Hoy como ayer, la historia se repite

Euros
Euros.

España sigue siendo algo muy parecido al hijo pródigo.

Hoy como ayer, la historia se repite

La historia de la Hacienda Pública española podría resumirse sencillamente: búsqueda permanente de recursos financieros para cubrir los crónicos déficits presupuestarios originados por las veleidades guerreras y colonizadoras de nuestros gobernantes, durante una buena parte de la historia. Naturalmente, lo dicho es un eufemismo detrás del que se esconde algo verdaderamente importante: un creciente endeudamiento.

Esta forma de vida tuvo sus consecuencias, en forma de repetidas suspensiones de pagos en las que incurrió España a partir de los Reyes Católicos, cuyas arcas quedaron exhaustas tras los gastos ocasionados por la unificación de España y el descubrimiento del Nuevo Mundo. Resulta llamativo, que la ingente riqueza de oro y plata y los nuevos productos traídos desde las colonias, no fueran suficientes para hacer frente a los gastos de esas ambiciones imperialistas. Algo se hizo mal, obviamente.

La penuria financiera continuó con Carlos I e hizo aguas con Felipe II, durante cuyo reinado España fue insolvente en tres ocasiones. Y a partir de aquí, los incumplimientos de los pagos de la deuda soberana continuaron con Felipe III, Felipe IV, Carlos II, Carlos IV, Fernando VII (independencia de las colonias americanas) e Isabel II (crisis del ferrocarril).

La última suspensión de pagos española tuvo lugar al finalizar la guerra civil de 1936, cuando Franco se negó a reconocer la deuda de la   República. Hasta en 13 ocasiones España incumplió las obligaciones inherentes a su deuda pública. ¿Habrá un decimocuarta ocasión?, se preguntan algunos.

Durante varios siglos los banqueros alemanes, genoveses, portugueses y españoles -lo más parecido a los llamados “hombres de negro” de hoy-, prestaron a la Corona española  a cambio de unas altas tasas de interés y con unas garantías que, en determinados momentos, alcanzaban a la recaudación de determinados ingresos públicos. Hoy la situación sigue siendo muy parecida y la banca de España es la UE, además del mercado en general.

Determinados informes concretan el déficit de las administraciones públicas para el año 2020 en un 10,8 por ciento del PIB y del 7,1 % para el año 2021; por otra parte, las estimaciones de descenso del PIB para los mismos años son, respectivamente, en torno al 5% y al 4%. Último dato: PIB del año 2019, 1,244757 billones de euros.

Con estos datos y unos sencillos cálculos el lector puede calcular el déficit global de las administraciones públicas para los años 2020 y 2021. Les invito a hacerlo, con cuidado, porque hay muchos ceros; se quedarán atónitos al ver el resultado. No quiero asustarles; asústense ustedes solos.

¿Cómo se financiará ese déficit?; pues con la supuesta ayuda a fondo perdido de la UE y con más deuda, no hay más soluciones. El presupuesto español no funciona conforme al popular dicho “la tripa de Jorge lo mismo estira que encoge”, “son habas contadas”, dice también el refranero español. Y así las cosas, ¿intentará el duetto que nos ¿gobierna? estirar el presupuesto para más igualdad, más chiringuitos, más pesebres, más cooperación internacional con los amigos, más condescendencia con los virreyes territoriales que piden y no callan?, ¿les afectarán a sus bolsillos privados y a los de todos sus adláteres las normas de los “hombres de negro”?

Supongo que la UE impondrá sus condiciones  a la hora de “dar a fondo perdido” y prestar a las cigarras alegres y cantarinas –léase, entre otros, España e Italia. Esas condiciones serán necesarias para atar corto a los que nos ¿gobiernan?, y al menos tan duras como las impuestas a Grecia hace unos años, pues nuestra economía en relación con la griega es en torno a cinco veces mayor. Ustedes tendrán en su cabeza algunas de esas drásticas medidas; aquí también pueden llegar. Allí, afortunadamente, Varoufakis se marchó por no estar de acuerdo con “los hombres de negro” y Tsipras aceptó con realismo las condiciones impuestas. @mundiario

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