Conozco Catalunya, amo Catalunya, me duele Catalunya…

Vistas de Barcelona. / Pixabay.
Vistas de Barcelona. / Pixabay

El referendum dicen -¡vaya usted a saber ya!- que constituye la llamada democracia en su sentido más puro y estricto, y no tan mancillado ni prostituido como el que se está consintiendo. Como el que estamos consistiendo.

Conozco Catalunya, amo Catalunya, me duele Catalunya…

Tengo una hija a la que hace tiempo – siempre es demasiado - que no veo; que no beso; que no la acurruco ni le susurro al oído lo mucho que la quiero; lo mucho que la extraño; lo mucho que la pienso.

Cual copla del poeta cotidiano, no sé que será de ella lejos del cobijo clemente del hogar patrio. Hace más de un año ya que en casa no está mi pequeña. Dos o tres llamadas,  a cobro revertido, cada muchos meses con un «estoy bien ¿y vosotros?».

Me dolió la boca, la lengua y las palabras de tanto decirle lo malcarado que puede ser el mundo; lo ruin que puede llegar a ser la tribu.

Me cansé de musitarle templadamente lo difícil que anda por allá afuera la cosa del manduco y la cabaña. Hartazgo de intentar meter en sus mientes lo cómodo y pacífico que resultaba un lecho amable y un caldero caliente al que aferrarse cuando las hambres acuden y la bolsa anda vacía.

Dieciocho años cumplidos, uno más de cotejo y un «adiós, hasta siempre», que ya soy mayor de edad y necesito sentir cómo la lluvia me empapa para saber qué es lluvia, y que el Sol brille en mi piel  para saber que me quema. Que yo quiero vivir «para» vivir, no vivir «por» vivir , bajo auspicios ajenos por muy entrañables y protectores que fueren. ¿Me das tu Palabra de no impedirlo? Por favor, ¿me la das?

Ya la tienes. Resultaría vano cualquier impedimento. La Ley te ampara, como a todos. Ella te contempla y te abriga. De nada sirven mis temores ante tu ímpetu conquistador de terrenos inexplorados. El Sol solo será tu Sol si brilla en ti; la Lluvia solo será lluvia si te moja al caer; y los vientos de Levante no siempre te llevará a las tierras que ansías.

Uno sigue siendo- a honra completa- de esos viejos, y mal llamados, románticos que todavía creen en el valor inalienable de la “palabra dada y cumplida”. Y mi Palabra te fue dada… ¡Cúmplase! Y cumplida queda y así permanece.

Siempre que pienso en Paula- eso es inevitable, perpetuo y tierno– me hago las mismas preguntas que ,en su partida, me hacía Paula, cuando hablo, y hablan de Catalunya. Cuando Catalunya es vilipendiada o enaltecida por cada quien, según el pelaje. Y iempre me concedo las mismas : «Que no trafique el mercader con lo que un pueblo quiere ser». Por muchos vaticinios funestos y aciagos que les prodiguen.  

Si bien es cierto que muchas Leyes han sido legisladas por mor de no desgajar a la madre patria, también lo es que Catalunya ha tiempo cumplió una ‘mayoría de edad’ harto dilatada…: ’ mil años hace que el Sol pasa, reconociendo en cada casa al niño que acaba de nacer…’.

Y uno ni entiende ni desea entender, ningún arrebato fanático desde ningún bando ni criterio. Uno no es separatista ni empedernido unionista. Me limito a querer saber qué desea el Pueblo sin miedos ni prevenciones infernales ante un mal resultado para sus costillares en un supuesto y posible Referendum.

Algo (Referendum) que dicen- ¡vaya usted a saber ya!- que constituye la llamada Democracia en su sentido más puro y estricto y no tan mancillado y prostituido como el que se está consintiendo.

De hecho, son tantos y tantos los eufemismos empleados por esta clase de tipos que creen poder hacer y deshacer a su antojo, que uno ya duda de qué es un Referendum, Ley de consultas, un Pebliscito, o la mezcolanza de todos. Ni siquiera si son competencia del Estado, de Autonomía, Capitales y Municipios afines.

Y conste que creía saberlo, pero… ¡demasiados galimatías!

De lo que no me cabe duda alguna es de que, si un Pueblo - por mayoría absolutamente mayoritaria de los participantes en una votación a fin de determinar qué quiere ser y adónde quiere ir - decide solicitar una Consulta para ver si el deseo mayoritario es llamarse Nación en lugar de Comunidad… ¿a qué tanto temor a conceder tal solicitud?...demasiados mercaderes traficando con quehaceres ajenos que pueden mermar sus arcas.

Ni secesionista ni unionista. ¡Demócrata en su sentido más inmenso!

En los días que corren desde las últimas Elecciones Generales, he oído y visto desde el gallinero, a gente política tirándose de los pelos para conseguir el poder mediante Pactos- no hay otra, amigos-. He oído a Iglesias (Podemos), por ejemplo, decir que una barrera infranqueable (‘línea roja’, se ha dado en llamar tamaños eufemismos  a la hora de pactar con Sánchez (Psoe), es la realización inmediata de un Referéndum catalán. He oído como Díaz (Psoe) se ha hartado de decir que ‘de eso nada, ricura’; Page (Psoe) está dando tantos tumbos que ni siquiera logro saber cuál es su viento más propicio; y a todo (o casi) el Partido Popular clamando a los cielos clemencia por tanto pecador impenitente que osa querer saber qué quiere un Pueblo.

De igual forma y tiempo he oído recular a todos ellos, suavizando la imposición de tales barreras coyunturales (líneas rojas que se tornan rosáceas casi blanquecinas), diciendo publicamente , por los medios comunicativos que se les pongan a tiro, que…”bueno, que todo es moldeable, que hay otras prioridades, que…si no lo tomamos nosotros lo toman ellos y ¡eso sí que no! (¿se han dado ustedes cuenta que suele ser más importante para estos próceres la derrota del adversario que el triunfo propio?).

Conozco Catalunya. Amo Catalunya. Me duele Catalunya… casi como a Paula.

Dejémosle decidir su destino sin miedos, sin espantos, que nada quedará quebrantado: Todo aquel que no se decide a decidir por miedo está condenado al más pérfido de los fracasos.

Esperemos la decisión tomada y- de ser equivocada para ellos, lo que me resulta más que probable- que se alborocen en su estupidez.

Y, de arrepentirse en tal decisión, seamos misericordiosos y acojámoslos de nuevo en nuestro seno. Así dicen que dijo un tal Cristo en una de sus parábolas: El hijo pródigo.

Ni Mas, ni Puigdemont, ni Fernández, ni Anna Gabriel, ni Albiol, ni Sánchez Camacho ni la santa madre que los parió…

¡Tan solo el pueblo de Catalunya!

Y basta de historias. Y basta de cuentos – que escribió Celaya en sus postrimerías-. Que Todos queremos ser quienes somos y todavía llevamos cargas de Futuro.

Todo para el Pueblo pero con los Pueblos.

Demosles, pues, la Voz, la Palabra y el Derecho al equívoco.

Pero una Palabra concedida es sacra. No seamos de esos papanatas que te dicen, por ejemplo, “oye, si necesitas algo de mí, ni dudes un momento en decírmelo”. Pasa el tiempo, tomas esa Palabra y el diciente te manda de mano en mano, como si de un botarate te tratase, pasando tu “marrón” a otros que hacen lo mismo.

Repitiendo…¡que no trafique más el mercader con aquello que un Pueblo quiere ser!

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