Oportunidades y riesgos en la compleja industria de los cruceros en España

Cruceros en el Puerto de Vigo. / Félix González
Cruceros en el Puerto de Vigo. / Félix González

¿Podría Oporto convertirse en puerto base? ¿Y los puertos gallegos? Podrían, pero es una meta francamente lejana y difícil. ¿Qué se precisa para ser puerto base de cruceros?

Oportunidades y riesgos en la compleja industria de los cruceros en España

¿Podría Oporto convertirse en puerto base? ¿Y los puertos gallegos? Podrían, pero es una meta francamente lejana y difícil. ¿Qué se precisa para ser puerto base de cruceros?

Con la reciente apertura de la terminal de cruceros de Leixoes, diseñada por Álvaro Siza, se vuelve a abrir el debate en medios de comunicación sobre la amenaza para los puertos gallegos que podría suponer. Tras 13 años informando sobre cruceros, he podido visitar puertos de todo el mundo y puedo decir, sin temor a equivocarme, que las terminales de cruceros en puertos de escala no sirven prácticamente para nada. La única función práctica que realizan es el control de seguridad, pero para eso no hace falta que un gran arquitecto diseñe un edificio emblemático.

En los puertos base, donde cada semana los barcos de cruceros desembarcan a miles de personas mientras otros miles esperan para embarcar, en una operativa denominada turnaround, es donde una buena terminal de cruceros marca la diferencia y es necesaria. Oporto acaba de abrir una terminal con capacidad para manejar 2.500 pasajeros en turnaround según su página web, lo que no parece muy impresionante si pensamos que de los 31 barcos que hay hasta el momento encargados a astilleros para construir en los próximos 5 años, solo 9 tendrán capacidad para 2.500 o menos pasajeros. El edificio es la sede del CIMAR, una unidad de investigación de ciencias marinas, además de otro grupo de investigación de la Universidad de Oporto, por lo que parte de esa bonita estructura no tendrá usos estrictamente portuarios.

¿Podría Oporto convertirse en puerto base? ¿Y los puertos gallegos? Podrían, pero es una meta francamente lejana y difícil. Para ser puerto base de cruceros hace falta cumplir una serie de requisitos que pocas ciudades alcanzan. ¿Qué se precisa para ello?

> Tener un mercado regional de potenciales clientes importante. Es decir, que en esa región y su ámbito de influencia, haya suficiente población y suficientes ventas de cruceros para nutrir cada semana de miles de pasajeros a los barcos que decidan establecer su base de temporada allí. El mercado español es el 5º mercado europeo en número de pasajeros cruceristas, y ya tiene el puerto base más potente de Europa: Barcelona, además de otros puertos como Málaga, con excelentes infraestructuras. El mercado portugués está infinitamente más lejos... Por experiencias anteriores en los puertos gallegos, sabemos que el mercado regional adolece de la potencia necesaria, aunque si bien es cierto, que esa experiencias se produjeron en la mayor crisis vivida en Europa.

> Tener un aeropuerto bien comunicado internacionalmente. Sin duda Oporto gana a los aeropuertos gallegos.

> Tener buenas vías de comunicación terrestres con el resto de regiones. Los puertos gallegos tendrán una gran ventaja sobre Oporto cuando se finalice el AVE a Madrid.

> Hay que considerar que cualquiera de las tres condiciones anteriores las cumple mejor Lisboa que Oporto.

Pero lo más importante, sin duda alguna… es tener una ruta atractiva que ofrecer a los cruceristas. Una ruta que se venda bien, con ciudades o destinos reconocidos internacionalmente que los pasajeros estén deseando conocer.

Cualquier ruta que parta desde Oporto, Vigo, o A Coruña, tiene dos posibilidades, ir hacia el Norte, donde no hay muchos puertos para hacer escala salvo que el barco cruce el Atlántico hasta el Canal de la Mancha y llegue a Le Havre o Southampton. Siendo los ingleses el 80% de los pasajeros que pasan por las costas gallegas y lusas, no tendría mucho sentido hacerles volar a la fachada atlántica para disfrutar de una ruta que “vuelve a casa”. Si la ruta deja fuera a los ingleses, habría que sostenerla con el mercado regional y alguna aportación de otras nacionalidades. Difícil, muy difícil.

Descartado el Norte, queda ir al Sur: Lisboa, Cádiz, Casablanca, Islas Canarias y Madeira. Es una bonita ruta, pero ya se hace desde Málaga, desde Palma de Mallorca e incluso desde Barcelona. Cualquier comparación en cuanto a conexiones aéreas entre esas ciudades y las de la fachada atlántica (salvo Lisboa), la ganan las ciudades mediterráneas, por no hablar de la meteorología y diferentes condiciones del mar en época estival.

Los ejes A Coruña - Oporto y Vigo - Lisboa
Tenemos, pues, sobre la mesa las dificultades que tiene ser puerto base de cruceros, cuyo último eslabón son las infraestructuras portuarias. ¿Puede Oporto en todo caso restar tráficos a los puertos gallegos? Eventualmente puede restarle algún tráfico a Vigo, pero difícilmente lo hará a A Coruña. La mayoría de cruceros que navegan por la fachada atlántica parten desde Southampton, pasan un día de navegación por el Océano Atlántico y tocan tierra nuevamente en la región mejor situada geográficamente: Galicia. Esto es así porque los cruceros tienen una velocidad máxima de 21 nudos aproximadamente, pero en realidad, navegan a 15 nudos tratando de ahorrar el máximo de combustible posible, ya que es lo que más impacto tiene en sus cuentas. Navegar directos a Oporto implica más gasto de fuel, más tiempo para llegar, y obviar dos puertos que ofrecen una excursión muy rentable a Santiago de Compostela.
Así que lo normal es que los barcos hagan escala en A Coruña y después en Oporto, o que hagan escala en Vigo, y después en Lisboa. Tan claro está esto, que las autoridades portuarias de Vigo y Lisboa han firmado un acuerdo de colaboración, y las de A Coruña y Oporto han hecho lo mismo. Pero además, un crucero que parte de Southampton, debe volver a Southampton, así que si en la navegación hacia el Sur ha hecho escala en Vigo y Lisboa, puede ser que al navegar de vuelta hacia el norte haga escala en Oporto y/o A Coruña. Estamos pues en un escenario competitivo, ciertamente, pero que cuyas características geográficas son inmutables, y delimitan muy bien el papel que cada uno va a jugar en la industria de cruceros.
Por cierto, Oporto sí que es puerto base de cruceros, y una auténtica potencia: cruceros fluviales. Tuve la ocasión de asistir al bautizo de un nuevo barco fluvial hace un mes en el Duero, donde muchas compañías europeas ya tienen sus barcos, y donde el presidente de una de estas compañías me confesó que el Duero es el rio más bello de Europa para navegar. En eso sí que no tenemos nada que hacer.

 

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