Cómo liberar tu cerebro

Mujer haciendo la compra. / Mundiario
Mujer haciendo la compra.
Un nuevo manual te ayuda a identificar los alimentos que te pueden traer mayor felicidad.

El buen vivir, si entendemos por ello llevar un tipo de vida que nos haga razonablemente felices, dependerá, en el futuro, menos de factores externos que del dominio socrático de la virtudes propias. Del orden y fuerza de nuestra personalidad para responder a las circunstancias que determinan nuestra vida sin depender totalmente de ellas.

Nunca hemos necesitado más parecernos al sabio estóico Epícteto, aquel “esclavo liberado” más famoso que Platón, maestro de patricios romanos, que en el siglo I antes de Cristo supo enfatizar la necesidad de no preocuparse más que de aquello que podemos controlar y dejarse llevar, en cambio, por aquello que no controlamos desde la libertad de quien nada necesita.

Dentro de las posibles respuestas y en un entorno generalizado de privación de gratificaciones y experiencias sensoriales, nuestra relación con los alimentos está constantemente en el orden del día. Posiblemente, para muchos, comer se haya convertido estos meses en la única satisfacción. Algo que hacemos desde el refugio de nuestros hogares, buscando pequeñas alegrías cotidianas y con un control completo de lo que nos da placer.

Pocos meses atrás, en España, los primeros datos sobre conductas alimentarias bajo el confinamiento arrojaban a las portadas de los diarios noticias para la media sonrisa, como el aumento en consumo de papel higiénico (no para comer, desde luego), patatas fritas, cervezas y vinos . Durante el primer confinamiento bajo la pandemia, al desplazarse el gasto de los bolsillos españoles hacia el hogar, bebimos más cervezas, comimos más legumbres, patatas, arroces, nos hinchamos a mandarinas, limones y manzanas, y nos lanzamos al consumo de vacuno y huevos.  Pero ¿qué se esconde tras estos datos de compra compulsiva?

Ya antes del estallido de la pandemia, el conocimiento emergente sobre nutrición y salud dictaba –en una sociedad obesa– estar atentos a mil y una alertas alimentarias para mantenernos a raya: microbiota, cerebro intestinal, dieta mediterránea, lucha contra el colesterol, alimentos como medicina y un largo etcétera de explicaciones sobre por qué y cómo lo que comemos influye en nuestro bienestar.

Pero si antes el objetivo era “estar en forma” (to be more fit), hoy las razones para comer mejor y hacer un uso razonable de los alimentos pueden ser otras. Nos va nuestra supervivencia como especie y la de cada individuo en particular para atravesar estos tiempos oscuros.

Además de la sostenibilidad ecológica y la necesidad de estar inmunológicamente fuertes en un contexto de transmisión comunitaria, hoy el riesgo ha de ser inmenso en todos los frentes que tocan directamente con nuestra salud mental. Ahora sabemos que numerosas enfermedades, desde la depresión hasta el Alzheimer, Parkinson, autismo, esclerosis y otros factores de riesgo para la mortalidad, tienen una conexión directa o se correlacionan con lo que comemos. Entonces ¿donde está el norte de la alimentación? ¿hacia donde debería apuntar mi brújula?

El Dr. David Perlmutter, autor del best seller del The New York Times Cerebro de Pan (2013) y ahora del más reciente Limpia Tu Cerebro (2020), aventura una cura de desintoxicación y distintos planes dietéticos en cada una de sus obras para adaptarnos a la necesidad de establecer un control consciente sobre nuestra dieta.

Estos libros llevan casi una década organizando en los Estados Unidos un “movimiento comunitario” para resistir la manipulación alimentaria (sus websites BrainRecovery o el más reciente BrainWashBook.com esconden un juego de palabras con la idea del “lavado de cerebro”). Recogen abundancia de datos y conocimientos nacidos de programas científicos y ensayos clínicos para ayudarnos a superar nuestras “adicciones” y las “conductas compulsivas” provocadas por la dieta. Otras experiencias, como la de la Clínica Mayo y su WellLivingLab.com, y numerosos estudios basados en epigenética, neurociencia, endocrinología o inmunología llevan décadas poniendo las bases para un cambio radical en el abordaje clínico de nuestro bienestar desde la nutrición y prevención antes que desde la medicina alopática.

