Pedro Sánchez, torcer el brazo o llamar a nuevas elecciones

Pedro Sánchez, presidente del Gobierno. / RR SS.
Pedro Sánchez, presidente del Gobierno. / RR SS.

Al jefe de Gobierno se le agota el tiempo para conseguir su investidura a su manera, por lo que o cede o se arriesga a la vergüenza.

Pedro Sánchez, torcer el brazo o llamar a nuevas elecciones

Pedro Sánchez se fue arrinconando solito desde las elecciones del 28 de abril hasta llegar al extremo en donde está hoy. Con apenas 123 diputados, sin la más mínima intención de cederle un lugar en su mesa a otros partidos y sin la capacidad de convencer a sus oponentes de que le echen la manita, el jefe de Gobierno camina en el desierto buscando alguna sombra que le refresque. El panorama a estas alturas, sin embargo, ya no está para titubeos.

Ya el lunes Pablo Casado le habría transmitido en La Moncloa de que no tiene la más mínima intención de abstenerse ni facilitarle el camino a una nueva investidura. Es más, de ser posible le llenará el camino de minas. Con eso, Sánchez disparó por última vez la bala de la oposición amistosa y quizá ni se molestará en pedírselo a Albert Rivera, con quien no puede verse ni en pintura.

Atascado en el fango, al titular del Ejecutivo no le queda mayor opción que dirigir la mirada a lo que tiene en el rancho, que no es más que Pablo Iglesias y los pequeños partidos independentistas. Con Iglesias y los suyos no quiere pactar y con los separatistas el precio a pagar por su apoyo puede ser demasiado alto. Como sea, el presidente sabe que no tiene tiempo para perder pues el mismo PSOE dijo que daba principios de julio como límite para iniciar formalmente el proceso de investidura en el Congreso de los Diputados. En pleno 25 de junio, el jefe de Ferraz no tiene nada con qué presentarse y su estrategia de salirse con la suya a como de lugar ha demostrado sus límites. O tuerce un poco el brazo o el riesgo de unas nuevas elecciones se disparará. @mundiario

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