Inteligencia de riesgos ante eventos raros: capacidad escasa pero necesaria

Cuatro ciclones tropicales simultáneamente en el Océano Pacífico/ NASA/NOAA GOES Project
Cuatro ciclones tropicales simultáneamente en el Océano Pacífico. / NASA/NOAA GOES Project

Los recientes huracanes inéditos e inusuales recuerdan que todos, directivos en empresas y gobiernos, pueden incrementar su inteligencia de riesgos para manejar mejor la incertidumbre.

Inteligencia de riesgos ante eventos raros: capacidad escasa pero necesaria

Los recientes huracanes inéditos e inusuales recuerdan que todos, directivos en empresas y gobiernos, pueden incrementar su inteligencia de riesgos para manejar mejor la incertidumbre.

Eventos raros: inéditos o inusuales ocurren en el mundo. Al final de agosto de este año, los satélites de la NASA y de la NOAA recopilaron imágenes de algo nunca antes visto por el ser humano: tres huracanes, categoría cuatro en la escala Saffir-Simpson, ocurriendo de manera simultánea en el Océano Pacífico: Kilo, Ignacio y Jimena. Este tipo de ciclones tropicales son capaces de causar daños extremos por sus vientos que alcanzan desde 210 hasta 250 kilómetros por hora.  La mayoría de quienes supimos de la noticia no terminábamos de reflexionar sobre el hecho inédito cuando, el primer día de septiembre, se formó la Depresión Tropical 14-E frente a las costas de México, la cual  llegó a completar otro escenario nuevamente inédito: cuatro ciclones tropicales simultáneamente en el Océano Pacífico.

En una publicación anterior escribí que el fenómeno de El Niño puede incrementar e intensificar los ciclones tropicales en el Océano Pacífico; no imaginé lo que las imágenes satelitales nos han mostrado recientemente. Estos hechos raros confirman la incertidumbre asociada a  la variabilidad climática.

Pero no sólo hay eventos inéditos este año, simultáneamente ocurrió un evento inusual en el otro extremo del planeta. En el Océano Atlántico se formó el huracán Fred, frente a las costas de África; el primer huracán en Cabo Verde desde el año de 1892.

Tan ciego es aquel que dice que el futuro no es importante como aquel que afirma conocerlo. Los eventos inéditos e inusuales que hemos visto este año me sirven para traer a la mente las ideas del psicólogo Dylan Evans, quién acuñó el concepto de inteligencia de riesgos (IR). La IR es una capacidad cognitiva que  –según el mismo Evans-  es muy rara en la mayoría de las personas; yo agregaría que incluso es poco común aún entre quienes son llamados expertos en riesgos.

La mayoría de las personas queremos saber sobre las buenas y las malas noticias que nos depara el porvenir, pensamos en cómo será el futuro y lo hacemos basados en información incompleta. Lamentablemente –dice Evans- décadas de investigación indican que los humanos no somos muy buenos para prever los hechos desagradables del futuro. Sin embargo, también hay que decir que los rasgos de la IR son poco comunes pero se pueden incrementar a través de ciertos métodos.

En el ámbito de las catástrofes, se suelen consultar fuentes de conocimiento sobre peligros, bienes expuestos y datos sobre vulnerabilidades. Esa información sirve para tomar decisiones útiles para reducir daños y pérdidas posibles. Ese es el enfoque de la gestión de riesgos, considerado el nivel básico de la IR, y que es similar a una estrategia defensiva en el futbol: es como colocar a todo el equipo frente a nuestra portería para evitar goles. Se trata de no perder.

El siguiente nivel de la IR consiste en admitir lo que no se sabe sobre el riesgo, es conocer los supuestos que empleamos para llegar al conocimiento actual y hacer explícitos los trucos aplicados para conocer el riesgo. La incertidumbre se esconde en esos trucos y en nuestra incapacidad de conocer todo el futuro. Si bien es cierto que el futuro no es conocible, si  –en cambio- podemos imaginar varios futuros posibles. La IR establece procesos para conocer más sobre esos futuros posibles, no sólo desde la perspectiva física, también en los ámbitos social y psicológico.

Pocos saben manejar la incertidumbre porque desde niños se nos enseña a buscar la verdad y no a utilizar etiquetas verosímiles de manera sensata. Así, la incertidumbre parece sólo desgastar al cerebro desatando nuestras contradicciones. Además, no sabemos cocinar soluciones sazonadas con una combinación óptima entre riesgos y beneficios, esto se debe a que cuando aprendemos a "no perder” lo hacemos de manera  separada de “ganar justamente”. Nos urge desaprender.

