Oviedo, inicio, etapa y meta de peregrinación

Catedral de Oviedo. / MJSF
Catedral de Oviedo. / MJSF
Del paso de peregrinos procedentes del camino de la Costa hacia Compostela hablan los pocos fragmentos que se han conservado de los libros de registro de peregrinos del ovetense hospital de San Juan.
Oviedo, inicio, etapa y meta de peregrinación

Sí, lector, la ciudad de Oviedo encierra en sí misma la posibilidad de ser considerada desde los tres puntos de vista del enunciado. A Oviedo se la considera como punto de inicio del Camino Primitivo. Desde esta ciudad, entonces capital de un incipiente reino de Asturias, partió Alfonso II junto a miembros de su corte hacia el occidente de sus dominios a rendir pleitesía y devoción al apóstol Santiago, cuya tumba se había localizado en Compostela, cerca del Finisterre europeo. Y aunque con toda seguridad llegaron antes al mismo lugar vecinos de las tierras gallegas y del occidente asturiano, fue la presencia del monarca la que expuso a la mirada de todo el occidente cristiano el excepcional hallazgo. Por ello Oviedo es el arranque de esa primera peregrinación oficial que utilizó para su desplazamiento la antigua calzada romana que unía Lucus Asturum con Lucus Augusti, para desde esta última desplazarse por la que se dirigía a Iria Flavia.

Pero Oviedo ha sido y es también etapa en varios itinerarios jacobeos. Y a dos de ellos me voy a referir. Lo es primero en la desviación que algunos peregrinos hacían desde el Camino de la Costa, bien en su ida hacia Compostela o a su regreso, para visitar las sagradas reliquias que se hallaban en la Cámara Santa de la sede ovetense. Si lo hacían procedentes del este, abandonaban la ruta principal del itinerario costero a poco de pasar Villaviciosa, para subir por San Pedro de Ambás al alto de Arbazal y desde allí, descendiendo al valle de Sariego, acompañar al río Nora en su discurrir por los concejos de Sariego y Siero hasta llegar a la ciudad de Oviedo. Luego podían continuar retornando al camino de la costa por Avilés o siguiendo el Camino Primitivo, del que hemos hablado.

El otro itinerario del que Oviedo era fin de etapa es el de ser hito en el camino que unía el puerto de Avilés con la ciudad de León, vía comercial por excelencia al ser Avilés en la Edad Media y hasta el siglo XVII uno de los puertos más importantes de la costa cantábrica y mantener una fluida relación con numerosos puertos de la costa oeste de Francia. Algunos peregrinos decidían pasar por Oviedo y luego, desde allí, atravesar la cordillera para tomar el denominado Camino Francés en León.

Del paso de peregrinos procedentes del camino de la Costa hacia Compostela nos hablan los pocos fragmentos que se nos han conservado de los libros de registro de peregrinos del ovetense hospital de San Juan.

Cruz de la cámara santa de la Catedral de Oviedo. / MJSF

Cruz de la cámara santa de la Catedral de Oviedo. / MJSF

Y, lo más importante, Oviedo es centro de peregrinación por sí misma. Casi al mismo tiempo del hallazgo de los restos del Apóstol en Compostela, el mismo rey Alfonso II había hecho descender desde su refugio en el Monsacro, cercano a la ciudad, las reliquias que allí habían sido depositadas en su viaje desde Jerusalén, desde el puerto de Jaffa en el que en su momento había sido embarcado el cuerpo de Santiago, y que tras diversos destinos intermedios, huyendo de las avanzadillas de los ejércitos musulmanes en su implacable progreso hacia el occidente cristiano por el norte de África, habían encontrado refugio en esa montaña de difícil acceso, que les debe su nombre. Este relicario, reconocido en el s. XI, tras su apertura y recuento en 1075 ante el rey Alfonso VI, como el más rico en restos sagrados de toda Europa, comenzó a ser visitado por peregrinos, muchos de ellos jacobitas. Años más tarde fue respaldado por el pontificado con un Jubileo concedido en 1438 por el papa Eugenio IV, el denominado Jubileo de la Santa Cruz, en honor de la Cruz de los Ángeles, también vinculada a la figura de Alfonso II, que se celebraba el día 14 de septiembre, fecha de la exaltación de la Santa Cruz, cuando coincidía la festividad en viernes, que luego se extendió a la semana anterior y la posterior a la fecha para más tarde pasar a celebrarse a lo largo de todo el mes de septiembre, por el cual los peregrinos, con las consiguientes condiciones sacramentales, obtenían indulgencia plenaria. Ya en tiempos muy cercanos, en 1982, el papa Juan Pablo II le concedió a la sede ovetense que pudiera celebrar el jubileo todos los años. De ahí que podamos hablar con toda certeza de Oviedo como inicio, etapa y meta de peregrinaciones. @mundiario

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