Un proyecto prudente para la Fachada Atlántica

Puerto de A Coruña / Mundiario
Puerto de A Coruña / Mundiario

El valor de cambio no nos interesa, que se enteren: nos interesa el valor de los terrenos como factor productivo y eso es oro puro, pan para hoy y pan para mañana.

Un proyecto prudente para la Fachada Atlántica

Son muchos los llamados y pocos los escuchados. Me pregunto a veces para qué sirve montar un Foro Ciudadano o un Parlamento si tenemos la inveterada costumbre en España de no escucharnos los unos a otros. Lo paradójico es que normalmente gana el que más chilla, o el que pueda pagar más megabatios o más rotativas, que viene siendo lo mismo, pero la razón, lo que se dice la razón, pocas veces gana.

Me pregunto a veces para qué sirve montar un Foro Ciudadano o un Parlamento si tenemos la inveterada costumbre en España de no escucharnos los unos a otros.

Llevo unas semanas leyendo las narraciones, que no razones, de unos y de otros sobre el futuro de los terrenos que la entrada en funcionamiento del Puerto Exterior de Arteixo ha dejado sin función industrial en los muelles de A Coruña. Nada que apostillar a la construcción de un megapuerto en el tramo final de la costa da morte, costa amable de aguas tranquilas que Felipe Senén sitúa entre la Torre de Hércules y el Finisterrae. Todos tenemos conciencia de que en Galicia solemos poner esos nombres tan oscuros porque somos así de pesimistas y que no hay relación posible entre tal nombre y los cientos de naufragios y miles de mortos no mar que cuentan algunos. Además, si ya hay un puerto igual a menos de 10 millas náuticas, en Ferrol, ¿por qué no va a funcionar el nuestro? Que alguien me diga que no.  

Siento decir que entre muchas y variadas ideas, algunas sesudas y otras más o menos brillantes, algunas sensatas y otras disparatadas, no encontré ninguna que fuera capaz de construir de forma racional el valor de oportunidad tomando en cuenta las mismas fuerzas de cambio que generan estas circunstancias que vivimos tan radicales históricamente hablando. Me da la sensación de que nadie quiere o nadie se atreve a levantar la vista del problema y expresar lo que realmente nos dicta el sentido común y la sensatez. Para ayudarme, lo voy a explicar con una parábola: un repentino cambio en el río dejó un puñado de pepitas de oro que recogieron dos amigos, uno de ellos fue corriendo a gastarse el dinero en la cantina, mientras, el otro, compró libros e instrumentos para pronosticar el siguiente cambio del río, que no tardó en llegar. En esta segunda ocasión recogió mil veces más oro, mientras, su amigo dormía la borrachera bajo un árbol.

El mundo se mueve muy deprisa, tanto que a veces saber esperar es la mejor opción de futuro. No se trata de que construyamos en los muelles edificios emblemáticos firmados por grandes arquitectos, para hacerles casos a los colegas del mausoleo nocturno “alas de gaviota” hay que estar un poco locos. Tampoco es sensato construir casitas para ricos, ni más centros comerciales  -aunque sea cierto que no tengamos ni uno cerca-, ni un parque temático, ni una feria permanente de sombras impostadas o un hotel de 50 estrellas y trece barras. Se trata de saber esperar para apostar cuando el crupier le dé la gana de darnos buenas cartas.

¿Estoy diciendo que lo mejor es esperar? Sí, en este caso lo mejor es esperar, que no es lo mismo que no hacer nada. (Esta sutil diferencia no lo pillaría Feijóo en la vida). El amigo inteligente de la parábola supo esperar, pero mientras esperaba no se quedó quieto, sino que multiplicó el valor de la oportunidad. Y esa, tras darle muchas vueltas al asunto es mi propuesta.

La teoría es sencilla: los avatares históricos relacionados con las formas de producción, orientaron a través de los siglos esos terrenos para la explotación de diversas actividades relacionadas con el mar, entre ellas la pesca, el transporte y el turismo. Un cambio profundo en las formas de producción generado por el avance de la técnica, la ingeniería y la tecnología, la misma triada que permitió el levantamiento del imponente Puerto Exterior, traerá a nuestra puerta oportunidades desconocidas, pero sí esperables para terrenos de tan enorme valor estratégico. Grosso modo tenemos dos opciones: podemos meter la cabeza debajo de los muelles y pensar que con hierro y cemento se arregla todo o preservar y multiplicar las virtudes y potenciales de la tierra. Recordemos que la tierra es un factor productivo, como el trabajo, el capital y cada vez más y por desgracia, el conocimiento, habida cuenta la locura desatada por los monopolios de la propiedad intelectual.

En resumen: A Coruña ha generado una oportunidad en forma de terrenos de incalculable valor productivo que nos serán muy necesarios en un futuro próximo.

La ciudad no necesita más viviendas, nos llega con rehabilitar las que tenemos. ¿Para qué más viviendas en esta Galicia que Feijóo hunde en la diáspora y la senectud, en una Galicia donde ya no queda esperanza ni ganas de fundar familias y reproducirse como Dios manda y la naturaleza bendice? Si queremos espacios de esparcimiento, adelante, que sean desmontables, por favor. Que interesa algún edificio para servicios ciudadanos, no hay problema, que lo hagan plegable para sacarlo de allí si fuera necesario. Podemos sacarle mucho provecho mientras esperamos. Nadie dice que los dejemos a barbecho, sino que tengamos claros que los tomamos prestados durante un tiempo. El tiempo lo marcarán las nuevas formas de producción que sacuden nuestra civilización con fuerza y que con tanta saña usan ciertas ideologías.

En resumen: A Coruña ha generado una oportunidad en forma de terrenos de incalculable valor productivo que nos serán muy necesarios en un futuro próximo. Ese valor debe ser realizado de nuevo dentro de una, tres o cinco décadas y para ser realizado debe ser reintroducido en la cadena productiva cuando llegue el momento. Privatizarlo nos dejará en la mano una ínfima parte de su valor. Pretenden engañarnos como a palurdos para que cojamos las migajas de la mesa y nos vallamos a la cantina a gastarnos los cuatro duros en vino peleón. El valor de cambio no nos interesa, señores políticos del partido con más corrupción de la Historia de España, que se enteren: nos interesa el valor de los terrenos como factor productivo y eso es oro puro, pan para hoy y pan para mañana. ¿Qué tenemos que esperar? ¿Y qué prisa tenemos? La prisa la tienen los que se mueren por trincar. Coruña sabrá esperar su oportunidad. Coruña hará su juego que es preservar su patrimonio productivo. Que nadie lo dude. @mundiario

               

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