Secundum quid; el desprestigio de los másteres como estrategia argumentativa

Graduacion en la universidad. / RR SS.
Graduacion en la universidad

La defensa del mastergate se caracteriza por argumentos falaces que promueven el desprestigio de un nivel académico oficial, y por extensión, de las instituciones universitarias.

Secundum quid; el desprestigio de los másteres como estrategia argumentativa

Durante mi etapa universitaria, experimenté el mundo de los torneos de debate. En aquel entonces, la incipiente disciplina era frecuentada por estudiantes de derecho, destacando un joven Albert Rivera, y de ciencias políticas, los cuales buscaban desarrollar sus habilidades oratorias, entre las que se encuentran técnicas de evasión y dispersión. 

En el contexto político, muchas de estas tácticas y estrategias se transforman en; victimismo, sugerir conjuras judeomasónicas (enemigo externo), judicializar el conflicto para ganar tiempo, utilizar el argumentum ad hominem, evitar la respuesta mediante la formulación de una pregunta, mostrar indignación, o desviar el foco fabricando otro conflicto con el que atraer la atención.

La falacia Secundum quid es un sesgo basado en aplicar rígidamente una regla como si no existieran excepciones. 

No obstante, en el caso del mastergate, una de las estrategias más llamativas es la intencionada campaña de desprestigio que están sufriendo los másteres universitarios. Tratar de argumentar que es una formación sin mayor relevancia, que un TFM se presenta en 10 minutos, o lo más representativo, la justificación “muchos políticos mienten en su currículum” (sic), parece mostrar que no hemos comprendido ni el concepto ni la gravedad de lo acontecido.

Como es evidente, este tipo de argumentos los suelen esgrimir personas que no han cursado un máster universitario y, por tanto, desconocen totalmente su importancia, fundamento y funcionamiento. 

No obstante, cabe subrayar que Cristina Cifuentes representaba una rara avis en el panorama político, en el que destacaban sus habilidades sociales y sus mensajes categóricos en contra de la corrupción, erigiéndose como la nueva referencia política del país, aquella en la que debería reflejarse la sociedad. 

El problema no es el máster ​

El máster es lo más irrelevante. Lo que aquí se determina es la utilización de la institución académica más importante de un país, la Universidad pública, de manera fraudulenta y para un trato de favor.

No es cuestión de mentir o no en el currículum, ya que decenas de políticos de primer nivel lo han hecho, e incluso se han inventado carreras universitarias sin mayor trascendencia. Es más, a pesar de ello, algunos llegaron a presidir una comunidad autónoma o la vicepresidencia de un congreso.

¡Ni que fuésemos alemanes!. Recordemos al barón, empresario y brillante ministro Karl Theodor zu Guttenberg -el miembro más valorado del Gabinete de Merkel- que en 2011, con 39 años, dimitió bajo la acusación de plagiar el 20% de su tesis doctoral, presentada ¡hacía más de una década!.

El previsible candidato a la Cancillería afirmó ante el parlamento “Sí, cometí errores, graves errores que lamento. Pero no incurrí en plagio, ya que no hubo por mi parte intención de engañar". Todo ello bajo airadas acusaciones de "impostor", "mentiroso" y "ladrón" por parte de la oposición.

Incluso la Universidad de Bayreuth, donde el ministro había presentado su trabajo, le demandó por atentar contra la ley de propiedad intelectual y por falso juramento.

Former German Defence Minister and member of the Center for Strategic and International Studies (CSIS) Karl-Theodor zu Guttenberg listens to questions during a joint news conference with European Digital Agenda Commissioner Neelie Kroes, on the launch of Europe's

¡Los alemanes son unos exagerados¡. ¿Qué pasaría en España?. Probablemente argumentaríamos que una tesis doctoral es un mero trámite y que su función es acumular polvo en una estantería. Que la aprueba todo el mundo, que el tribunal es de libre designación y lo conforman amigos del director de tesis, los cuales asisten desde otras universidades para confraternizar y pasar un ameno día entre irrelevantes diatribas y circunloquios.

Análisis y reflexión​

Lo que es paradójico es que si el máster universitario, es decir, el grado superior al título, es cuestión baladí ¿Por qué una política de primera línea se juega su carrera, prestigio y credibilidad para cursarlo?. ¿Por qué un catedrático, al que le están sacando los colores, pone en jaque su carrera con evidentes irregularidades?.

