El ladino diccionario de la Academia se escuda en el lenguaje paladino

Una entrada del diccionario.
Una entrada del diccionario.

Pretenden estos días, tras la presentación del nuevo Diccionario de la RAE, que “la lengua la hace el pueblo”, cuando deberían decir que el pueblo hace el habla, no el idioma.

El ladino diccionario de la Academia se escuda en el lenguaje paladino

Pretenden estos días, tras la presentación del nuevo Diccionario de la Real Academia Española, que “la lengua la hace el pueblo”, cuando deberían decir que el pueblo hace el habla, no el idioma.

Asentada la conclusión de que la multitud sea regla de la verdad, todos los desaciertos del vulgo se reciben como inspiraciones del cielo… Los ignorantes, por ser muchos, no dejan de ser ignorantes… Siempre alcanzará más un discreto solo que una turba de necios.” Así escribía el orensano Benito Jerónimo Feijoo, cuyo pensamiento mantiene todo su buen juicio crítico después de 250 años de su muerte, cumplidos el pasado 26 de octubre. El universal fraile, ilustrado en medio del oficio de tinieblas de su época, daba la bienvenida a los enriquecedores extranjerismos, pero advertía de que cuando el idioma nativo tiene voces propias, ¿para qué se han de sustituir por las del ajeno?

Pretenden estos días, tras la presentación del nuevo Diccionario de la Real Academia Española, que “la lengua la hace el pueblo”, cuando deberían decir que el pueblo hace el habla, no el idioma. Escudarse en “el lenguaje paladino, en el que el pueblo habla a su vecino”, no se sostiene, y menos cuando se tiende aceleradamente a guasapear, tuitear y feisbucar, lo que hasta cierto punto es admisible si se castellaniza fonéticamente, pero es que esos digitanglicismos se recogen en su ortografía de origen, aunque, “eso sí”, en cursiva. Ladino y no paladino, pues, ese diccionario que amenaza con ser el último en libro para pasarse al fantasmagórico ibuc. Nada de “democratización de la lengua”: demagogia de demagogias y todo demagogia.

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