Si la monarquía española garantiza su continuidad, toca que el Príncipe sea protagonista

Felipe VI, rey de España.
El Príncipe de Asturias.

El aura mítica del rey Juan Carlos I se ha desvanecido no sólo porque esté físicamente mal, sino porque ya ha dado de sí todo lo que podía. ¿Relevo a la vista?

Si la monarquía española garantiza su continuidad, toca que el Príncipe sea protagonista

Es lógico y una buena señal de humanidad que el país esté preocupado por la salud de Juan Carlos I, ya que a fin de cuentas es una persona que está sufriendo, como muchas otras en España; en su caso con la ventaja de tener todos los medios a su alcance, sin coste. Lo que que en cambio puede tener menos lógica es centrar en su figura los análisis políticos, al menos los de futuro. Si la monarquía garantiza su continuidad, el protagonista político, que no social, debe ser ahora el príncipe Felipe. Así lo exigen los tres grandes problemas de España: la crisis y el paro, la corrupción y el riesgo de secesión de Cataluña.

Si en cualquier escenario imaginable su papel debería ser relevante, más debe serlo en estos momentos en los que España está a la deriva y sin referentes en los que confiar. Se supone que está preparado para reinar y, además, tiene algo que casi nadie relevante en la política española puede decir de sí mismo: tiene las manos limpias. Se trata, por tanto, de un activo valioso, siempre y cuando España continúe teniendo una monarquía constitucional.

Una sola persona no saca adelante un país, menos aún si sus competencias están muy limitadas, pero en este caso puede aplicarse una ley física de obligado cumplimiento: el espacio vacío tiende a ser ocupado. Sucedió con su padre en algún momento de la historia reciente de España y no hay que descartar que vuelva a suceder con él algo similar, aunque no igual. Además, siendo realistas: ¿supera alguien al Príncipe?

El aura mítica de Juan Carlos I se ha desvanecido no sólo porque esté físicamente mal, sino porque ya ha dado de sí todo lo que podía. Por eso es lógico que, al ritmo que sea, aflore una alternativa, con independencia del momento que se elija para la sucesión en la Corona. El Gobierno siempre puede sopesar esa opción. Y si lo hace, a nadie le va a sorprender. Tampoco hay que perder de vista que el príncipe mantiene unas relaciones privilegiadas con infinidad de mandatarios y que ya ha prestado servicios importantes, aunque no todos ellos sean conocidos. @J_L_Gomez

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