Incertidumbres en Europa, EE UU y China podrían frenar la economía global en 2019

Feliz 2019. / FrAn LaReo para Mundiario
Feliz 2019. / FrAn LaReo para Mundiario

Las previsiones macroeconómicas apuntan a un año complicado, con varios frentes abiertos como el Brexit, la guerra comercial entre EE UU y China, y la retirada de liquidez de los bancos centrales. La UE sigue sin un presupuesto conjunto, suficiente para acometer las reformas estructurales pendientes.

Incertidumbres en Europa, EE UU y China podrían frenar la economía global en 2019

Cuando el año apura y el calendario toca a su fin, porque llega 2019, es hora de hacer balance del pasado y formular buenos propósitos para el futuro.

Comenzando por lo primero, el arqueo de 2018 en lo económico no resulta sencillo de resumir, porque el mundo vive en una vorágine que devora cualquier análisis pausado.

Punto de inflexión a una fase expansiva

El año 2018 quedará marcado en el calendario como punto de inflexión a una fase expansiva del ciclo económico, que dará paso a un crecimiento más moderado.  Lo ha advertido la OCDE, que prevé una bajada del crecimiento mundial de dos décimas, desde el 3,7% al 3,5% en 2019; lo ha adelantado el Banco Central Europeo (BCE), que rebajó las expectativas del crecimiento de la UE al 1,7%, y acaba de decirlo también el Banco de España, que prevé que el PIB español sea tres décimas inferior al de 2018 y caiga hasta el 2,2% en 2019, aunque siga por encima de la UE.

BCE. / ecb.europa.eu

BCE. / ecb.europa.eu

La economía es global y se revela poliédrica y multipolar, todo está interconectado, para bien o para mal. No hay más que ver el comportamiento de las bolsas, con caídas en las cotizaciones que han teñido de rojo el parqué, lo que conlleva pérdidas de capitalización en casi todas las carteras, a pesar de que la economía real ha crecido. Buen termómetro el de los mercados de valores para adelantar que algo va mal y seguir pendientes de la retirada de liquidez de los bancos centrales.

China y EEUU

La incertidumbre y la desconfianza de los mercados tiene varios focos: el primero de ellos viene de China, el cambio de su política económica más volcada en el comercio interior y menos en el exterior arroja dudas sobre sus resultados, al menos a corto plazo. Si a esto se une la guerra comercial abierta que mantiene con EE UU –o mejor dicho los EE UU con China– hay dos ingredientes perfectos para que el cóctel acabe sabiendo a una desestabilización económica.

A esta desestabilización tampoco ayuda en Europa la situación de interinidad y tensión que se empeñan en mantener alguno de sus socios, con el Brexit latente y sin resolver, los populismos alentando la ruptura en países como Italia, la  pérdida de poder de Merkel por su anunciada marcha y la amenaza de los chalecos amarillos para Macron.

Estos y otros factores hacen difícil –por no decir imposible– avanzar sobre un presupuesto conjunto de la UE que sea capaz de acometer las reformas estructurales pendientes.

Junto con estos aderezos, la guinda de los desafíos externos que están latentes tiene el nombre propio de una crisis abierta con Oriente Medio y Rusia, que no se afrontará, como mínimo, hasta después de los comicios europeos de mayo.

Síntomas de agotamiento

En definitiva, la economía muestra síntomas de agotamiento, los emergentes lastran las expectativas de crecimiento, la desconfianza inunda el mercado, la extensión de los aranceles puede dañar gravemente a las economías exportadoras –incluida la alemana– y los instrumentos monetarios expansivos van a llegar a su fin.

Todo ello se da en un contexto de fuerte endeudamiento público, bajo ahorro privado y un crecimiento en la ocupación mucho más modesto que el registrado en 2018. Este será, sin duda, el gran reto al que se enfrente España, junto con el mantenimiento del Estado de Bienestar en manos de las comunidades autónomas que, por cierto, siguen esperando la reforma de su sistema de financiación, de igual modo que las entidades locales.

El reto del progreso técnico

Además de una gestión eficiente de los recursos públicos, el país tiene ante sí el reto de encarar y afrontar el progreso técnico desde la primera línea, ganando en productividad real y empleo, para retomar la senda de la convergencia con las sociedades más avanzadas.

La capacidad para competir puede medirse a través de distintos índices pero como señaló el exministro francés Hubert Védrine, conviene no confundir eso con la evolución individualizada de los agregados macroeconómicos. Las regiones parecen conformarse con recuperar su nivel crecimiento en términos de PIB, y  olvidan equilibrar las cifras de empleo y desigualdad de antaño. 

Es bueno recordar que en economía los crecimientos pasados no garantizan mimetismos futuros y, como decía Kurt Lewin, "si quieres entender algo de verdad, intenta cambiarlo". No está mal como buen propósito de futuro, aún estamos a tiempo. @mundiario

Comentarios