El Gobierno interino de Juan Guaidó corre el riesgo de extinguirse este 5 de enero

Juan Guaido, center, President of National Assembly and self-proclaimed interim president, Edgar Zambrano first Vice President, left, and Staling Gonzalez second Vice President, raise their hands to approve of daily order of business during a session of the National Assembly in Caracas, Venezuela, Tuesday, April 2, 2019. Venezuela's chief justice on Monday asked lawmakers of the rival pro-government National Constituent Assembly to strip Guaido of his parliamentary immunity, taking a step toward prosecuting him for alleged crimes as he seeks to oust President Nicolas Maduro.(AP Photo/Fernando Llano)
El simbólico presidente interino de Venezuela y presidente de la Asamblea Nacional, Juan Guaidó (centro), en una sesión del Parlamento venezolano en 2020. / El Nacional
Venezuela queda nuevamente a la deriva en un limbo de poder, en una depresión económica y aún en medio de una larga pandemia. Al líder de la oposición solo le queda un 15% de aprobación nacional.
El Gobierno interino de Juan Guaidó corre el riesgo de extinguirse este 5 de enero

La nación más inestable del hemisferio occidental entra en otra etapa de su conflicto. Los tiempos políticos en el país que hoy vive la crisis económica, política y social más profunda de América, avanzan inexorablemente hacia un punto de quiebre que aún se torna muy lejano, pero la realidad es que todo en Venezuela se ha establecido en un orden de facto: el Gobierno, las instituciones y la economía. Por ende, el poder es de facto en ambos lados de la balanza, solo que uno corre el riesgo de pasar a la historia más pronto que el otro. 

Después de que el mundo observara en 2018 cómo el régimen socialista de Nicolás Maduro se reeligió por seis años más en medio de la peor crisis multidimensional de la agitada historia venezolana, la comunidad internacional democrática volvió a darse cuenta de que Venezuela está secuestrada por una élite política que se ha adueñado del poder como un monopolio de intereses pese al desgaste que la población sufre desde hace seis años. Dos años y medio después, el 6 de diciembre de 2020, se consumó otro golpe a la democracia de ese país tras haberse minado el último espacio de legitimidad que quedaba; la fuente de la ley, la Asamblea Nacional. 


Quizás también te interese:

El Supremo de Venezuela declara ilegal la extensión de mandato de Guiadó


Y es que tras casi dos años de un marcado pulso por el control del Gobierno, que contra todo pronóstico sigue bajo el mando de Nicolás Maduro, la estrategia del actual líder de la oposición, Juan Guaidó, para mantener el control de la Asamblea Nacional de Venezuela a través de un equipo formado por la dirección del poder legislativo y otros 21 responsables de las comisiones permanentes se debilitó este lunes 4 de enero antes de comenzar y deja en evidencia el poco capital político que le queda, tanto a nivel nacional como internacional, para seguir midiendo fuerzas con el atornillado Gobierno de Maduro, sostenido por una élite financieramente privilegiada del alto mando de la Fuerza Armada. 

Con una aprobación interna de apenas el 15%, y a punto de perder el apoyo de su principal aliado político-diplomático extranjero -el presidente saliente de Estados Unidos, Donald Trump-, a Guaidó solo le queda esperar la decisión que tomará el presidente entrante de la mayor potencia mundial, Joe Biden, y el alto buró de política exterior de la Unión Europea, pues sin el respaldo que Washington y Bruselas le concedieron en 2019, el simbólico presidente interino (reconocido por 60 países), podría ser solo una figura mucho más representativa de lo que ya es sin capacidad política real para provocar una ruptura del estatus quo en Venezuela, es decir, una fractura militar que deponga a Maduro o sea garantía de un proceso de negociación para una transición que encamine al país en la solución de su extrema crisis económica y social.

En una sesión exprés del Parlamento, el dirigente opositor y presidente de la AN logró aprobar una ley que, como las otras más de 50 anteriores, quedó en el papel debido a la anulación que el Tribunal Supremo de Justicia impuso para bloquear su validez jurídica. Guaidó y sus aliados en la Asamblea Nacional crearon una especie de estatuto parlamentario para prorrogar la continuidad de su mandato al frente del Parlamento a pesar de que este martes 5 de enero el chavismo tomará posesión de la nueva Asamblea, elegida en diciembre sin la participación de la gran mayoría de las más populares fuerzas opositoras a Nicolás Maduro y en medio de cuestionamientos de las principales instancias internacionales, como la Unión Europea, la Organización de Estados Americanos, organismos electorales de varios países y ONG dedicadas al monitoreo de elecciones en todo el mundo. 

Dos diputados clave en el apoyo de los cuatro partidos más grandes de la oposición venezolana, que en 2019 le dieron un espaldarazo a Guaidó, hoy han decidido apartarse de sus cargos como legisladores en un claro rechazo a que el líder opositor continúe como presidente del Parlamento y, por ende, como presidente interino del país. Stalin González, del partido Un Nuevo Tiempo, y Marialbert Barrios, de Primero Justicia, así como varios legisladores del centenario Acción Democrática -el partido político más antiguo de Venezuela- le retiraron su apoyo al que un día llegó a ser una joven promesa de una futura era post-chavismo. Esto implica que Guaidó solo contaría políticamente con el apoyo de sus aliados en el radical Voluntad Popular, su partido, que fue fundado por su mentor Leopoldo López, hoy exiliado en España.

Sin un apoyo sólido por parte de la Administración de Joe Biden, más proclive a negociar con Maduro los alivios de algunas sanciones financieras que a profundizarlas como hizo su casi predecesor Donald Trump, y con Europa indecisa en reconocerlo solo como líder opositor y no como presidente interino, a expensas de menos sanciones de la UE sobre el régimen, entonces la plataforma de fuerza con la que Guaidó podría intentar inducir otra ronda de presión sobre Maduro para llevarlo a una mesa de negociación del poder, se diluye en la estela de lo que podría quedar solo como una especie de “gobierno interino” en el exilio si el “presidente encargado saliente” es perseguido por el Gobierno chavista una vez que pierda su inmunidad este martes como presidente del Parlamento automáticamente con la instalación de las fuerzas socialistas en el Palacio Federal Legislativo en Caracas.

Con innumerables denuncias de corrupción en su equipo de asesores, que empañan más su ya opaca gestión de los recursos financieros del Estado venezolano represados en bancos internacionales por las sanciones de Estados Unidos, más de 5.000 millones de dólares junto a los US$15.000 millones de valor que posee la filial petrolera Citgo (confiscada por Washington), Guaidó podría perder también el colchón financiero sobre el cual asentó su arquitectura monetaria para costear las giras internacionales que realizó en busca de apoyo diplomático de presión sobre Maduro, e incluso para garantizar su propio bienestar económico, así como el de su familia y sus más cercanos aliados políticos. Venezuela queda nuevamente a la deriva en un limbo de poder, en una depresión económica y aún en medio de una larga pandemia. @mundiario

Comentarios