La paz en Colombia: ¿verdad y reconciliación o victorias tempranas?

Santos, presidente de Colombia, da la mano a Echeverri, comandante de las FARC.
Santos, presidente de Colombia, da la mano a 'Timochenko', comandante de las FARC, con Castro como testigo.

Ahora viene lo difícil: la paz es un proceso que empieza en un país preparado para el perdón y la reconciliación que no el olvido de más de 200 mil víctimas mortales.

La paz en Colombia: ¿verdad y reconciliación o victorias tempranas?

Ahora viene lo difícil: la paz es un proceso que empieza en un país preparado para el perdón y la reconciliación que no el olvido de más de 200 mil víctimas mortales.

23 de marzo de 2016, fecha clave para que el mundo sea testigo del triunfo de los diálogos del proceso de paz que encumbra a Juan Manuel Santos como el presidente de Colombia que por fin pondrá fin a más de 50 años de violencia por conflicto armado en el país. La foto de Santos con Rodrigo Londoño Echeverri Timochenko simboliza la nueva etapa para los diálogos en La Habana. Ya forma parte del álbum de la historia de Colombia, pero ¿qué hay detrás de esta imagen cargada de simbolísmos?

Por primera vez un presidente y el líder máximo de la guerrilla estrechan su mano, con la bendición de Raúl Castro, fiel creyente de la Revolución. Un éxito: han desarmado el lenguaje visual del conflicto. Aquí el histórico discurso del presidente Santos sobre el proceso de paz (http://goo.gl/3kEQ3W), pero ¿esta imagen supone que la paz está cerca?

En todo el tiempo de la negociación, el cese al fuego unilateral por parte de la guerrilla ha fracasado. Las acciones de las FARC han generado más muertes de policías y soldados, miedo de la población en zonas donde la violencia no cesa; la crítica de la oposición, en la voz del expresidente Álvaro Uribe, quien considera que “el Gobierno ha aceptado que delincuentes responsables de atrocidades no vayan a la cárcel a condición de confesar sus responsabilidades".

Infografía de El Tiempo sobre las FARC.
Infografía de El Tiempo.

 

No nos quedemos en el lenguaje emocional de la foto. Ahora viene lo difícil: la paz es un proceso que empieza en un país preparado para el perdón y la reconciliación que no el olvido de más de 200 mil víctimas mortales. Por supuesto el logro es la firma de un acuerdo justo. Sí, justo para las víctimas: las madres que ya no abrazan a sus hijos, para los jóvenes sin piernas tras pisar una mina, para los secuestrados y sus familias, para el campesino que marchó a los cinturones de miseria de las grandes ciudades a salvaguardar su único tesoro: la vida. Incluso para los miles de jóvenes a los que los grupos armados robaron la inocencia obligándoles a formar parte de sus filas a cambio de nada.

El éxito del proceso no es la foto, es que todos los colombianos seamos testigos - con justicia- de que pasaremos las páginas de esa Colombia ensangrentada por grupos guerrilleros que hace mucho tiempo perdieron la ideología marxista y, a cambio, ganaron dinero explotando las tierras del campesino, coartando la libertad mediante el secuestro, silenciando a quienes denunciaban sus abusos y enriqueciendo a unos pocos caciques de la cocaína y el narcotráfico. Según el fiscal Eduardo Montealegre "las FARC serían responsables de unos 38.000 crímenes de guerra y delitos de lesa humanidad, por los que están investigados en este momento 16.000 de sus miembros, incluido todo el secretariado de esa guerrilla". Se necesita un tránsito efectivo de la guerra a la paz y conlleva una justicia verdadera.

Las dificultades para concretar la paz no están en la mesa de La Habana sino en Colombia. Desde el inicio de la mesa de conversaciones en Cuba, los colombianos sufrieron 294 combates entre miembros de la Fuerza Pública y los integrantes de las FARC. Aún así,si usted pregunta a un colombiano le dirá que quiere la reconciliación, la paz, pero que sea justa....y ¿qué es eso de justicia transicional?, ¿La amnistía para la guerrilla hasta dónde llega? La justicia debe ser estricta para quienes han cometido delitos graves en medio de la guerra, no un premio a las FARC. No la impunidad!

Las negociaciones recogen la restricción de la libertad entre 5 y 8 años para los autores de delitos graves y prisión ordinaria para los guerrilleros que no acepten su responsabilidad, según las claves del acuerdo sobre justicia con las FARC (http://goo.gl/MPRdaP). El 81 por ciento de los colombianos –según una encuesta de Cifras y Conceptos– quiere la cárcel para los jefes guerrilleros. No basta con la aceptación del crimen si no se paga por ello. Colombia no puede asistir a un proceso de triunfo de la guerrilla, que busca convertirse en partido político, bajo perdón y olvido a cambio de nada. Confesar el pecado no exime al pecador de responsabilidad. Lo justo es que paguen por ello “la pena debe ser proporcional a la gravedad del crimen y a las condiciones personales de los responsables”, enfática defensa de las víctimas del conflicto armado del procurador general, Alejandro Ordóñez.

La intención de acabar el conflicto con las FARC es un paso grande pero no significa terminar con la violencia armada en Colombia

 

Si bien es cierto que la intención de acabar el conflicto con las FARC es un paso grande, ello no significa terminar con la violencia armada en Colombia. Se necesitan años para deshacer estructuras armadas ligadas al narcotráfico ¿qué pasará con los territorios dejados por las FARC, sus rutas de comercio ilegal y sus fuentes de financiación: drogas, minería ilegal y extorsión? Difícil visionar respuestas. No quiero pensar que su fortuna será el sostén de financiación de su futuro partido político.

Delitos como los crímenes de lesa humanidad, los graves crímenes de guerra, el secuestro, las ejecuciones extrajudiciales, el genocidio, el desplazamiento forzado, la desaparición forzada, la tortura, la violencia sexual o el reclutamiento forzado de menores deben ser juzgados y sancionados en su justa causa.

Yo le dí mi voto a Santos por la paz, como la mayoría de los 7.784.916 electores (más del 50,90% de los votos en segunda vuelta); pero no a condición de que la guerrilla se quede impune, hay que reparar el corazón de las víctimas no morir en el intento. Imagínese estar sentado en un avión al lado de Timochenko en un par de años cuando él debería estar en la cárcel. No vale una firma sin verdadera justicia transicional. El trabajo comunitario como pena principal es una bofetada a las víctimas, es desconocer sus derechos, como bien argumenta Ordóñez. Colombia necesita una paz digna, esa es la base de la reconciliación. No comuniquemos victorias tempranas.

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