Comienza el curso político con una ofensiva generalizada contra la Presidenta de Madrid

Isabel Díaz Ayuso. / RR SS
Isabel Díaz Ayuso. / RR SS

Mientras, se generalizan las críticas a todas las autoridades educativas. El problema prioritario, que sería encauzar la recuperación económica mediante los fondos europeos y el Presupuesto, se retrasa. Se atiende lo urgente antes que lo importante, lo contrario de lo que se recomienda habitualmente al buen político.

Comienza el curso político con una ofensiva generalizada contra la Presidenta de Madrid

Concluidas las largas vacaciones del mundo político, a despecho de la segunda oleada de la crisis sanitaria, la comparecencia del Presidente ha marcado el comienzo del año. Muy en su estilo, ha repasado las actuaciones del Gobierno central y ha subrayado varias veces la transferencia de 2.000 millones de euros a las Comunidades para abordar el nuevo curso académico así como sus plenas competencias para gestionar la actual crisis sanitaria. Una verdad incompleta ante distintas actuaciones judiciales que ponen en cuestión los fundamentos de derecho que les sirven de soporte.

El Presidente ha hecho un ofrecimiento envenenado: que las Comunidades Autónomas interesadas soliciten el estado de alarma territorial, sometiéndose al debate del Congreso. Obvio es que allí se producirá, en su caso, una fortísima descalificación por parte de sus oponentes y sin garantía alguna de que sea votada favorablemente. La medida parece destinada a ofrecer una argumentación ante la propuesta del PP, más que a su ejercicio real.

Esto es así porque el objetivo principal es acabar con la Presidencia de Díaz Ayuso al frente de la Comunidad de Madrid. Medios televisivos o impresos de supuesto carácter nacional, dedican extensa cobertura diaria, salpicada de descalificaciones, hacia dicho Gobierno regional, a despecho de las cifras que presentan otros territorios. Incluso los sindicatos docentes convocan una huelga tras siete meses sin actividad lectiva, que no puede sino calificarse de política. Mientras los datos de otras Comunidades son presentados en términos relativos, los de Madrid, necesariamente mayores por su población, se presentan en términos absolutos. Al fondo, la posible moción de censura para lo que es necesario previamente que Ciudadanos, a la vista de la censura constante, abandone el Ejecutivo regional para no compartir su desgaste.

Por otro lado Sánchez se ha visto obligado a tirar de retórica para respaldar la presunta normalidad en el comienzo del curso académico, el mismo día que en alguna Comunidad se anuncia la semipresencialidad, caso de Cataluña,  en otras el retraso del comienzo lectivo, como en Madrid y en otras se reconoce que no es posible reducir grupos, presuntamente por la falta de profesorado, como en Galicia. Hasta donde hemos podido verificar, en ninguna Comunidad existe una información clara y oficial sobre las medidas adoptadas para garantizar la normalidad dentro de lo que cabe.

Hasta Podemos se ha sumado a las críticas abiertas a la Ministra de Educación por su falta de liderazgo, poniendo de manifiesto lo que es un secreto a voces: la mitad de los Ministros gobiernan estructuras vacías de competencias. Es el caso de Educación, pero también de Universidades, Consumo, Igualdad, Asuntos Sociales o Cultura, lo que explica que sus respectivos titulares tiendan a hablar de asuntos ajenos a su negociado o bien a huir de los focos. Lo peor es que una vez más la crisis muestra lo peor del Estado autonómico, la falta de estructuras de cooperación y la ausencia de objetivos compartidos.

Si a los dos problemas citados se añaden los problemas judiciales en torno a Iglesias que aunque no tengan demasiado recorrido procesal bloquean su discurso y lo obligan a dar explicaciones diarias cuando no a elevar a problema político sus asuntos personales, tenemos un escenario denso para las próximas semanas. Y en el horizonte las vicisitudes judiciales, imprevisibles, sobre el anterior Jefe de Estado, un problema potencialmente desestabilizador.

Así, una vez más, el problema prioritario que sería encauzar la recuperación económica mediante los fondos europeos y el Presupuesto, se retrasa. Se atiende lo urgente antes que lo importante, exactamente lo contrario de lo que se recomienda habitualmente al buen político. @mundiario

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