Núñez Feijóo no tiene intención de introducir cambios de calado en su Gobierno

Diego Calvo, Pablo Casado, Alberto Núñez Feijóo y Miguel Tellado. / Mundiario
Diego Calvo, Pablo Casado, Alberto Núñez Feijóo y Miguel Tellado. / Mundiario
No lo cree necesario toda vez que en las elecciones del 12-J la gestión de la actual Xunta mereció el respaldo inequívoco y mayoritario de los gallegos. E internamente nadie se los reclama. Diego Calvo está llamado a presidir el Parlamento cuando se confirme la marcha a Santalices al Senado.
Núñez Feijóo no tiene intención de introducir cambios de calado en su Gobierno

Llámasele continuismo o como se quiera. Feijóo no tiene intención de introducir cambios de calado en su gobierno. No al menos a corto plazo. No lo cree necesario toda vez que en las elecciones del 12-J la gestión de la actual Xunta mereció el respaldo inequívoco y mayoritario de los gallegos. E internamente nadie se los reclama porque todos los "barones" provinciales y los pesos pesados del Pepedegá saben quién manda en el partido y hasta qué punto es un esfuerzo inútil tratar de condicionar las decisiones del presidente en materia de ceses y nombramientos. Admite sugerencias y hasta cierto punto se deja aconsejar, pero él es quien decide esas cosas, no ya a nivel de conselleiros sino incluso un par de escalones por debajo. De ello dan fe los más directos colaboradores de Don Alberto, que en la mayoría de las ocasiones se enteran de quién entra y quién sale del gabinete casi al mismo tiempo (rara vez antes) que los interesados, o sea, muy a última hora.

No pocos observadores del cotarro político gallego situaban a Diego Calvo y Elena Candia en San Caetano. Se creía que Feijóo los premiaría por los buenos resultados obtenidos en sus respectivos feudos. Sin embargo, el presidente provincial de los populares coruñeses, persona cercana a Pablo Casado, continuará como vicepresidente del Parlamento. Así será por un tiempo, a la espera de que el baltarista Miguel Santalices sea nombrado senador por designación autonómica como colofón a su dilatada carrera política. Esa es otra especulación que viene de muy atrás y ya veremos si se confirma. Tiempo al tiempo. Candia tampoco será conselleira, por ahora. La baronesa lucense tendrá, eso sí, un relevante papel en la plana mayor del grupo parlamentario del PP, a las órdenes del veterano e inamovible Pedro Puy, cuyo brillante desempeño como portavoz reconocen incluso sus oponentes.

Los actuales conselleiros están tranquilos. Entra dentro de lo probable que todos ellos sigan en sus despachos, si bien no es descartable que se vean afectados por una remodelación de la estructura orgánica de la Xunta con la que se especula desde hace tiempo. Consistiría en un reajuste que concentre las competencias netamente económicas en una macroconsellería (con o sin rango de vicepresidencia). Un cambio que en su caso vendría justificado por la crisis del Covid-19, que reclama una concentración de esfuerzos y la coordinación estratégica para la ejecución del plan propuesto por los expertos con el fin de reactivar los sectores más afectados por la pandemia. El único candidato para ese puesto es Francisco Conde, una de las personas de mayor confianza de Feijóo y actual titular de Economía e Industria. Su idoneidad está fuera de discusión tanto en el gobierno como en el partido.

Los más conspicuos "sancaetanólogos" advierten que sería un error interpretar en clave sucesoria ese o cualquier otro movimento que pudiera producirse ahora en el equipo gubernamental. El presidente no está en eso, insisten sus allegados. Con cuatro años por delante de legislatura cómoda, no toca. Concluido y con éxito el proceso electoral, Feijóo cuelga el traje político para enfundarse el mono de gestor o de tecnócrata, como se prefiera. A la vuelta de las vacaciones, en cuanto tome posesión y confirme en el cargo a los conselleiros, piensa concentrarse en la gestión de la crisis socioeconómica, sin descuidar ni un ápice la lucha contra el coronavirus, a la que sabe que debe gran parte del apoyo recibido en las urnas de julio. Eso no le impedirá naturalmente seguir teniendo un ojo puesto en la política nacional, en la que piensa continuar desempeñando un papel activo desde su privilegiada posición de presidente autonómico con mayor apoyo popular y figura de referencia (o esperanza blanca) del centrismo conservador. A eso no podría renunciar aunque quisiera. @mundiario

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