A los Franco también les ampara el Estado de Derecho

Martiño Noriega. / Mundiario
Martiño Noriega. / Mundiario

Es lo que tiene el Estado de Derecho. Ampara por igual a los herederos de un dictador que a los sucesores o continuadores de quienes combatieron la Dictadura.

A los Franco también les ampara el Estado de Derecho

Se dirá que era solo la primera batalla de una larga guerra, pero lo cierto es que la han ganado los Franco. Y por goleada. Un juzgado de Primera Instancia de Madrid les da la razón, de pe a pa, en el litigio por la propiedad de dos estatuas del Maestro Mateo que reclama el Ayuntamiento de Santiago. La sentencia es un varapalo para el concello que preside Martiño Noriega, porque la jueza, además de no reconocer el "justo título" en base al cual las reclama, cree que está por ver que sean las mismas que formaban parte del Pórtico de la Gloria cuyo peristilo fue desmontado en el siglo XVI y que estuvieron en poder del conde de Ximonde y sus descendientes hasta que, en 1948, las adquirió el Consistorio compostelano.

Según se deduce de la resolución judicial, con la demanda no se aportó documentación suficiente para sustentar la reclamación, seguramente por no disponer de ella. Y es que han pasado años desde el lejano 1954 en que supuestamente Carmen Polo de Franco durante una visita a Compostela se encaprichó de ellas y, siendo quien era, hizo que se las llevaran primero al pazo de Cornide, en A Coruña, y posteriormente a Meirás. Dando por buena la adquisición de estas joyas del Románico por parte del Ayuntamiento, la jueza sostiene que ese acto no las convierte en bienes de dominio público, lo que impediría legalmente su compraventa. En cambio, los herederos del dictador no necesitan demostrar que son suyas, porque las tienen en su poder -las poseen- desde hace décadas, incluso las han cedido para exposiciones. Al parecer, el informe técnico que apoya la demanda municipal es de una verosimilitud "nula". O sea, una chapuza.

En el pazo de Raxoi no ocultan su contrariedad por el notorio revés judicial. El alcalde se mostró indignado, seguramente tanto por el fondo de la decisión del juzgado como por la forma en que su señoría desmonta la propia demanda, haciendo suyos todos los argumentos de los Franco. El Concello piensa recurrir, faltaría más, y confía en que otras instancias superiores le den la razón y de ese modo poder recuperar para la ciudad y para Galicia las estatuas. Sin embargo, según los que saben, es tan difícil como improbable que una Audiencia, un Tribunal Superior o el mísmisimo Supremo revoquen un sentencia tan contundente y fundamentada como ésta.  A Martiño Noriega le conviene ir haciéndose a la idea de que su Ayuntamiento puede salir estrepitosamente derrotado de esta contienda legal.

Es lo que tiene el Estado de Derecho. Ampara por igual a los herederos de un dictador que a los sucesores o continuadores de quienes combatieron la Dictadura. Bajo el imperio de la ley, si el Concello de Santiago no puede demostrar de forma fehaciente que las estatuas de marras eran suyas y que los Franco se las arrebataron y se apropiaron de ellas ilegalmente por ser quienes eran, los tribunales no le van a dar la razón, aunque ética o moralmente la tenga. En casos como este puede resultar hasta doloroso. Aún así se impone, por encima de todo, el principio de legalidad. Bien está que la Justicia sea ciega, lo que no se puede pretender es que mire para otro lado y menos aún que se coloque gafas ideológicas. @mundiario

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