Chile es un pueblo que sabe cuánto vale la democracia

Un chileno con su bandera. / H. C.
Un chileno con su bandera. / H. C.
En Venezuela sabemos que el llamado socialismo del siglo XXI ha sido la estafa más grande de la historia venezolana y seguramente de la historia de América Latina.
Chile es un pueblo que sabe cuánto vale la democracia

Hace unos días puse por escrito que ojalá el Pueblo chileno, merecedor de nuestro respeto y lleno de gente buena a quienes le agradecemos que hayan recibido a tantos hermanos venezolanos en su tierra, puedan encontrar una solución a un país más justo en democracia. Y hoy quiero ser enfático en eso, porque si hay algo de lo que cada venezolano debe convertirse en defensor, como consecuencia de lo que hemos vivido durante estos últimos años, es de la idea de que la Democracia no es algo que deba darse por sentado.

La democracia es, como ya se ha dicho tantas veces, la más eficaz y justa de las formas de gobierno que ha encontrado el ser humano hasta ahora. Y por eso debe cuidarse, actualizarse, vigilarse de manera activa en sus instituciones, en su independencia y en la necesidad de atender las necesidades de los ciudadanos con honestidad, eficacia y justicia. Y es responsabilidad de los liderazgos democráticos formar parte de ese cuidado, de esa especie de mantenimiento que evite que la pongan en riesgo. ¿Quiénes? Pues precisamente los enemigos de la Democracia quienes quieren verla morir.

Si algo sabemos en Venezuela es que, cuando las democracias no se cuidan, la demagogia y la corrupción se encarga de que las frustraciones terminen cediendo a la presión de quienes se benefician del odio, del reconcomio, del desastre. Entendido esto, quisiera invitar a quienes leen este espacio a acompañarme en el intento de comprender el contexto político y social de lo que se vive en Chile, prestando atención a sus particularidades y dejando de lado ese desvío que a veces nos lleva en creer que toda América Latina funciona de la misma manera.

No será sencillo, pero hagamos el intento. Vamos a partir de unos datos que compartió el destacado economista venezolano Leonardo Vera, alguien serio que durante años ha demostrado su compromiso con entender lo que pasa en la región. Según estas consultas, llevadas adelante en Chile con la intención de entender este fenómeno político y social actual, las razones principales que encuentran los chilenos para protestar son el alto costo de la salud (79%), las pensiones bajas (85,7%), los precios de los servicios básicos (86,3%), la desigualdad económica (85,2%) y los salarios de la clase trabajadora (87,1%). Además, el 83% de los entrevistados señala como la causa más importante de las manifestaciones el cansancio con respecto a las condiciones de vida y la falta de atención a las demandas sociales por parte de la dirigencia política.

La desigualdad en Chile es una realidad que ya se ha diagnosticado. Por ejemplo: en la edición del Panorama Social de América Latina de la CEPAL se demuestra que sólo al 1% más adinerado en Chile le correspondió el 26.5% de la riqueza en 2017, mientras que al 50% de los hogares con menos ingresos le correspondió el 2,1% de la riqueza neta del país.

Menciono estos estudios serios porque los datos que arrojan confirman que lo que sucede en Chile no se trata de un simple experimento polarizante. Tanto es así que, presten atención a este dato: el 72,3% de quienes se identifican como personas de derecha también están de acuerdo con las manifestaciones. Y esa proporción aumenta: el 83,6% está de acuerdo o muy de acuerdo con las manifestaciones, una cifra que en las clases más vulnerables aumenta a 86,5% y, cuando se agrupa por edades, los chilenos entre 18 y 30 años están de acuerdo en un 87,5%.

Y por eso acá quisiera hacer un alerta: he podido leer a muchos hermanos venezolanos que, marcados por el dolor de lo que estamos viviendo en nuestro país, usan argumentos como “¡Eso no es nada, comparado con lo que vivimos en Venezuela” o “¡Ustedes no saben lo que es tener razones para protestar de verdad!”

Debemos ser respetuosos y tener cuidado con esas percepciones. Primero: el hecho de que haya países como el nuestro, padeciendo condiciones crueles y sostenidas por el Estado, no le quita a los otros pueblos su derecho a defender sus derechos y manifestar su inconformidad. Incluso, quizás nosotros tardamos demasiado en empezar a hacerlo, apaciguados por aquella bonanza petrolera con la que el régimen calló tantas bocas y compró tantas consciencias. Y segundo: la historia del Pueblo chileno está marcada por una de las dictaduras más crueles en la historia y lograron salir de ella trabajando juntos, dándole una lección política al planeta y construyendo un nuevo destino para Chile. Ese destino que ahora unos violentos quieren aprovechar, como caldo de cultivo, para volver a instalar su estafa ideológica.

¿Por qué digo que los violentos quieren beneficiarse de todo esto? También por los números del estudio. Cuando leemos que el 90,5% de los chilenos está de acuerdo con elevar las demandas sociales con manifestaciones pacíficas, pero que sólo el 23,5% de los jóvenes entre 18 y 30 años están de acuerdo o muy de acuerdo con métodos violentos y delictivos como catalizadores del cambio, aparece el alerta.

En Venezuela sabemos que el llamado socialismo del siglo XXI ha sido la estafa más grande de la historia venezolana y seguramente de la historia de América Latina. ¿Y cómo se comportan los estafadores? Se mueven, buscando los mejores escenarios para sus mentiras. Y la violencia, el odio y la división son los escenarios preferidos por estos corruptos que celebran el dolor que vivió Ecuador, el crimen electoral que se llevó a cabo en Bolivia y los excesos en las calles de Chile.

Hermanos chilenos: en Venezuela nunca hubo tanta pobreza y desigualdad como ahora. Créanme que entendemos las razones que puede tener un Pueblo para protestar, pero cuiden su democracia. No pisen el peine de la violencia, porque son los personajes como Nicolás Maduro y su combo quienes celebran cada acción, cada fractura que viva la región.

La democracia está en un momento vulnerable, porque los ciudadanos sienten que votar no es suficiente. Y por eso necesitamos gobiernos capaces de rectificar y plantear nuevas políticas públicas exitosas, justas y humanas, capaces de vencer la desigualdad en los territorios más crueles.

Importante que, en medio de una circunstancia como la que vive Chile, el presidente Piñera haya tenido el tino de enviar un breve mensaje a su Pueblo, asumiendo que han escuchado y comprendido el mensaje de los chilenos y que trabajará en acciones que persigan la solidaridad y la justicia, mediante una nueva y exigente Agenda Social.

A Nicolás Maduro y a los totalitarismos demagogos del mundo no le importan los chilenos. A ellos, al socialismo siglo XXI, no le importa la gente si no el Poder.

Chile es un pueblo que sabe cuánto vale la democracia. Se evidencia en que mientras un 67% de los entrevistados indica que para superar la crisis se requiere mesas de diálogo y cambio de rumbo en las políticas públicas, sólo un 8% opta por la opción de la represión y la «mano dura». Ahí hay una responsabilidad social y política que se debe fortalecer.

Saben bien que la protesta pacífica es su derecho. Por eso estoy seguro de que saldrán adelante. Y espero que ustedes nos ayuden a que también llegue ese día para nuestra patria Venezuela, donde tantos de ustedes consiguieron refugio durante los años más duros de la dictadura. La democracia renacerá y será más fuerte. Trabajemos juntos para que suceda. ¡Dios bendiga a Chile! ¡Dios bendiga a Venezuela! @mundiario

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