El derecho a fumar en España

Fumar se pone cada día más difícil y doblemente caro, ya que a la tremenda carestía de las c
El derecho a fumar en España
Fumar se pone cada día más difícil y doblemente caro, ya que a la tremenda carestía de las cajetillas, ahora habrá que sumar las sanciones para los fumadores que infrinjan la normativa diseñada por el Ministerio de Sanidad, igualmente exigente con los propietarios de los centros de trabajo y de ocio que vulneren las restricciones. En apenas unas horas entrará en el Congreso de los Diputados un anteproyecto del Gobierno donde la generosidad con el fumador se reduce a considerarlo como un enfermo, eso sí, capaz de ser responsable y de cumplir las normas impuestas al tabaco. Una multa leve saldrá por 30 euros, que ahora parece poco, pero vienen a ser 5.000 pesetas. Y todo parece indicar que de estas normas no se librarán ni los vascos, porque aquí no hay autonomía ni cupo que valga.

Ser ex fumador concede cierta condición de experto en la materia. Y la verdad es que éstas y otras normas parecen excesivas para quienes aún siguen fumando, que aparte de ser malo para la salud no deja de ser un placer.

Si la cruzada contra el tabaco deriva en una campaña contra la libertad de los españoles, en vez de avanzar, habremos retrocedido. Y no vaya a ser que por querer correr –y recaudar—tanto, empeoremos las cosas. Se puede luchar contra el tabaco, pero con respeto a la libertad de los fumadores en zonas acotadas, donde tampoco se sientan unos apestados. El Gobierno de Zapatero puede apretarle las tuercas a los fumadores, pero debe garantizar que haya zonas donde fumar. Entre otras cosas, porque cabrear a la gente también es malo para la salud de todos.