Matrículas cum laude hay muchas, dignas de ello muy pocas

Cum laude. / GSF
Cum laude. / GSF

El debate sobre másteres y tesis oculta los problemas que le interesan a la sociedad. También, la honestidad para la gestión de los propios políticos.

Matrículas cum laude hay muchas, dignas de ello muy pocas

La tesis doctoral del actual presidente de Gobierno ha sido reconocida con la calificación cum laude en la UCJC y ha puesto en primera página algunos entresijos de la vida universitaria. Tal vez debiera empezarse por ver que, en los últimos años se ha hecho habitual que a quienes alcanzan a leer sus tesis doctorales, los tribunales universitarios les otorguen el “Sobresaliente cum laude. Con los TFGs sucede a veces lo mismo.

En los medios académicos –y en los sociales con que conectan- suena mal que estos trabajos solo alcancen sobresaliente, y más deshonor supone que no superen el notable. Más que un síntoma, causa coadyuvante principal de este fenómeno es que esta tendencia genera conflictos a mucho profesorado convocado como miembro de estos tribunales: se siente presionado por sus colegas para que se incline hacia el cum laude. Este fenómeno, del que hay testimonios en universidades públicas, es más frecuente en las privadas.

Por otro lado, no todo vale, como algunos medios pretenden entrecruzando alegremente cuestiones variopintas a propósito de las tesis y másteres en que andan citados nuestros políticos. Con el desmán que han tratado en estos asuntos –ignorando a veces protocolos básicos por los que están regidos- el riesgo colateral lo tiene la Universidad y, sobre todo, la pública. Con que todos los medios pusieran idéntica pasión en exigir a las autoridades educativas un control más exigente, mejor nos iría.

Periodismo sine laude

En este pintoresco paisaje,  tras la aparente búsqueda de transparencia en los currículos, hay una guerra abierta en la que los líderes políticos tratan de hacerse ver en los medios. Si se mira a quienes han puesto más beligerancia en este asunto no es difícil adivinar que es, además, un modo de distracción, cuando los asuntos principales de la corrupción van a estar judicializados, en particular los de la Gürtel. Los másteres y las tesis traen a las conversaciones cotidianas un exotismo peculiar que, en definitiva, hace presente el “y tú más” y que todos los políticos son iguales. Y ahora que los principales partidos tienen al frente gente joven, que se sobreentienda que la política es sucia, ayuda a que su campo quede más libre a cuantos la quieren dotada de viscosidad oscurantista.

No obstante, en este cursillo nacional que nos están dando los padres de la patria también es dado ver que los nuevos líderes no son iguales. A los de Podemos, de momento les han dejado de lado porque parecen más avezados en los protocolos académicos, aunque les han pretendido pillar no hace mucho por aspectos colaterales. A Rivera, le acaban de apear en  Barcelona de la pretensión de ser “doctorando”: que se sepa, esta inconcreción –in-significante- podrían colgársela infinidad de españoles, y más los que, por cambios de planes académicos, han repetido los cursos previos a una tesis doctoral. Y  en cuanto a Pablo Casado, no se sabe de nadie que haya acumulado en tan poco tiempo –y en medio de una polivalencia de actividades como desarrolló desde que empezó a trabajar con Aguirre- tal cantidad de titulaciones; tampoco es tan fácil encontrar a alguien que, después de poner a caldo a  sus oponentes en esta guerrilla de másteres y tesis, no hace lo que exige a los demás. Sus prisas con los demás esperan a  que el Supremo vea si hay o no causa en sus tratos con la URJC. Y en cuanto a Sánchez, su tesis en la UCJC es de dominio público. Al menos, ahí está lo que presentó como resultado de su trabajo de doctorando,  que, según parece, ha cumplido los trámites reglamentarios.

Con lo que se mueve en este capcioso rifirrafe de sospechas de plagio sembradas por Rivera –aventadas sobre todo por El Mundo y ABC–, no es poco. Lo extraño es que, interesados o no en la calidad universitaria, ya hay inquisidores excepcionalmente ocupados en dictaminar sobre la calidad que tiene esta tesis de Sánchez y, de paso, en cómo, dónde y con qué tribunal ha sido defendida. Del entorno y características de las demás tesis, artículos o libros que en la Universidad se puedan producir para la expansión del conocimiento, no dicen nada.  

¿Una Universidad cum laude?

Los ocupados en ver si esta tesis cumple determinados estándares y no es fruto de compadreo, debieran partir de los baremos en que suelen moverse de ordinario los cum laude que expiden nuestras universidades y, antes de sentar cátedra, compararlos con los que para toda tesis que se precie prescribía Umberto Eco en 1977: Cómo se hace una tesis: técnicas y procedimientos de investigación, estudio y escritura.  Ese libro todavía es útil. Y si, terminado este ejercicio de honestidad, les sigue preocupando la preparación universitaria que tengan  nuestros políticos -como fuente razonable de honesta calidad de la gestión que vayan hacer-, pidan a Pedro Duque que aterrice y exijan que tenga recursos para atender –entre otras cosas- a si en todos los departamentos universitarios está claro qué entiendan por tesis o si les vale cualquier cosa; si no son muchos los desbordados por la cantidad de DEAs, TFMs y TFGs a examinar, sin tiempo para atender bien al alumnado; si el profesorado valiooso y bien retribuido no habrá bajado sensiblemente en estos años; en qué grado la competencia e incompetencia conviven en la confrontación entre privada y pública; o qué presencia tienen nuestras universidades en el panorama internacional de investigación y docencia. Previamente, tienen algo más sencillo en que ocuparse: si los proyectos de tesis se aceptan antes o después de haberse matriculado -porque no es lo mismo-,  y si lo que se impone a los decanos en múltiples ocasiones –tanto en másteres como en tesis-, es que quien paga una matrícula tiene derecho a s título correspondiente.

Tengan por seguro que –reconózcase cum laude o sine laude- a cuantos se empeñen en esta línea de investigación periodística no les faltará trabajo, y que a todos los ciudadanos nos vendrá muy bien. @mundiario

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