a las urnas. Eso sí, esto se debe a que creen que hacer eso terminaría por romper las relaciones con los socialistas, terminando de hacer imposible un futuro Gobierno de izquierdas.

El País cita a sus fuentes en ambos partidos para asegurar que uno y otro esperan que haya movimientos en la recta final de esta cruzada propagandística, tal y como sucedió en la fallida investidura de julio. Eso sí, el partido oficial considera que todo está supeditado a que Podemos de un timonazo a la nave, de lo contrario, no habrá más escapatoria que boletas en noviembre. Iglesias, en cambio, tiene convencidos a los suyos de que aquello es una estrategia negociadora y nada más.

Unidas Podemos está ciertamente desconcertado y dividido. Izquierda Unida y los Comunes no se inmutan en aceptar un Gobierno a la portuguesa, mientras que Podemos en sí insisten en un gobierno de coalición. Como sea, nadie duda tampoco de que los 42 diputados votarán lo mismo o se abstendrán en el Congreso, rechazando así una potencial rebelión interna como la que sufrió el PSOE en 2016. @mundiario

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