Las cenas navideñas nos recuerdan que deberíamos celebrar más a menudo

Vecinos y amigos de San Cremenzo de Pazos, Zas
Vecinos y amigos de San Cremenzo de Pazos, Zas. / Mundiario

Irremediablemente estamos en tiempo de celebraciones, y digo irremediablemente no porque sea la sucesora de Scrooge o Grinch, sino porque es ahora cuando somos conscientes de que deberíamos juntarnos más.

Las cenas navideñas nos recuerdan que deberíamos celebrar más a menudo

Irremediablemente estamos en tiempo de celebraciones, y digo irremediablemente no porque me haya convertido en la sucesora de Scrooge o Grinch, sino porque es ahora cuando somos conscientes de que deberíamos vernos y juntarnos más a menudo, porque caemos en la cuenta de que el día a día nos devora y no deja que disfrutemos de reuniones como con las que abarrotamos este mes hasta caer en el empacho absoluto, literal y figurado.

La primera de este 2015 ya ha caído, la de San Clemente, la que me ha hecho reflexionar y darme cuenta del poco tiempo que le dedicamos a la gente que queremos, a la gente con la que nos divertimos, por culpa de las prisas con las que vivimos. Y esto no debería ser así, porque el tiempo pasa demasiado rápido para desperdiciarlo en rutinas en vez de pasar más tiempo disfrutando y saboreando buenos momentos como los que nos proporcionan cenas como ésta.

Presumo siempre de ser de San Clemente (San Cremenzo de Pazos) una pequeña parroquia de Zas. ‘Mi aldea’, mi refugio, el lugar donde encuentro paz, el lugar al fin y al cabo dónde están mis raíces. Una de las grandes virtudes de este rinconcito es su gente, sus maravillosos vecinos. Juntos formamos un grupo envidiado en toda a Costa da Morte por nuestra unión.

Es en esta época cuando caemos en la cuenta de que el día a día nos devora y no deja que disfrutemos más a menudo de estas reuniones

No me canso de escuchar las historias de mi abuela Narcisa sobre su llegada a San Clemente, dónde ya vivían algunos familiares y es que una de las curiosidades de este pueblo es que casi todos somos familia, el resto, también amigos.

Porque nos unen lazos de sangre, millones de travesuras, aventuras y casi todas las primeras veces, porque,  allí vamos quemando las etapas de la vida y afianzando relaciones, por las tradiciones que se esconden en cada casa, por los productos increíbles que da esa tierra, por infinitos pequeños detalles, San Clemente es único, y todo apunta a que así será por muchos años, porque afortunadamente, los más jóvenes, lejos de renegar del pueblo una vez que se marchan a la ciudad, siguen encontrando en San Clemente su hogar y su gente. Y lo encuentran también los ‘forasteros’, todo aquel que ha llegado a nosotros se ha sentido siempre querido y perfectamente integrado en el gran grupo que formamos.

El lugar elegido este año para la celebración navideña ha sido el restaurante Canta la Rana, en Buño. Menú clásico y abundante, ideal para grandes grupos y a un precio razonable.

Pulpo, calamares, croquetas, almejas, almejas y más almejas, cordero y ternera. Lo peor, la música. Somos un pueblo muy bailarín y se nos quedó corto el dúo. Pero como somos de los que bailamos con la música del telediario tampoco nos importó demasiado a los 69 representantes de las 80 casas de San Clemente.

Pulpo, calamares, croquetas y ensalada
Pulpo, calamares, croquetas y ensalada. / Mónica Martínez
Almejas a la marinera 
Almejas a la marinera. / Mónica Martínez
Cordero 
Cordero. / Mónica Martínez
Ternera gallega 
Ternera gallega. / Mónica Martínez

 

Un motivo más para celebrar otro @tasteat&enjoy.

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