¿Gobiernos de coalición...? ¡No, gracias!

António Costa y Pedro Sánchez. / Mundiario
Antonio Costa y Pedro Sánchez. / RR SS

Antonio Costa –el Pedro Sánchez portugués–, ya ves, tomó la acertada decisión de poder dormir tranquilo por las noches...

¿Gobiernos de coalición...? ¡No, gracias!

No es verdad que este Gobierno sea el primero de coalición desde que se instauró la democracia, oye. Lo proclaman una y otra vez los Pablos, ya sabes, Echenique e Iglesias, en uno de esos inocentes lapsus de estos chicos que, casualmente, a base de repetirlos mil veces acaban calando en la opinión pública y la opinión publicada, dicho sea sin ánimo de establecer odiosas comparaciones con el nocturno, alevoso y siniestro método de Herr Goebbels, de tan infausto recuerdo en la historia.

Lejos de mi la funesta manía de corregir a dos lúcidas cabezas como la de Echenique, que se apuntó el otro día en El Congreso al elenco nacional de científicos, o a esa otra de Iglesias, que recorrió los platós de las cadenas de televisión restregándole a sus adversarios de tertulias su deslumbrante expediente académico. Tampoco existe la mínima intención por mi parte de rebajar esa afirmación a la denostada categoría de “bulo”, que tanta inquietud le produce al inquietante ministro Grande-Marlaska. Y, si les soy sincero, incluso me conmueve tener que aludir a un antecedente de Consejo de Ministros multicéfalo, con la ilusión que les hace a estos chicos haber sido la excepción en la regla de gobiernos monocolor en este último tramo histórico de cuatro décadas en modo Cánovas/Sagasta.

Hombre, sí, no es mentira cochina que este sea el primer gobierno de coalición postelectoral, pero tampoco es toda la verdad y nada más que la verdad que no haya habido un precedente de un peculiar gobierno de coalición concebido en campaña preelectoral. A este de ahora, lo llamamos de coalición, pero no deja de ser una “cama redonda” de socialistas, populistas, comunistas, etc, en plena fiebre de promiscuidad ideológica y batiéndose en duelo permanente por ver quién pilla “cacho”. Y aquel de entonces, el pionero de UCD en aquel tiempo que llamábamos de la Reforma, en el fondo eran los mismos perros con distintos collares tardofranquistas, falangistas, liberales, demócrata-cristianos, socialdemócratas y gente así, cuya única diferencia con los de ahora es el camino que tomaron para asaltar los cielos, a ver si me entiendes, pero cuyo denominador común es la inercia de ese tipo de “manadas” con exceso de testosterona política que suelen acabar como el rosario de la aurora.

Los Pablos podrán decir lo que quieran, naturalmente. Pero cuanto más usen y abusen del amor con el Presidente ante Dios, la historia y los chicos de la prensa, más indicios trasmiten al personal de que son extraños compañeros de cama, condenados a que se les rompa el amor una mañana gris, al abrazarse, como le ocurrió a la malograda Rocío Jurado. Ahora, claro, con lo del Coronavirus y la cosa, a nadie le puede extrañar que Pedro Sánchez no pueda dormir tranquilo. Pero quedan más de tres años de legislatura, tela, ¿eh? Y aquella confesión que le hizo el entonces candidato y ahora Presidente al incisivo Ferreras, no se si te acuerdas, en plena fiebre de la Sexta por promocionar un gobierno bicéfalo PSOE - Unidas Podemos: “Yo sería Presidente de Gobierno, pero no dormiría por las noches...”, es posible que desvelásemos que era sincera (o sea una excepción, je, tratándose de este señor), si cualquier año de estos, después de la pandemia, se filtra un diagnóstico del equipo médico de Moncloa de esos que, naturalmente, seguirán calificándose de bulo: “El Presidente padece de insomnio”

De todas formas, entre el Gobierno de coalición de UCD y este otro que por una parte yo qué sé y por otra qué quieres que te diga, hay diferencias que pueden cambiar el trágico final:

Una) Que Adolfo dimitió y a Pedro solo le sacan de ahí con los pies por delante.

Dos) Qué cuando lo de Suárez, teníamos la alternativa seria, esperanzadora y posteriormente fructífera de poder de Felipe González. Y no como ahora, con lo de Pedro, que tenemos una alternativa más negra que la mismísima Liga de fútbol

Y Tres) Que los ministros de aquella coalición, a los que peyorativamente llamaban “penenes”, eran talmente unos genios al lado de estos chicos y estas chicas que se reúnen en desconcertantes Desconsejos de Ministros/as.

Uno, el de entonces, acabó con “todo el mundo al suelo” Este otro, el de ahora, puede acabar con un horror de españoles haciendo cola en los comedores sociales. La coaliciones de gobierno, por lo menos aquí, en España, es que las carga el diablo. Esta ha sido la segunda, oye. Crucemos los dedos a ver si a la tercera, por fin, va la vencida. @mundiario

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