Podríamos transformar los EPI en biocombustible, pero, ¿deberíamos?

Equipos de Protección Individual. / Pixabay
Equipos de Protección Individual. / Pixabay
Una nueva investigación desvela que los plásticos que contienen equipos como las mascarillas o pantallas utilizadas por la covid-19 podrían convertirse en biocombustible.
Podríamos transformar los EPI en biocombustible, pero, ¿deberíamos?

Si bien es cierto que los residuos generados por el coronavirus se están colocando en el punto de mira de las organizaciones ecologistas, e incluso dentro de la del Miteco, que ha lanzado una campaña para mitigar la prevalencia en el desecho de las mascarillas en el medio natural, los plásticos que incorporan los Equipos de Protección Individual (EPI) del coronavirus, podrían convertirse en un aliado en la lucha contra los combustibles fósiles gracias a una investigación de la Universidad de Estudios de Petróleo y Energía de la India

Guantes y mascarilla. / Pixabay

Los equipos incluirían “guantes, mascarillas quirúrgicas (incluyendo respiradores como el N95), gafas, pantallas, y batas, tanto y como objetos para procedimientos específicos de filtrado”, de acuerdo con el estudio. Por lo que no solo las mascarillas, que ya son un problema, podrían tener una segunda vida, sino una amplia variedad de residuos sanitarios, que, de otro modo, serían incinerados

Según la investigación, el polipropileno que contienen los EPI podría someterse a un proceso químico, conocido como pirólisis, mediante el que transformarlo en biocombustible. La pirólisis consistiría en la exposición anaeróbica, sin oxígeno, de los plásticos que contienen los EPI a altas temperaturas, de 300 a 400ºC, durante una hora. Este método es capaz de generar bioaceite, con mucho potencial para su biodegradación, en grandes cantidades. 

EPI tirados en el asfalto. / Pixabay

Desde luego, parece prometedor, sobre todo teniendo en cuenta que los residuos, generados por la compra masiva de equipos en la lucha contra el coronavirus, van aumentando cada vez más y más. Lo que provoca que nos encontremos con mascarillas en los océanos, o que terminen en los vertederos, donde en ningún caso se van a poder degradar fácilmente. 

Sin embargo, la posibilidad de este método en la gestión de los residuos creados por los EPI, lleva la pregunta de: ¿a qué coste? 

Sí, resulta innegable que conseguir combustible biodegradable es bastante mejor que tener el medio natural plagado de mascarillas. Pero para la pirólisis, está claro, que se va a requerir un alto coste energético para llevar a una cámara donde se depositen los residuos a 400ºC y mantener estas temperaturas durante una hora. Por no mencionar que la pirólisis no ha sido exitosa a gran escala y que el tratamiento de los gases generados para que el combustible funcione requiere de procedimientos muy costosos en materia de consumo energético, otra vez. 

En definitiva, cualquier posibilidad de transformar los desechos que generamos a causa del coronavirus en algo sostenible y reutilizable es digna de consideración y mejor que lo que ya hay, pero resulta fundamental sopesar las consecuencias de la adopción de los nuevos modelos desde un punto de vista más amplio. @mundiario

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