¿Cómo un político, que es el primer interesado en seguir las normas y archivar documentos que lo demuestren, no tiene una sola prueba?. ¿Por qué hay varias profesoras de baja por depresión?. ¿Por qué es probable que una persona del departamento de administración y otras dos discípulas del catedrático se vean inmersas en un juicio vía penal?. Pues para ser una formación de trámite, menudo retorno de inversión. 

Pues bien, como parece evidente, lo realmente grave no es si existe o no un un TFM o si las asignaturas fueron aprobadas de forma irregular. La gravedad del asunto radica en la presunta falsificación de documentos públicos, las presuntas mentiras de un político de primer nivel, pero sobre todo, el desprestigio de una institución que cuesta miles de millones de euros a los españoles.

A todo ello le debemos sumar un intangible incalculable como es el esfuerzo de cientos de profesores y alumnos - la Universidad Rey Juan Carlos cuenta con más 40.000 matriculados- que invierten sus recursos, esfuerzos y varios años de sus vidas en formarse al más alto nivel. Precisamente los valores de formación, honestidad, igualdad de oportunidades y meritocracia que inculcan a la mayoría de las personas desde la infancia y que ahora parecen ser argumentos falaces.

El objetivo de la educación es la virtud y el deseo de convertirse en un buen ciudadano. Platón

 

Es decir, no está en juego la carrera de una política, a la cual, en su caso, como indican los usos y costumbres, ubicarán en un puesto altamente remunerado en cualquiera de los cientos de organismos públicos existentes, como eurodiputada o en un consejo de administración del IBEX. El verdadero daño es el que sufre una institución como la universidad, los profesores, los cientos de miles de universitarios y, por extensión, toda la sociedad. 

Es evidente que ninguno que tratan de devaluar los másteres universitarios han cursado alguno para saber a qué se refieren. Por eso, aquellos que sí obtuvimos el grado máster, tenemos otra opinión más objetiva y estamos absortos ante este tipo de argumentos.

Asimismo, sabemos lo que son las falacias de generalización, aquellas que salpican a un colectivo sin tener fundamentos suficientes, ya que ni tan siquiera se tiene la capacidad de distinguir entre “másteres”, másteres y MÁSTERES.

Existen diferentes tipo de máster ​

Tipología I: Cualquier empresa de formación puede denominar máster a un simple curso, impartido por docentes a los que no se les exige ningún tipo de formación, con el fin de captar clientes ávidos de atajos. Así pues, en el mercado podemos encontrar cientos de másteres on line desde 300 €. Incluso existen escuelas de hostelería que ofrecen másteres en enología, sosteniendo que habilitan como enólogos profesionales, cuando en realidad para ejercer esa función, legalmente regulada, es imperativo ser Grado o Licenciado universitario en enología, una titulación con elevada carga científico-técnica.

También existen decenas de escuelas de negocio, muchas de ellas on line, que ofertan másteres para los cuales no es necesario ningún tipo de titulación universitaria previa. Así pues, podemos encontrar a personas que partiendo de una formación elemental, por ejemplo la ESO, se podrían convertir en máster en recursos humanos, máster en coaching (o similares) en 300 horas.

También podemos encontrar escuelas de negocio que ofertan "excutive MBA" y, paradójicamente, los alumnos no tienen aún experiencia profesional. En procesos de selección de personal que he desarrollado, me llamaban la atención estos CV, los cuales contravienen el concepto "executive MBA", para los cuales las entidades serias exigen formación y una década de experiencia profesional de cierto nivel. También podemos encontrar másteres en finanzas para los cuales no solicitan ninguna titulación previa. Otro debate sería la credibilidad de este tipo de másteres en el mercado.

Tipología II. Másteres de universidades bajo el formato de titulación propia, es decir, no oficiales. Suelen ser laxos, con carga lectiva moderada -viernes y sábado por la mañana-, y precios que rondan desde los 5.000 € a los 9.000 €. Están destinados a titulados universitarios y son una buena fuente de financiación para la universidad, departamento y profesores.

Tipología  III. Escuelas de negocio de cierto nivel, en el que los másteres tienen una carga lectiva moderada, de 400 o 500 horas, ya que suelen estar enfocados a personas que trabajan. Combinan profesores de corte académico con otros de corte profesional y cierto prestigio, lo cual aporta un valor añadido. Aquí nos encontramos escuelas medias y escuelas de prestigio. En este último caso, además de titulación universitaria, es necesario superar un proceso de selección, así como el pago de una matrícula que en algunos casos puede superar los 90.000 € por un MBA.

