Feijóo, un presidente ante pactos más que convenientes pero casi imposibles

Parlamento de Galicia. / TVG
Parlamento de Galicia. / TVG
El PP dispone de una amplia mayoría parlamentaria luego de obtener en las urnas del 12 de julio un holgado respaldo electoral con el que la ciudadanía refrenda inequívocamente la labor de la Xunta, tanto del presidente como de los conselleiros
Feijóo, un presidente ante pactos más que convenientes pero casi imposibles

Dadas las excepcionales circunstancias que atravesamos y el desafío que comportan, sería deseable que las tres principales fuerzas políticas gallegas alcanzasen al menos un par de grandes acuerdos de país en aras de eso que se da en llamar interés general. Que el abanico ideológico representado en O Hórreo se haya reducido sin duda los facilita seguramente en la misma medida en que pueda propiciarlos la ausencia de citas electorales en el inmediato horizonte. Tampoco viene nada mal la más que correcta relación personal entre Feijóo, Pontón y Caballero, tres dirigentes con una acreditada capacidad de diálogo, con un gran sentido de la responsabilidad y muy respetuosos de las instituciones en las que desempeñan su labor, sea gobierno u oposición.

Pero no hay que hacerse ilusiones. Feijóo no necesita los pactos y, bien mirado, a la oposición no le convienen. Ni ahora ni a corto plazo. El PP dispone de una amplia mayoría parlamentaria luego de obtener en las urnas del 12 de julio un holgado respaldo electoral con el que la ciudadanía refrenda inequívocamente la labor de la Xunta, tanto del presidente como de los conselleiros, todos los cuales fueron candidatos y consiguieron acta de diputado. Los votantes populares quieren continuidad en la forma de gestionar las políticas públicas, que no cabría modificar -y mucho menos desvirtuar- en lo sustancial, aunque sí se podrán y deberán perfilar en función de cómo evolucionen los escenarios en cada momento.

Al Benegá no le interesa estratégicamente la aproximación al PP que conllevan los acuerdos de país, que desde determinados sectores se podrían leer más en clave de derechización que de moderación. Buena parte de la clientela frentista no lo entendería, sobre todo si para alcanzar esos pactos los de Pontón deben renunciar a alguno de los aspectos nucleares de su proyecto político. Porque una cosa es hacer oposición constructiva y otra desdibujarse como punta de lanza de una alternativa de gobierno que nunca ha ocultado su aspiración a superar el marco autonómico y modificar sustancialmente la arquitectura institucional surgida de la Transición, incluida la forma de Estado.

Los movimientos de Gonzalo Caballero están demasiado condicionados por la necesidad de consolidar su liderazgo, cada vez más precario, al frente del Pesedegá. Sus detractores le han dado una tregua, pero van a pasarle factura por la "derrota" del 12-J. Él tiene asumido que debe marcar perfil propio si quiere que su partido recupere la posición de segunda fuerza en el Parlamento gallego. Desdibujarse pactando resulta aconsejable en una posición como la que ahora tienen Caballero y los socialistas gallegos en general. Eso sin contar con que Ferraz difícilmente vería con buenos ojos que su franquicia gallega, sin sacar ningún beneficio partidista, "gratis et amore", llegase a acuerdos con un PP que a nivel nacional no les da ni agua. Son las servidumbres del sucursalismo, esas de las que por distintas razones están libres Pepedegá y Bloque. @mundiario

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