Masacre gusta porque es un personaje que parodia la naturaleza del superhéroe

Deadpool./ Marvel
Deadpool./ Marvel

El éxito de un personaje como Masacre radica en la escenificación que implica la parodia de la propia naturaleza del superhéroe.

Masacre gusta porque es un personaje que parodia la naturaleza del superhéroe

La evolución de los superhéroes de cómics estos últimos años ha llevado a la construcción de varios prototipos de personajes, donde los justicieros pasan a convertirse en una clase de detective negro con superpoderes o en dioses cuya mística desafía no solo las leyes físicas sino el propio devenir de la historia.

Estas transformaciones se deben principalmente a la búsqueda de un público lector que no sea el mero adolescente. En esa búsqueda de psicologías cada vez más complejas y profundas, existe también una versión iroónica y humorística que invierte esos ideales de justicia a favor del bien platónico en una percepción banal y vulgar de la propia concepción del supèrhéroe.

El legendario Watchmen ya puso en crisis la utilidad de una sociedad supervisada por superhéroes y la serie The Boys fue un poco más allá mostrando de una forma grotesca la hipocresía y la doble moral de los mutantes. Masacre (Deadpool) no deja de ser un justiciero, pero su pasado accidentado, su ruinoso aspecto y una mutación que le permite ser inmortal no están reñidos con un sentido de la moral que está al servicio de su esquizofrenia y de un humor negro que mira a la vida con pesimismo y frivolidad. Con cierto parecido a Spiderman hasta en los chascarrillos, la creación de Rob Liefeld otorga a Marvel esa capacidad para reírse de sus propios productos, de sus salvadores y villanos.

Masacre interactúa con el lector, opina a varias voces y siempre toma la peor de las decisiones para solucionar los conflictos, que al final, por azar y por mala leche, acaba resolviendo. Lascivo y sin complejo alguno respecto a su leproso aspecto, el personaje es un reflejo del buen momento que, a partir de los noventa,experimentó gran parte del mundo del cómic, haciendo de este personaje una especie de crítico puñetero hacia el propio género y quienes lo componen.

Estamos ante un despojo en el que se focalizan todos los defectos de los superhéroes y que terminan por convertirse en virtud, en una maldita virtud para tan bendito despojo.

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