El FMI alerta de que los mercados no toman en cuenta el cambio climático mundial

fmi
Una conferencia del Fondo Monetario Internacional (FMI) en Washington, Estados Unidos / Reuters.
“La mayor frecuencia y severidad de los desastres causados por el cambio climático es una amenaza potencial para la estabilidad financiera”, subraya el organismo.
El FMI alerta de que los mercados no toman en cuenta el cambio climático mundial

La economía mundial ahora se mueve por el empuje de los shocks que se generan en los mercados que controlan los grandes flujos de capitales del sistema global. Los tradicionales factores que las Bolsas de Valores tomaban en cuenta para determinar el rumbo de los circuitos financieros y de consumo con base en las ganancias, pérdidas y revaluaciones de las acciones de las empresas que mantienen activa la dinámica de consumo en los países, ya no son aquellos vinculados con el comportamiento cíclico natural de la economía, sino que ahora se han aislado de esos shocks externos para colocarse en una burbuja lejos del impacto social, político y económico de la pandemia de coronavirus. El FMI ha detectado una importante anomalía en el rol de los mercados en este nuevo período histórico de cambios en la dinámica de la humanidad. El cambio climático parece ser ineluctable.

Y es que las Bolsas se han desligado temporalmente de la macroeconomía. Los hechos indican que ahora se han conectado con la geopolítica para configurar el panorama financiero de los intereses monopólicos en la pirámide de poder que representa el sistema capitalista global.

Pese a la ola de malos datos económicos, los principales parqués mundiales han recuperado en las últimas semanas buena parte del valor perdido en el batacazo de los primeros días de pandemia. Las primeras semanas, verdaderamente negras, de la crisis sanitaria desplomaron el valor de las compañías debido a la caída de la demanda global y al temor que llevó a muchos inversionistas a sacar sus capitales del mercado para refugiarlos en los instrumentos financieros del dólar y los bonos del Tesoro de Estados Unidos.

La inundación de liquidez con la que el conglomerado de organismos financieros internacionales que controlan la mitad de toda la renta mundial al reinyectarla en el sistema en forma de créditos para multiplicar sus flujos y rendimientos a largo plazo, tal es el caso del FMI y el Banco Mundial, y la expectativa de los mercados, empresas y gobiernos de una mejora tangible en la crisis sanitaria —que ya estamos viendo, al menos en Asia y Europa— ha sido suficiente para alejar los peores presagios y abrir paso a una remontada parcial del sistema de generación de capitales con un evidente reacomodo de las estructuras que concentran el capital, lo acumulan y lo expanden para propiciar retornos de alto volumen.

Pero en un plazo más largo, es otra la asincronía que preocupa al Fondo Monetario Internacional (FMI): el valor actual de las cotizadas (las acciones bursátiles) no está reflejando los riesgos del cambio climático. La pandemia pasará, pero el calentamiento global permanecerá. De hecho, a medida que las empresas recuperan su valor en el mercado, las grandes transnacionales de la energía buscan expandirse y reactivan sus operaciones con más fuerza, más capital humano y mayor proyección a largo plazo, lo que socava aún más el ya deteriorado equilibrio de un ecosistema que hoy es asediado por un virus para el cual no existe todavía una vacuna.

“La mayor frecuencia y severidad de los desastres causados por el cambio climático es una amenaza potencial para la estabilidad financiera”, subrayan los técnicos del organismo en un estudio publicado este viernes.

Esto implica que un nuevo ‘cisne verde’ podría generar otro ciclo de desestabilización para la economía mundial. Así como sucedió con el coronavirus, la irrupción de mayores desastres naturales y un empeoramiento en las condiciones de vida de la humanidad por entornos más calientes y hostiles, tendría un impacto social que se traduciría, tal como ha ocurrido con la pandemia, en una descomposición total del frágil equilibrio que tiene el castillo de naipes de la economía global.

En las Bolsas, “un segmento clave” en la arquitectura financiera global, esos riesgos apenas están dejando huella: 2019 fue el año de explosión de la causa ambientalista, que resultó en una suerte de nueva idiosincrasia social y humana hacia el medioambiente al lograr un grado de compromiso civil y político nunca visto, pero los parqués se mantuvieron al margen de esa dinámica e hicieron caso omiso al hecho indispensable de que ahora el sistema económico de la humanidad debe evolucionar hacia mecanismos más verdes en la generación de actividad económica, capital y bienestar colectivo dentro de cada Estado del planeta.

“Las valoraciones agregadas de las acciones no parecen reflejar los riesgos físicos en varios escenarios del cambio climático”, afirman los economistas del Fondo en un capítulo de su informe de estabilidad financiera global dedicado íntegramente a esta cuestión.

“Una mejor medición y divulgación de la exposición (de las empresas) a los desastres climáticos son necesarias para que las valoraciones incluyan los riesgos derivados de la emergencia ambiental”, explica el FMI en su informe. Por lo tanto, si los gobiernos y las corporaciones que controlan la pirámide de poder global de la postmodernidad no ecologizan la economía, la mutación del ecosistema será inevitable, si no es que ya lo es, y su efecto sobre el sistema económico podría ser igual o peor al provocado por la pandemia de Covid-19.

Las señales son abrumadoras. La temperatura media global ha subido en 1,1 grados desde los niveles preindustriales, todo al calor del aumento generalizado de las emisiones de gases de efecto invernadero, según advirtió el FMI. @mundiario

Comentarios