¿Pueden ser unas nuevas elecciones una increíble estupidez?

Caricaturas de Pedro Sánchez, Pablo Casado, Pablo Iglesias, Albert Rivera y Santiago Abascal. / Mundiario
Caricaturas de Pedro Sánchez, Pablo Casado, Pablo Iglesias, Albert Rivera y Santiago Abascal. / Mundiario

¿Alguien en el PSOE se ha parado a pensar en lo que supondría la victoria perfectamente posible de la derecha si se convocan nuevos comicios?

¿Pueden ser unas nuevas elecciones una increíble estupidez?

Carlo María Cipolla fue un historiador economista italiano conocido por haber pergeñado “Las leyes fundamentales de la estupidez humana”. La tercera de estas leyes dice: “Una persona estúpida es aquella que causa pérdidas a otra persona o grupo de personas sin obtener ninguna ganancia para sí mismo e incluso incurriendo en pérdidas.”

¿Qué ocurriría si Pedro Sánchez fuerza unas nuevas e inminentes elecciones? Pueden darse tres posibles situaciones:

Primera y la más favorable para los intereses del convocante: PSOE sube unos escaños, Unidas Podemos baja unos escaños. En cualquier caso, los Socialistas jamás de los jamases llegarían a la mayoría absoluta. Así pues, seguirían dependiendo de UP. Esto es, volverían a estar en la misma situación actual pero con más ojeras y muy poquitas ganas de verse (menos incluso que ahora, seguramente).

Segunda y la más favorable para Unidas Podemos: que el reparto de escaños no varíe ostensiblemente. De nuevo las ojeras y las pocas ganas de encontrarse frente a frente.

Tercera y más favorable para los otros: Que los más hastiados votantes de la izquierda se vayan de excursión el día de las elecciones y, en consecuencia, gane la derecha. Yo lo veo tan probable o más que los supuestos 1 y 2.

Llega el día después y entonces… Pedro Sánchez reconoce su estupidez, le salen más canas de golpe y dimite con cara de chico incomprendido.

Pablo Iglesias se encoje de hombros, se declara monje tibetano y decide volcarse en su ya numerosa prole. 

Los ciudadanos progresistas se mesan lo cabellos, evocan a todos los muertos de los políticos de izquierdas y se sumen en la depresión más profunda que un psicoanalista freudiano pueda concebir.

Los políticos y afiliados de las derechas desencajan sus mandíbulas de tanta risotada incontenible que compartirán bajo el éxtasis del poder recuperado mientras se frotan las manos ante el enorme botín a repartir.  

Falta el país, claro. Pero es que, a estas alturas, ¿quién piensa en el país? @mundiario

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