El nuevo disco de Lana del Rey confirma un estilo basado en melodías hipnóticas

Lana del Rey./ Mr. Indie
Lana del Rey./ Mr. Indie

Quienes somos fans de Lana del Rey estamos fascinados con su música porque hay algo en ella que, sin ser original, hace que "Lust for Life", por ejemplo, suene diferente al pop.

El nuevo disco de Lana del Rey confirma un estilo basado en melodías hipnóticas

El nuevo disco me gusta mucho, especialmente las dos primeras canciones, "Love" y la que da título al disco, "Lust for life". Desde que editara su Born to die en 2012, encontré en esta cantante algo que sonaba a disidencia; una alternativa al manido pop pues aportaba decadentismo y una belleza oscura a unos temas minimalistas e hipnóticos.

Su mundo personal, con letras llenas de sensualidad y malditismo, vuelven a aflorar en este nuevo álbum en el que te sumerges de nuevo en esos espacios oníricos y psicodélicos que su voz produce como si susurrara o masticara con una aparente espontaneidad. Su porte, su forma de interpretar y cierto tono hierático la convierten en una clase de mujer fatal.

Y eso me atrae. Y también esa forma de insistir en una misma idea que repite en todos sus temas: carpe diem. La vida es jodidamente difícil; solo queda aceptarla y disfrutarla. Es una constante en todos sus discos que aquí vuelve a aparecer en canciones como "Tomorrow Never Came".

Por esa razón, su forma de cantar, su estatismo y ese distanciamiento de un pop estruendoso hacen de su Lust for life una invitación al proselitismo de su figura y de sus discos. Este nuevo trabajo refuerza la simpatía hacia sus fans haciendo que su militancia, entre ellos, yo, nos sumemos a su música sin plantearnos un porqué.

No sé si Lana del Rey pasará a la historia de la música como una renovadora del pop. Seguramente no. Sin embargo, hay algo en ella que suena a distinto y que te sume en una atmósfera de nostalgia que pocos artistas ahora mismo logran. Porque hay sutilidad en esas composiciones aparentemente sencillas. Hay una meditada provocación a que cruces el umbral que separa el bien del mal. Y eso, en estos tiempos de borreguismo de triunfitos y discípulos de los triunfitos, se agradece, la verdad.

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