'Después de un tiempo…': desde el escritor Jorge Luis Borges al político Albert Rivera

Albert Rivera.
Albert Rivera.

Es el tiempo de que tomen el poder los que han nacido después de la Constitucion, dice Albert Rivera, de Ciudadanos. ¿Tiene sentido su reclamo en esta España del 2015?

'Después de un tiempo…': desde el escritor Jorge Luis Borges al político Albert Rivera

Es el tiempo de que tomen el poder los que han nacido después de la Constitucion, dice Albert Rivera, de Ciudadanos. ¿Tiene sentido su reclamo en esta España del 2015?

“Después de un tiempo... uno aprende la sutil diferencia entre sostener una mano y encadenar el alma y uno aprende que el amor no significa acostarse y una compañía no significa seguridad, y uno empieza a aprender... Que los besos no son contratos y los regalos no son promesas, y uno empieza a aceptar sus derrotas con la cabeza alta y los ojos abiertos, …”. Así empieza su poema Jorge Luis Borges, que parecería que lo ha escrito para estos tiempos.

“El arte de gobernar es el arte de elegir a la gente que sirve", dice José Mujica en la presentación de un libro sobre su vida en Buenos Aires, escrito por dos periodistas. En ese caso, es urgente reorganizar la política española. Este país es un caos y de ello caben pocas dudas. ¿Procede apartar a los responsables? Sin duda y ya que no hay leyes y las que hay no se aplican, procede sacarles “a patadas de votos”  e impedirles seguir con este desaguisado a los que han conseguido que gobernar sea sinónimo de ineptos, corruptos y mediocres, pero ¿va eso ligado a la edad de sus protagonistas?

La pirámide poblacional nos dice que “los mayores” somos cada vez más y a medida que aumenta la edad media, disminuye el número de nacimientos. Un gran problema al que los actuales  políticos tampoco han sabido dar una respuesta. Y ahí vamos; a los políticos y la necesidad de “eliminar” politicamente a los que han nacido antes del 78 según una propuesta de Albert Rivera.

Aumenta la desigualdad,  fruto de la mediocridad e incompetencia

 

A cualquier gobierno que permitiera que la desigualdad aumentara en un país donde, según un informe de Intermon Oxfam, los 20 más ricos de España igualan los ingresos del 20% de la población pobre, más de 9 millones, habría que inhabilitarlo para cargo público por los siglos de los siglos… o por lo menos por un par de legislaturas. Parece claro, a nivel global, que las élites económicas “están secuestrando el poder político para manipular las reglas del juego económico” y que España es de los países más desiguales, como dice Intermón Oxfam en su último informe, donde denuncia  que "la desigualdad económica crece rápidamente en la mayoría de los países".

El propio Foro Económico Mundial considera que "esta desigualdad supone un grave riesgo para el progreso de la humanidad". Según sus datos, casi la mitad de la riqueza mundial está en manos de sólo el 1% de la población y la mitad más pobre de la población mundial posee la misma riqueza que las 85 personas más ricas del mundo.

El reparto de la riqueza siempre va a los mismos, y sólo en EEUU, el 1% más rico ha acumulado el 95% del crecimiento total posterior a la crisis desde 2009, mientras que el 90% más pobre de la población se ha empobrecido aún más.

Si en España el PIB se ha multiplicado por 4 en los 20 últimos años, ¿se ha multiplicado la riqueza de los españoles en la misma proporción? No, se ha empobrecido y ahora vendrán los economistas del sistema diciendo que efectivamente de 10 pollos hemos pasado a 40, el problema es que 39 se los come la misma persona… y no parece que por este camino se llegue a buen puerto, donde la sacrosanta libertad de mercado tiene prioridad sobre la vida humana. A los políticos que nos han traído hasta aquí, urge cambiarlos, no por edad, por incompetencia.

Hay algo que me ha sorprendido desagradablemente estos dos últimos años en los hombres de mi generación: la mayoría de los que han tenido o tienen poder son incapaces de admitir su fracaso y apoyar a la generación de sus hijos. Más bien tratan de boicotear su exigencia de intervenir en “su” futuro,  ese que nosotros les decimos que pinta negro; se rebotan y tratan por todos los medios de convencernos de que "no hay otro futuro" que el que en su mediocridad  plantean. No deja de sorprender que quienes más dicen apreciar las bondades de la empresa privada sean los que con más insistencia se instalan en la administración y viven de ella toda la vida. Urge apartarlos, no por edad, por su mezquindad y porque ellos carecen de la grandeza para irse.

Una nueva distribución de estudio, trabajo y descanso

 

Está claro que procede replantear la organización de trabajo, del estudio y del descanso. ¿Significa eslo que hay que “eliminar” a los “mayores” del mundo laboral y de la política cuando las expectativas de vida no paran de crecer? No, pero sí que hay que organizar su encaje en la sociedad de otra manera.

En un grupo de trabajo en los años 90 nos planteábamos el error que suponía que los primeros 25 años de la vida de una persona  se dedicaban casi exclusivamente a estudiar, los siguientes 40 solo a trabajar y el resto a descansar, cuando la edad media se había ampliado 40 años. La nueva organización debería ser intercalando los periodos de estudio, trabajo y descanso en periodos más cortos. Así se estudia/aprende a lo largo de toda la vida, un año sabático puede ser muy fructífero para luego desarrollar un proyecto laborar y el trabajo de esa manera supone un “trabajar para vivir” más que un “vivir para trabajar”.

“...Y uno aprende que realmente puede aguantar, que uno realmente es fuerte, que uno realmente vale, y uno aprende y aprende... y con cada día aprende…” El tiempo del destiempo, cuando lo que queda es claramente menos de lo vivido, supone hacer balance y también que nuestros hijos  y la sociedad en la que vivimos,  si sabemos hacerlo, partan de un escalón más alto. Nada como el poema de Borges explica lo que puede aportar “el tiempo”.

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