España, un país sin diplomacia económica ni mediática

Irene Lozano. / Foro de la Nueva Economía
Irene Lozano. / Foro de la Nueva Economía

El problema de España en el exterior, que ahora Borrell centra en plantar cara al independentismo, aflora las carencias de su propia diplomacia y la osadía de Irene Lozano al frente de España Global.

España, un país sin diplomacia económica ni mediática

A diferencia de otros países, España no destaca por tener una gran diplomacia económica –comercial siendo más claros– en sus 215 representaciones por el mundo, que incluyen no solo embajadas, sino también consulados generales y misiones permanentes. Es un lastre –uno más– de su período autárquico, mayoritariamente franquista. Ha habido avances, especialmente notorios en la etapa de Felipe González, que abrió España a Europa y al mundo, pero queda todavía mucho por hacer para alcanzar los niveles de países como Francia o Alemania, cuyos diplomáticos y representantes en el exterior bajan a menudo a la arena para defender los intereses de sus empresas, ya sean grandes superficies comerciales o automóviles de todo tipo de gamas.

También es verdad que el desarrollo de jóvenes multinacionales españolas es un fenómeno acotado a cuatro o cinco sectores –banca, seguros, telecomunicaciones, energía y textil, básicamente–, por lo que la demanda de una gran diplomacia económica es reciente. Lejos de fijarse –y centrarse– en este aspecto, los dos últimos gobiernos se han preocupado por mejorar la imagen de España frente a los ataques del independentismo catalán, que con menos medios en el exterior logró dejar en mal lugar a España. Así lo reconoce el propio ministro Josep Borrell al encargar a unos 200 diplomáticos mejorar la reputación de España, bajo un plan que coordina España Global, orientado a desactivar posibles ataques desde el exterior.

¿Dónde puede estar su error? En varios aspectos. Uno, el más obvio, es que el problema de España en el exterior no está tanto en los ámbitos institucionales como en los periodísticos. Es verdad que ha habido pequeños incidentes con algunos gobiernos y alguna que otra decisión o discurso fuera de lugar pero esos contados episodios no exigen matar moscas a cañonazos.

El problema –real– está en que medios globalmente influyentes de países como EE UU o el Reino Unido cuestionan la política territorial española y eso traslada a las opiniones públicas un ambiente adverso para España como Estado y como país genuinamente democrático. ¿Van a hablar con esos medios los diplomáticos? ¿No será más bien eso un asunto que deben abordar políticos de gran talla y experiencia y periodistas reconocidos y fiables para medios como The New York Times, The Guardian o Le Monde?

Josep Borrell es probablemente el mejor ministro de Pedro Sánchez pero en esta materia tal vez se ha asesorado mal o alguien –su colaboradora Irene Lozano, amiga del presidente– le ha hecho los deberes con renglones torcidos. En su visión reduccionista –solo gubernamental–, Lozano parece ignorar que el término marca-país o country-brand surge de la necesidad que sienten los gobiernos y los sectores económicos –también culturales, sociales y deportivos– de construir una identidad propia frente a los mercados internacionales. 

Irene Lozano dice, por ejemplo, que “durante años” España ha jugado por “debajo de su potencial” en lo concerniente a dotarse de una estrategia que la “fortaleciese" como democracia y achaca ese supuesto lastre al hecho de que el país ha estado “varios lustros ensimismado y olvidando lo que España puede hacer en el mundo”. ¿Se refiere a la etapa del presidente Felipe González, en la que España tuvo su mejor imagen en el mundo, sin necesidad de ninguna España Global? ¿De qué está hablando Lozano y a dónde está yendo ahora Borrell? @J_L_Gomez

  

¿Acaso es así la nueva diplomacia española?

Para el titular de Exteriores, el “gran objetivo” de los independentistas es “internacionalizar” el “conflicto” territorial que sufre España, por lo que reprocha a “algunos” su pretensión de “ayudarles en esa confusión”, ya que “a río revuelto, ganancia de pescadores”. También cree que el independentismo busca “desesperadamente” dar la imagen de que en España “hay o va a haber una mediación internacional”. Con todo, concluye que “no hay un solo gobierno en Europa que no apoye al Ejecutivo”.

La secretaria de Estado para la España Global, Irene Lozano, suele decir que 40 años después de la aprobación de la Constitución, España puede presumir de ser una “democracia plena” que, “en muchos aspectos”, supera a países como Francia e Italia. Menuda diplomática que está hecha con esta odiosa comparación, incluyendo a Francia –el primer socio comercial de España en el mundo–, nada menos que la cuna de la libertad, la igualdad y la fraternidad. ¿Acaso es así la nueva diplomacia española? 

–––––––– PROTAGONISTAS ––––––––

> Pedro Sánchez, presidente del Gobierno.- Se supone que su proyecto España Global –antes, con Rajoy, Marca España– tiene como objetivo mejorar la percepción del país en el extranjero y entre los propios españoles. Los resultados y los encargos a los diplomáticos probarían más bien lo contrario.

> Josep Borrell, ministro de Exteriores.- Entre los socios de la Unión Europea, está convencido de que “a ninguno se le pasa por la cabeza un reconocimiento de la república catalana”, de modo que “el mundo sabe muy bien lo que está pasando”. Aún así, se va del ministerio con deberes pendientes.

> Quim Torra, presidente de la Generalitat.- Sus reiterados ataques a España, a menudo con mensajes en inglés, dio pie a que España Global haya impartido cursos entre los funcionarios desplegados en el exterior para entrenar sus  habilidades en las réplicas. ¿Basta con saber reaccionar?

> Irene Lozano, líder de España Global.- Sostiene que es “muy necesario” articular un relato de España hacia Cataluña –¿no será más bien un relato de España en Cataluña?– y traslada la responsabilidad a “esa mitad de la sociedad catalana que cree en España”. ¿Prescinde de la otra mitad? @mundiario

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