La cultura española, sin valedores ni estrategias a largo plazo, ni dentro ni fuera de España

Primer desembarco de Cristóbal Colón en América (Puebla y Tolín, Dióscoro Teófilo). / @Museo Nacional del Prado
Primer desembarco de Cristóbal Colón en América (Puebla y Tolín, Dióscoro Teófilo). / @Museo Nacional del Prado

La cultura ha desaparecido del debate político en todos los niveles: estatal, autonómico y local. Y sin embargo de pocos recursos dispone España con tal abundancia, calidad y singularidad. En el momento actual, la cultura española, más fecunda que nunca en su historia, no tiene valedores.

La cultura española, sin valedores ni estrategias a largo plazo, ni dentro ni fuera de España

Una ola iconoclasta recorre el mundo. Bajo una presunta revisión de la Historia, monumentos públicos conmemorativos de personajes relevantes en su momento, están siendo derribados o profanados. Cristóbal Colón y Fray Junípero Serra, Churchill y Jefferson, Colbert y Washington entre otros son objeto de nuevas interpretaciones a la luz de valores de hoy. Ocurre en muchos países de forma más o menos espontánea. Un episodio local de racismo desata una movilización muy amplia donde se entremezclan sentimientos distintos pero con un denominador común, la revisión de hechos o tendencias del pasado.

La Historia siempre ha sido campo de confrontación ideológica. Los mismos hechos han sido juzgados de forma muy diferente en cada época, al menos hasta que se ha establecido un consenso básico entre los historiadores. Por otra parte, el  poder utiliza la Historia para promover una visión compartida que cohesione la sociedad. Lo hace con intensidad en algunos países, Francia o Estados Unidos por ejemplo. En otros, como España, con débil intensidad. Las instituciones culturales, con el Ministerio de Cultura a la cabeza, se han replegado hacia la mínima intervención, frecuentemente focalizada en Madrid. Tampoco en el exterior se percibe una línea estratégica dominante para fijar una imagen de la historia y la cultura españolas, a pesar de los numerosos organismos implicados. Parece faltar compromiso o voluntad.

Un ejemplo notable son las relaciones con los países americanos. En ambos sentidos. Como si la complejidad y riqueza de la historia y cultura de cada país fuese un tema menor.  La hueca retórica imperial del franquismo ha sido sustituida por el vacío. El desconocimiento del español medio sobre la realidad actual de los países americanos es máximo. Hay razones para pensar que lo contrario también es cierto.

En el momento actual, la cultura española, más fecunda que nunca en su historia, no tiene valedores. Las tensiones territoriales han confinado al Ministerio restándole legitimidad y liderazgo. Tampoco se ha sabido articular otra plataforma de encuentro más inclusiva y con recursos para una política a largo plazo. Es más, la cultura ha desaparecido del debate político en todos los niveles: estatal, autonómico y local. Y sin embargo de pocos recursos dispone España con tal abundancia, calidad y singularidad. Lo que debería de ser imagen del país y un activo relevante en la exportación, se encuentra sumido en crisis estructural boqueando para subsistir, preterido en las ayudas, marginado en el debate público.

Quizás parte del problema reside en la heterogeneidad del sector, donde coexisten industrias, como la editorial o la audiovisual, con las artes del espectáculo, las artes visuales o el patrimonio en toda su vastedad. Sería necesario crear alguna red o estructura de encuentro, unos Estados Generales de la Cultura capaces de proponer reflexión y estrategias para pasar de la queja a la respuesta. Para que la iconoclastia no deje solo un pedestal vacío. @mundiario

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