Por qué el confinamiento dejará sin empleo a 11,5 millones de latinoamericanos este año

Un joven cargando una carretilla con cajas en Lima, Perú / diariouno.com
La fuerza y el capital laboral en América Latina se contraerán fuertemente, lo que reducirá la capacidad de generación de exportaciones de insumos y materias primas.
Por qué el confinamiento dejará sin empleo a 11,5 millones de latinoamericanos este año

La pandemia ha deteriorado y paralizado la dinámica normal del sistema de vida en una región del planeta donde su población se ha dedicado más a subsistir que a desarrollarse económicamente. En América Latina, la zona con mayor desigualdad y corrupción en todo el mundo, el coronavirus ha hecho más estragos sociales y económicos que sanitarios, aunque el sub-continente sea ya el epicentro mundial del brote, según la Organización Mundial de la Salud (OMS). El fantasma del desempleo aterroriza a los latinoamericanos, mientras que el confinamiento se hace cada vez más necesario en países como Brasil, Perú, Chile, Ecuador, México, Colombia, Argentina y Venezuela.

Y es que la recesión de la covid-19 alcanzará todos los rincones del continente americano este año con la única excepción de Guyana, donde los descubrimientos petroleros mantendrán la economía a flote. El resto de las naciones que componen la región desde su extremo más al norte en Tijuana, México, hasta el polo más austral (al sur) en Chile y en Ushuaia (Argentina), se producirá un efecto dominó que ralentizará y sacará de circulación los flujos de capitales que alimentaban el sistema social debido a la caída del consumo y al cese casi absoluto de la actividad empresarial producto del confinamiento derivado de la pandemia.


Quizás también te interese:

EE UU ya acumula 38,6 millones de desempleados en plena aceleración de la pandemia

El problema radica en que ese debilitamiento y descapitalización generalizada en las empresas, comercios y, por ende, causante de la escasez de dinero y de sustento en las poblaciones de la región, van a generar una destrucción de grandes proporciones sobre los mercados laborales de América Latina y el Caribe: más de 11,5 millones de trabajadores han perdido o perderán su trabajo este año y pasarán a engrosar las listas del desempleo en la región, según los cálculos presentados este jueves por la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal) y la Organización Internacional del Trabajo (OIT).

Esto implica que la fuerza y el capital laboral en América Latina se contraerán fuertemente, lo que reducirá la capacidad de generación de exportaciones de insumos y materias primas a los mercados asiáticos y occidentales que, con sus flujos de capital e inversiones, retroalimentan al sistema socioeconómico y a los Estados latinoamericanos, que en su conjunto, todos, dependen de los circuitos financieros y de consumo de los grandes mercados globales; los de Estados Unidos, Europa y Asia, en especial China.

“Los 26,1 millones de desocupados de cierre de 2019 (cuando el paro también creció, aunque en mucha menor medida) subirán, así, hasta los 37,7 millones a finales de este año, un ejercicio marcado por la crisis sanitaria del coronavirus y en la tasa de desocupados pasará del 8,1% al 11,5%”, según se desprende del informe de la Cepal.

Esta distorsión de las endebles economías latinoamericanas se da en una región deteriorada por la desigualdad, que ha generado inestabilidad y masivos focos de tensión política en países como Ecuador, Chile, Bolivia y Venezuela. Otro factor que incrementa la dificultad de la vida en América Latina es la falta de renovación de los sistemas educativos, el poco acceso e inserción en los mercados laborales prósperos y la ausencia de los seguros de desempleo, lo que obliga a los Gobiernos a activar política de subsidios que no sostienen a la población y generan crisis fiscales que afectan el crédito a las empresas y atizan el círculo vicioso del desempleo.

Pero, por si fuera poco, más de la mitad de la población se desempeña en la informalidad y los pocos grupos sociales que mantienen sus ingresos por continuidad laboral, pagos de salarios en confinamiento o el teletrabajo, un verdadero lujo en una región con poco acceso a la tecnología y al Internet, captan la mayor parte de los flujos de capital en dólares que ayudan a preservar el poder adquisitivo al margen de las devaluaciones de varias monedas latinoamericanas por las crisis de sus gobiernos.

“En medio de la mayor contracción del PIB regional desde la década de los treinta del siglo pasado y tras siete años de muy bajo crecimiento, estas proyecciones de aumento del desempleo son incluso conservadoras”, dijo la secretaria ejecutiva del brazo de Naciones Unidas para el desarrollo económico del bloque, Alicia Bárcena.

Esto implica que se avecina una nueva ola de desempleo mucho más fuerte a medida que el confinamiento comienza a ser la única estrategia de los gobiernos latinoamericanos para evitar el colapso de sus sistemas sanitarios, dado que la inversión, los ingresos estatales y la actividad empresarial no contribuye a financiar seguros médicos, el bienestar social y un buen sistema de salud pública en países como Venezuela, Ecuador y Colombia.  

Y, según el organismo, ese efecto se va a traducir irremediablemente en un aumento en el número de personas en situación de pobreza, que subirá hasta los 214 millones (casi 30 millones más), lo que generará un esquema de deterioro socioeconómico progresivo encaminado al subdesarrollo de países que, hasta antes de la pandemia, estaban en vías de desarrollo, como Chile, Perú, Ecuador y Bolivia.

“Son números muy preocupantes, aterradores y son solo la punta del iceberg por la informalidad. Solo si conseguimos mantener el tejido social en hibernación, será más rápida la recuperación”, ha remarcado el director regional de la OIT, Vinicius Carvalho Pinheiro.

Según Bárcena, “la vuelta de la economía a la vida será lenta por miles de razones, pero sobre todo porque vamos a tener que coexistir con este virus, obligando a las empresas a adoptar un cambio muy profundo”. @mundiario

Comentarios