A este movimiento global se suma el controvertido neurólogo con sus sabrosos libros que, de entrega en entrega, evolucionan –a veces de manera contradictoria– a través de distintas fuentes alimentarias de salud nutricional con incidencia sobre nuestros cerebros. ¿Pero es realmente posible prevenir enfermedades mentales a través de lo que comemos? No hay consenso científico absoluto sobre la credibilidad de muchas de estas teorías pero, por poco que hicieran por nuestras mentes las dietas renovadas por los adalides del movimiento nutricionista, no parece que mucho daño en si mismo nos puedan hacer.

La principal de nuestras mermas actuales, según Perlmutter, es la “desconexión cerebral” que los alimentos que actualmente consumimos producen. Una desconexión que lo es de nosotros mismos y de todo aquello que nos reconectaría con la vida y con lo que intuitivamente sabemos de la felicidad: pasear por la Naturaleza, mover nuestro cuerpo, encontrarnos con los demás. 

El efecto de este síndrome es ser más serviles con una estructura de impulsividad, inestabilidad emocional, sobrepeso, inflamación, narcisismo, violencia, malos hábitos o insomnio, que nos hacen sumamente vulnerables al consumo materialista y al secuestro tecnológico, restándonos toda posibilidad de éxito para alcanzar una felicidad real.  Adictos como estamos a nuestra dieta y a los mecanismos hormonales que ésta dispara, nuestro cerebro sapiens sapiens está produciendo un desarrollo exagerado de la actividad de la corteza prefrontal y del funcionamiento de nuestra amígdala en conexión con el miedo. El plan de Dr. Perlmutter es ayudar a sus lectores a desintoxicarse de sus perjudiciales hábitos alimentarios para restablecer una autonomía alimentaria y hábitos nutricionales propios de las personas libres, empoderadas y conscientes, en lugar de dependientes del azúcar, los carbohidratos o las medicaciones.

A medio camino entre la divulgación científica, el libro de autoayuda y el manual de recetas, los libros del Dr.Perlmutter se orientan hacia un plan de acción tanto como a la explicación racional basada en evidencias para que el lector gane en consciencia y referencias propias. Parte del problema de muchos de los actuales manuales de autoayuda o libros de nutrición es la ausencia de un enfoque no ya práctico sino humano y psicológico basado en el acompañamiento y el cambio de marcos cognitivos, posiblemente los únicos recursos que pueden catalizar un cambio efectivo en la conducta de los individuos. La figura del Health Coach o Food Coach puede ser entendida de muchas maneras, pero no deja de ser una variante pop del papel de los antiguos médicos, naturópatas, o nutricionistas. En este acompañamiento el Dr. Perlmutter y sus webs son tremendamente atractivos.

El reto es también el de un relevo generacional: ¿cómo traspasaremos a nuestros hijos la experiencia y el conocimiento adquiridos sobre las consecuencias de medio siglo de errores en nuestra bolsa de la compra al servicio del desarrollo de una industria del consumo alimentario casi tan peligrosa como la del tabaco? El Dr. Perlmutter ha escrito su último libro con la ayuda de su hijo y añade como nota autobiográfica la necesidad de “salvar su vida”. Sabemos que los millenials están apercibidos; incluso en países como los EE UU, han desarrollado ya una sensibilidad distinta a la de generaciones anteriores respecto a la comida vegana o los productos eco.

En España, dentro de nuestra debilitada posición como gestores globales de la pandemia, seguimos siendo referentes de unos modos alimentarios y un estilo de vida gastronómica que podrían resistir muchas de las peores tendencias detectadas en los meses pasados en cuanto al abuso de nuestra alimentación y los riesgos asociados que esto conlleva. El programa NAOS de la Agencia Española de Seguridad Alimentaria y Nutrición premia cada año los proyectos y programas de instituciones y agentes sociales que hayan querido tomar acción para alcanzar mejoras en cuanto a la alimentación saludable y/o la práctica de actividad física. Tomar consciencia de nuestras fortalezas como responsables de nuestra nutrición y tomar precauciones, en los hogares y las familias, desde los cuidados de cada padre, madre o individuo, hacia uno mismo y hacia los demás, es un paso esencial para no empeorar nuestra posición y situación. Y para ello la informativa lectura de advertencias como las del Dr. Perlmutter nunca sobra. Sí, liberemos nuestros cerebros, tanto de lo que estamos dispuestos a creer o saber, como de lo que nos alimenta. @mundiario

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