En el caso de EE.UU., algunos másteres pueden superar la barrera de los 140.000 USD, destacando los másteres de las universidades pertenecientes a la Ivy League (Liga Ivy o Liga de la Hiedra) así como los MBA de Stanford, Booth-Universidad de Chicago o Wharton – Universidad de Pennsylvania.

En Europa, el GEMBA que imparten la London Business School y la estadounidense Columbia Business School en Estados Unidos, Reino Unido y China o Hong Kong asciende a 144.000 dólares, y el que organizan conjuntamente la New York University, la London School of Economics y HEC Paris, que transcurre en Estados Unidos, Reino Unido, Francia, China e India, tiene un coste de 140.000 euros.

Tipología IV. En este apartado nos encontramos los másteres universitarios (conocidos también como oficiales). Estos másteres están aprobados y supervisados por la Agencia Nacional de Evaluación de la Calidad y Acreditación (ANECA) y son impartidos por doctores universitarios en las diferentes áreas del conocimiento. 

Los actuales estudios universitarios europeos siguen la clasificación anglo-americana y se dividen en tres niveles grado, máster y doctorado. Así pues, hablamos de una formación superior al grado y que en algunos casos puede llegar a los dos años, 120 ECTS, o sea más de 3.000 horas de dedicación a un elevado nivel, e incluso tener atribuciones profesionales, como por ejemplo, los másteres en ingeniería.

Los másteres de 60 ECTS (unas 1.600 horas de dedicación), cuentan con unos requisitos de acceso, comenzando por el expediente académico y una titulación universitaria relacionada. En el caso de los másteres presenciales, a los que es obligatoria la asistencia a clase -en muchos casos durante 4 ó 5 horas todos los días de la semana-, debemos sumar trabajos académicos individuales, de investigación, trabajos en grupo, resolución de casos en clase, superación de exámenes escritos, así como la elaboración de un Trabajo Fin de Máster

El Trabajo Fin de Máster (TFM)​

El TFM lo dirige un director-tutor y se desarrolla durante meses, considerándose una tesina. Es más, debido al actual concepto de tesis doctorales, muchas tesis se desarrollan a partir del TFM. 

El Trabajo Fin de Máster es una tesina a la que se dedican meses de trabajo, está sujeto a permanentes revisiones por parte del tutor y en muchas ocasiones dilata en varios meses la finalización del máster.  

Evidentemente, la presentación ante un tribunal académico no se hace en 10 minutos,como se trató de demostrar, sino que es una presentación ensayada, estructurada y PÚBLICA. Generalmente se utilizan medios de apoyo, como el proyector, y es necesario contestar con determinación y solvencia a las preguntas de todos los miembros del tribunal. Incluso existen escuelas especializadas en formación especifica para la presentación de trabajos fin de grado y fin de máster. 

En el máster universitario en dirección de empresas que cursé, había alumnos de cinco países. Algunos habían solicitado un crédito que devolverían a lo largo de cuatro años. También asistía, como alumno, un doctor ingeniero que era profesor titular en otra facultad. 

Por tanto, si se realiza una campaña de desprestigio contra los másteres con el fin de justificar determinadas acciones, sin diferenciar entre ellos, ni la importancia que tiene un máster oficial, estamos devaluando la universidad, la cual, con sus luces y sus sombras, es la más alta institución académica. Y en el contexto y perfil de país en el que nos encontramos, sinceramente, menoscabar la formación universitaria es lo único que nos faltaba. 

Biblioteca universitaria (3)

Por consiguiente, si caemos en este tipo de falacias, no tendrían sentido ni los programas académicos, ni las instituciones que los elaboran, ni los mecanismos de control, ni ya por extensión, la universidad. Y si ya tenemos un elevado coste formando titulados y que sean otros países los que obtienen el retorno de inversión, quitarle valor a la formación no es la estrategia más inteligente. 

En un permanente estado de lo que en psicología se conoce como indefensión aprendida, tendemos a olvidar que una de las mayores preocupaciones de la ciudadanía es la corrupción.

Tras el rescate, el saqueo de las cajas, las ingentes cantidades de recursos orientados durante más de un año para constituir el gobierno, el problema catalán, los presupuestos sin aprobar, la sensación generalizada del uso de la política para el enriquecimiento personal y que el índice Doing Business, -así como el Global Competitiveness Index del Foro económico mundial-, destacan la lacra de la corrupción en España como una de las mayores desventajas competitivas para la economía, es probable que justificar los indicios de corrupción y menospreciar la formación universitaria, no sea el camino más apropiado. @mundiario

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