Distensión en la política española, por primera vez en dos años, con la mirada puesta en 2021

Pedro Sánchez. / Mundiario
Pedro Sánchez. / Mundiario
Los Presupuestos para 2021 serán excepcionales al levantar  Bruselas el filtro de la estabilidad presupuestaria y por  la aportación de fondos comunitarios. Del doble beneficio participarán las comunidades autónomas, lo que consigue el insólito milagro de la satisfacción general.
Distensión en la política española, por primera vez en dos años, con la mirada puesta en 2021

La política nacional vive las semanas más tranquilas de los últimos dos años, enfrascada en el debate presupuestario, tan aburrido como debe ser la buena política, lejos de sobresaltos. El Presupuesto, con el inevitable acompañamiento de las cifras, su origen y su aplicación al gasto, obliga a los dirigentes a un ejercicio de contención. No les priva de su probada capacidad imaginativa pero les acota el campo. Lejos de los debates sobre ideas abstractas o de trampas discursivas para antagonizar mejor, los debates presupuestarios obligan a hablar de algo tan prosaico como la realidad, las políticas sectoriales, las inversiones, las medidas tributarias, etc.

Los presupuestos para 2021 serán excepcionales  por la cuantía del gasto, consecuencia de sendos hechos externos ligados entre sí: la autorización de Bruselas para salvar las limitaciones de estabilidad presupuestaria y  la aportación de fondos comunitarios. De ese doble beneficio participarán las comunidades autónomas, lo que consigue el insólito milagro de la satisfacción general. Un obstáculo más para que la oposición eleve la voz demasiado.

En esas condiciones el trabajo fundamental del Gobierno, lograr una mayoría suficiente, es más fácil que nunca. Hay recursos para facilitar todos los pactos y disposición para allanar todos los obstáculos. De ahí el amplio espectro de apoyos que ha concitado. Desde Bildu hasta Ciudadanos, todo el variado abanico parlamentario se suma al Gobierno, excepto Vox y el PP. Una vez superada esta misma semana la votación de las enmiendas de devolución, un mero trámite dada la correlación de fuerzas, se entrará de lleno en la fase de negociación y pacto sobre las inversiones. Aquí todavía se pueden cerrar más acuerdos que favorecerán a los interlocutores más fuertes en detrimento de los más débiles. Entre los primeros, PNV, ERC y las comunidades de Valencia o Asturias, entre los segundos todas las comunidades populares quizás con la excepción de Andalucía.

Difícil papel para Ciudadanos

Ciudadanos, tratando de contrarrestar con titulares mediáticos su progresiva dilución electoral, desea pactar los Presupuestos para alejarse del PP pero no quiere que se note demasiado. De ahí las nuevas demandas extemporáneas y destinadas al fracaso. Es un partido con fecha de caducidad en las elecciones catalanas del próximo febrero y algunos de sus antiguos cuadros, comenzando por el propio Rivera, ya se están aproximando a los populares.

Por otra parte y también por primera vez, ha minorado la lucha política sobre la pandemia. El empeoramiento general de los contagios y la mejoría relativa de los datos de Madrid, está deparando un clima político menos crispado y más orientado a la gestión de los problemas, suficientemente serios. En ese ámbito la progresiva protesta pública de los sectores afectados nos recuerda que los efectos económicos de la crisis son acumulativos mientras que las ayudas aprobadas han tenido un carácter puntual excepto los ERTEs.

Finalmente, el silencio sobre la renovación de las instituciones reguladoras tras meses de combate dialéctico indica que algo se está hablando aunque se encuentre lejos el acuerdo. Todo suma para lograr esta paz infrecuente que no puede durar mucho. Las elecciones catalanas, tan importantes para el país y tan determinantes para la estabilidad del Gobierno, están a la vista. Por distintos motivos ocuparán la actualidad nacional e inevitablemente regresará el ruido. Hasta ese momento, la política española, por una vez, se parece a la suiza. @mundiario

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