Los científicos descubren la mayor fuente de ondas gravitacionales registrada hasta ahora

Espacio. / Pixabay.
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La onda se deriva de la fusión de dos agujeros negros y sería la mayor captada hasta la fecha, de acuerdo con casi 2.000 científicos de 19 países que investigan los datos de ambos detectores.
Los científicos descubren la mayor fuente de ondas gravitacionales registrada hasta ahora

El universo y sus misterios no deja de sorprendernos. Dos detectores separados por miles de kilómetros captaron la misma señal que corresponde a la fuente de ondas gravitacionales más potente jamás observada.

Esta señal ha sido captada el 21 de mayo del año 2019 y apenas duró una décima de segundo. Luego de un año estudiando el patrón que esta característica vibración produjo en los haces de luz láser de los detectores LIGO, en EE UU, y Virgo, en Italia, ha permitido reconstruir la forma como se produjo este fenómeno, según recoge El País.

La onda se deriva de la fusión de dos agujeros negros y sería la mayor captada hasta la fecha, de acuerdo con casi 2.000 científicos de 19 países que investigan los datos de ambos detectores. El choque se produjo hace unos 7.000 millones de años, antes que la formación del sistema solar y la Tierra, cuando un agujero negro con una masa 85 veces superior a la de nuestro Sol chocó con otro equivalente a unas 66 estrellas solares.

Ahora bien, llama la atención de los científicos que con las leyes de la relatividad general y lo que se conoce de la física de las estrellas el fenómeno es imposible de explicar. Se trata del descubrimiento más importante en este campo desde que en 2016 se descubriera la primera onda gravitacional. Los agujeros negros son objetos tan densos que su fuerza de gravedad atrae cualquier cosa que caiga en sus fauces, incluida la luz, por eso son invisibles.

Tras el choque, estos dos monstruos se devoraron uno a otro y formaron un agujero negro con una masa de 142 soles. El resto de masa se transformó en energía que salió despedida en todas direcciones como la onda expansiva de una bomba que viajó a la velocidad de la luz curvando a su paso el espacio y el tiempo.

Los interferómetros láser de LIGO y Virgo, que funcionan como una red de pescar kilométrica hecha con haces de luz láser capaces de detectar vibraciones en el espacio-tiempo hasta 10.000 veces menores que el diámetro de un átomo, captaron la señal, ya debilitadísima, 7.000 millones de años después.

Asimismo, en el mundo de los agujeros negros hay dos grandes categorías. La primera la forman los de masa estelar, cuando una estrella muere y su cadáver se derrumba sobre sí mismo para formar el agujero negro. Estos no suelen superar unas pocas decenas de masas solares. La segunda clase son agujeros negros supermasivos, monstruos descomunales con masas de cientos de miles de estrellas como el Sol que se agazapan en el centro de las galaxias, incluida la nuestra.

Las incógnitas sobre esta onda son mayores que con las anteriores. Normalmente dos agujeros negros que acercan sus órbitas paulatinamente hasta chocar producen ondas que duran más tiempo y cuya frecuencia va aumentando en lo que los físicos de LIGO y Virgo denominan un “gorjeo”, que termina con un pico en alto.

Los científicos han traducido estas ondas a sonido para poder escucharlas en otras ocasiones. El gorjeo previo aporta gran parte de la información sobre las masas, rotación o distancia de los dos agujeros negros. En esta ocasión no se ha podido captar el gorjeo previo, solo el instante final de la fusión, una décima de segundo que oculta muchos de los detalles sobre qué la produjo y cómo, explica Font. @mundiario

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