El juego de querer ser quien no es e imitar a los demás tiene mucho peligro

Pintura de imitación
Pintura de imitación.

Aquel chico fue creciendo e iba para pintor, pero su vocación se vio truncada por una jirafa. Por una jirafa sí, no se me queden mirando así.

El juego de querer ser quien no es e imitar a los demás tiene mucho peligro

El sol estaba a punto de comenzar a brillar como el fuego y eso creaba en aquel muchacho una relajación absoluta. Tal era la calma que sentía en el alma en aquel momento que quiso hacer una pintura que, a sus quince años, no estaba nada mal por cierto.

Aquel chico fue creciendo e iba para pintor, pero su vocación se vio truncada por una jirafa. Por una jirafa sí, no se me queden mirando así.

Y es que la historia tiene tela, sí, sí, mucha. No se le ocurrió al desdichado animal más que tirarle un cacahuete, se ve que no se lo quería comer porque debía estar muy amargo. Animalito.

Tal era la fuerza del proyectil que le dio en toda la cocorota, perdiendo así parte de la elasticidad de la piel, aquella que le proporcionaba al muchacho ese porte y esa belleza que le distinguía de otros. Otros, que al igual que la jirafa tenían muy mala leche y le recomendaron que se pusiera mango en la cara, al que era alérgico. El desastre fue monumental. Todos querían ser igual de guapos que él.

Y es que el juego de querer ser quien no eres tiene su riesgo.

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