Del saber al hacer. Saber lo que sabemos y reconocer lo que no sabemos sobre una situación de riesgos es un rasgo característico de las personas con alta IR. Sin embargo, saber no es sinónimo de hacer. Regresando a Evans: “hay personas con una inteligencia orientada al riesgo muy alta, que saben tomar decisiones a partir de lo que saben y de lo que ignoran, y que crean soluciones inmediatas y útiles para enfrentar dichas experiencias".

La presencia del Huracán Fred en Cabo Verde me llevó a consultar el Catálogo Histórico de Desastres Agrícolas en México, publicado por el Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en Antropología Social (CIESAS). Allí encontré que en 1892 hubo muchos eventos desastrosos. Hay 82 citas que hablan sobre heladas, plagas, viento, sequía, inundaciones, huracanes, nevadas y particularmente mencionan una escasez generalizada de granos en gran parte del país.

En 1892 nevó en la Ciudad de México, un huracán se desató sobre Sonora, el río Bravo se desbordó en Matamoros, igual el río Tecolutla y un ciclón afectó Orizaba en Veracruz. Algunos de eso hechos pudieron ser inéditos para los habitantes de aquel entonces.

Es curioso, pero me pregunto ¿por qué consulté ese catálogo? Pues para buscar en el pasado información que me ayude a imaginar algún futuro posible. Dicho lo anterior, una pregunta surge al ver los datos ¿se podrían repetir -en 2015- alguno de los eventos ocurridos en 1892? Y una respuesta rápida llega a mi mente: no es posible hacer una correlación “verdadera” con estos datos.

Durante  años  de  El Niño, aumenta  el número de huracanes  en el Pacifico, hay sequías e incendios y particularmente se ha visto una mayor incidencia de frentes fríos y lluvia en la zona norte y centro de  México

 

Pero ¿qué pasa si ahora agrego otros datos conocidos sobre El Niño en México? Según Víctor Magaña, experto del Centro de Ciencias de la Atmósfera de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), las relaciones  estadísticas sugieren que, durante  años  de  El Niño, aumenta  el número de huracanes  en el Pacifico, hay sequías e incendios y particularmente se ha visto una mayor incidencia de frentes fríos y lluvia en la zona norte y centro de  México.

A estas alturas, una vocecita comienza a preguntarme si va a nevar este invierno en casa, en la Ciudad de México. Nuevamente me respondo con rapidez: no lo puedo saber, no todos los eventos El Niño producen la misma respuesta y además yo nunca he visto nevar en la Ciudad de México.

Cambiando un poco de tema, ahora les quiero compartir que mi esposa es de una región de México dónde el clima es tropical. Ella sufre mucho con el frío y por eso comienzo a pensar que tengo que hacer algo. Tal vez deba conseguir un préstamo para tirar un muro de la casa y comenzar a construir una enorme chimenea, pero en la Ciudad de México esa sería una acción muy irresponsable puesto que la contaminación atmosférica se incrementa en invierno. También podría analizar las cosas de manera más optimista y pensar que estoy exagerando, que todo esto que imagino es -en realidad- un desvarío fruto de leer tantos libros sobre riesgos: tal vez estoy imaginando de más y no debería hacer nada.

Finalmente, después de reflexionar, me parece que algo más inteligente sería comprar ropa térmica,  botas e incrementar la calefacción en casa. Mejor aún, podría enviar ésta publicación a su amplia lista de hermanas y amigas con el objetivo de sugerirles que, en la próxima navidad, no olviden regalarle alguna de esas prendas para el frío. Ésta sería, tal vez, una buena decisión tomada a partir de lo que conozco y de lo que ignoro.

Seguir adelante conscientes de lo que se sabe y calculando sensatamente sobre lo que desconocemos puede evitarnos malas noticias. La IR es una habilidad que, aun siendo poco frecuente, debemos desarrollar todos, pero especialmente los directivos en las empresas y los gobiernos. Es una capacidad indispensable que se debe cultivar en toda profesión relacionada con los riesgos. Lo anterior, parece más necesario si pensamos en que los eventos inéditos e inusuales nos podrían estar anunciando el inicio de una época de mayor incertidumbre.

¿Cómo está tu inteligencia de riesgos?

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