Huerga & Fierro edita Sueños de lirios, Antología de poetas locos

Portada de Sueños de Lirios.
Portada de Sueños de Lirios.

Este volumen, al cuidado de Óscar Ayala, reúne a 101 poetas de los últimos dos siglos, con los que podremos sumergirnos en el insondable abismo del delirio.

Huerga & Fierro edita Sueños de lirios, Antología de poetas locos

Este volumen, al cuidado de Óscar Ayala, reúne a 101 poetas de los últimos dos siglos, con los que podremos sumergirnos en el insondable abismo del delirio.

Ay, Dios mío, qué solos se quedan los locos.

                         Leopoldo María Panero.

Martín Adán, Antonin Artaud, William Blake, Gérard de Nerval, Leonora Carrington, Pedro Casariego, Paul Celan, Scott Fitzgerald, Raúl Gómez Jattin, José Agustín Goytisolo, Friedrich Hölderlin, Jack Kerouac, Rodrigo Lira, Robert Lowell, Malcom Lowry, Francisco Matos Paoli, Alda Merini, Yukio Mishima, Edvard Munch, Leopoldo María Panero, Fernando Pessoa, Alejandra Pizarnik, Sylvia Plath, Edgar Allan Poe, Theodore Roethke, Amelia Rosselli, Anne Sexton, August Strindberg, Dylan Thomas y Unica Zürn, son algunos de  los 101 autores que dan cuerpo y significado a Sueños de lirios, Antología de poetas locos (Huerga & Fierro editores, 2018), al cuidado de Óscar Ayala, con introducción de María Castrejón –poeta incluida en esta antología- y diseño de cubierta de Pedro A. Lara García.

Se trata de un sorprendente volumen de casi seiscientas páginas,  en el que los versos fluyen con tal propiedad que es  como si desearan salir de su cauce para emprender un viaje hacia el infinito.

Un extracto de la “Carta a los directores de los asilos de locos” de Antonin Artaud y dos citas muy apropiadas -una de Antonio Machado y otra de Lord Byron- cumplen su cometido corroborando el mensaje introductorio de la poeta María Castrejón y el del epílogo realizado por Óscar Ayala.

Óscar Ayala. / Cedida

Óscar Ayala. / Cedida

Hay clamor y desasosiego en los poetas aquí seleccionados. A través de sus poemas -dotados de una extraña y creíble lucidez-, podremos sumergirnos en el insondable abismo del delirio, por lo que estos Sueños constituyen un fiel reflejo de la vida y la obra de estos poetas locos.

En Sueños de lirios hay buena poesía; poesía plagada de dolor, soledad y desesperación. Transcribo como ejemplo unos versos del poema “El loco”, de Valentín Chacártegui: “Un manto de cielo azul sobre las paredes verdes/ y tú temblando lloroso, / mordiéndote el puño, volviendo a la niñez.” Sí, hay mucho dolor aquí. De hecho, María Castrejón nos dice en su introducción que “La escritura es una tabla de salvamento, podríamos decir que es el tablero sobre el cual cada poeta mueve sus fichas sin pudor; el papel es su interlocutor válido. Es el lugar donde puede aullar sin ser castigado, donde el estigma se transforma en arte.”

Me fascina la desbordante e incontenible emoción que manifiestan estos poetas que cabalgan entre la lucidez y la anarquía, la contención y el exceso. En suma, una explosión de sentimientos y pensamientos exteriorizados con sensibilidad y sin tapujos en una honesta lucha interior. Cito estos versos notables de Anne Sexton extraídos de su poema “Huye en tu asno”, traducido por Elisa Ramírez Castañeda: “Anne, Anne, /huye en tu asno, /huye de este triste hotel, /móntate en alguna bestia de pelo, /galopa hacia atrás presionando/ tus nalgas en sus flancos, /siéntate de algún modo en su torpe trote”. La lectura de este libro transmite, pues, una naturalidad salvajemente controlada y una melancolía que seduce y provoca vértigo. Las notas biográficas, elaboradas de forma tan detallada y precisa, me resultan fidedignas y, a veces, oníricas, como en el caso de William Blake, “(…) el que ya a los cuatro años viera a Dios en su ventana, observando el entierro de un hada en el pétalo de una rosa (…)”. No solo me llaman la atención la exactitud y el estilo depurado de estas notas, también los datos interesantes que aportan.

Los poemas escogidos -salvo excepciones-, no son los más nombrados de cada autor, y esta opción, que creo acertada, ampliará el criterio que el posible lector pueda tener de los poetas seleccionados. Pongo como ejemplo a Paul Celan. Pocos serán los lectores de poesía que no hayan leído su célebre “Fuga de muerte”, pero habrá muchos que no conozcan “Habla también tú…” en traducción de José Ángel Valente, o el titulado “La palabra dolor”, traducido por José Luis Reina Palazón.

Por otra parte, el epílogo que nos ofrece Óscar Ayala, explica el porqué del subtítulo y el motivo de esta publicación: “(…) coincidiendo con la muerte de Panero, es una conversación con el editor la que determina que esta obra puede tener un indudable atractivo para salir a buscar nuevos lectores de poesía. Y es esa la única justificación de tanto trabajo”.

Asimismo, Ayala enumera los criterios de selección y se refiere a las personas involucradas en la finalidad de este proyecto, dejando claro, con honradez y generosidad, que “es esta una obra que no pretende demostrar nada, que se sabe incompleta y caprichosa pero que, sin embargo, aspira a sugerir, que es al fin y al cabo el modo de enseñanza que tiene la poesía. Porque es una obra poética, que nadie se lleve a engaño: no es un estudio ni un ensayo ni nada por el estilo. Por  fortuna, se ha ido escribiendo entre muchos, un buen equipo de traductores y recopiladores que por voluntad propia no ha querido que su nombre aparezca bajo los textos de los cuales se han responsabilizado, precisamente para que forme parte de este colectivo, pero que por justicia hemos de nombrar: Jorge López Asensio, Aurora Parrilla, Carmen Martín, María pía González, José Luis Aguinaco, Olga Aparicio, Jaime Sanchidrián, Xema Egea y tantos otros. Gracias a todos ellos. Ha sido una aventura preciosa: ahora, que otros la continúen desde donde quieran”.

Gemma Artasu Peris, en Llena, pues, de palabras mi locura (Editorial Base, 2009), dice: “De la locura, y las múltiples locuras, me interesan esas palabras que narran el particular viaje al infierno de la mano del delirio creativo de quienes las han padecido”. Y Óscar Ayala escribe en el epílogo de este libro que reseño: “(…) nos interesa que exista una diferencia, una anormalidad, en la percepción del mundo y en su posterior enunciación, y que se caracterice por su no sujeción a las reglas del lenguaje o de la propia razón; es más, nos interesa la autoconciencia de esa anormalidad y la reflexión sobre el proceso de conocimiento basado en la misma. Eso es, para nosotros, un loco literario”.

Queridos lectores y queridas lectoras: les invito a acercarse a estos Sueños de lirios; sueños que reflejan el tormento y el deleite causados por el talento creativo, como Los lirios que Vincent Van Gogh pintó durante su estancia en el sanatorio de Saint-Rémy. @mundiario

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