La mafia que nos une, la nueva novela de Anny Peterson, renueva el género romántico

La mafia que nos une./ A.P.
La mafia que nos une./ A.P.

Llena de mordacidad, la escritora de La droga más dura, nos presenta una nueva obra que rompe con el romanticismo más ñoño y caduco.

La mafia que nos une, la nueva novela de Anny Peterson, renueva el género romántico

No hay nada previsible en Anny Peterson. Su anterior novela, La droga más dura, supuso un punto de inflexión dentro de la narrativa romántica y erótica que se prodiga en Amazon, según muchos booktubers.

Yo, que no soy de moverme mucho por estos lares, lo he leído y debo añadir que la autora, con la que hablo con frecuencia, además de inteligente y sagaz, me pone. Y mucho. Pero no son solo esas las razones por las que me he atrevido a leer su nueva obra, publicada en digital por Penguin Random House, sino que esa novela es something different.

Como he dicho, no hay nada previsible en ella y lo mejor de todo es que su nuevo libro, sin eludir los convencionalismos del género romántico, está lleno de pícaros y desternillantes momentos en los que el romanticismo más baboso queda a la altura del betún.

Porque, en La mafia que nos une, como en La droga más dura, Anny no se anda por las ramas; hace una lectura mordaz y tragicómica de los sentimientos, dotándolos de un realismo cotidiano que hace saltar por los aires príncipes y princesas.

Si algo destaca en La mafia que nos une, es ese rompecabezas a lo Montesco y Capuleto en el que los personajes se involucran como suicidas que tientan constantemente a la suerte para sacar provecho de cualquier situación en la que el dinero, el vicio más absurdo y el sexo campan a sus anchas.

Si algo destaca, además, en La mafia que nos une, es la ligereza de los diálogos y una tenacidad interactiva, donde los protagonistas femeninos se convierten en heroínas, condenadas a vivir la aventura de sus vidas bajo los efectos del chantaje emocional, el sexo y una dosis de amor en vena, que unas veces se toman más en serio que otras, pero convirtiendo la novela en un entretenimiento audaz que, sin rozar la boutade, dignifica un género donde la ramplonería y los argumentos a lo Pretty Woman han hecho demasiado daño.

La apuesta de Penguin Random House es valiente y más de una de esas cotizadas autoras de romántica y melodrama debería pasarse por las novelas de Anny Peterson, no para aprender, sino para saber que hay otras maneras de hacer las cosas y de ser rabiosamente moderna dentro de la romántica, sin necesidad de apelar a la cursilería o al aquí te pillo,aquí te mato.

La mafia que nos une se ríe de todo ese glamour rancio y obsoleto para adentrarnos en juegos de principales y secundarios en los que el ritmo frenético de acciones y la sucesión de espacios no están reñidos con ese barroquismo simpático y nutrido de ironía que alimenta el deseo entre los protagonistas.

Un tributo al cine y un interés perspicaz por rendir tributo a la novela romántica, pero sin el emperifollado lenguaje de lo casposo, hacen de esta nueva obra una delicia, una suave y melosa dosis de azúcar a la que no le falta ese áspero y lacerante regusto a wasabi.

Sinopsis:

Después de cinco años trabajando como detective privado en Nueva York, Noa vuelve a casa para rehacer su vida tras resolver un traumático caso. Y, aunque el regreso a España no será fácil ya que dejó un par de asuntos pendientes con nombre propio, pronto se dará cuenta de que, en la sombra, alguien busca venganza.

Casualmente, la única persona que podrá esconderla de una muerte segura es su mayor enemigo de la infancia...

Pero aquel niño que le hacía la vida imposible ha cambiado y la atracción que surgirá entre ellos será más peligrosa que cualquier persecución por parte de la Mafia.

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