Carta abierta a los militantes del PSOE en el momento presente

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Pedro Sánchez en un mitin del PSC.

Conozco a muchos socialistas que lo son de verdad. Por eso no comprendo este silencio de tantos que tengo la seguridad de que no pueden compartir lo que pasa, precisamente porque son socialistas éticos.

Carta abierta a los militantes del PSOE en el momento presente

Me dirijo a todos ustedes sin otra pretensión que intentar, quizá ingenuamente, que, si leen esta carta, reflexionen sobre la situación actual de su partido, sus contradicciones con respecto al ideario que se supone lo sostienen y a los principios y doctrina que lo construyeron. Y, sobre todo del modo en que, en contra de lo que afirmaban sus propios dirigentes, han llegado al Gobierno, cómo lo ejercen y como pretenden mantenerse en él.

Y en contra de la simpleza de acusar a quienes lamentamos la deriva del PSOE de ser o servir a la derecha, lo hago justamente desde la posición contraria, la de un ciudadano que ya era socialista y estaba implicado en la lucha por las libertades cuando el PSOE no existía por aquí, en tanto todavía Franco gozaba de buena salud. Soy un antiguo militante del Partido Socialista Galego, el PSG. La organización territorial del PSOE en esta comunidad, dada su tardía aparición en escena (y en primera fila de las manifestaciones autorizadas), hubo de bautizarse como PSdeG. Es decir, ponerse esa preposición porque los socialistas gallegos ya estábamos antes.

Quiero pensar que usted conoce los fundamentos en que se basa el PSOE. Que ha leído los escritos de los hombres que construyeron su compromiso y su doctrina, las conclusiones de sus congresos y, por ello, tiene una clara conciencia moral. Permítame dos citas: una de Largo Caballero, en el sentido de que a veces, un dirigente ha de decir a sus bases lo que éstas no quieren oír, y otra de Fernando de los Ríos, en el sentido de que para un socialista primero se ha de pensar en España, luego en el partido y finalmente en sí mismo.

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Carné del antiguo del PSG de Beiras.

En un momento crítico, un socialista sabe establecer prioridades, como nos enseñaba Besteiro y alguno de sus camaradas, considerados luego traidores, entendieron. Me refiero al trance que provocó la salida de la secretaría general del doctor Sánchez, cuando en lugar de entender que la mejor entre las peores soluciones que en aquel momento demandaba España era evitar nuevas elecciones y asumir la oposición con el realismo y la energía necesarios.

Yo no sé el valor que usted otorga a lo que se manifiesta enfáticamente, ni el crédito o la fiabilidad que a usted le merecen los dirigentes de su partido. ¿Cómo es posible –sin que el consorcio haya cambiado en nada– que el doctor Sánchez diga que “ni antes, ni durante ni después de las elecciones se pactará con el populismo de Podemos que lleva a Venezuela”? ¡¿Cómo entender que abunde en esa idea el dirigente de su partido Jordi Sevilla y se haga lo contrario? ¿Qué crédito dar a José Luis Ábalos, ministro de Fomento, que en enero de este año proclamaba que el PSOE nunca aceptaría los votos de los independentistas para llegar a la Moncloa porque están con la Constitución y ya se ha visto lo que luego sobrevino? ¿Es normal esta hipocresía, este cinismo del que el señor Ábalos es paradigma?

Promesas incumplidas

En la oposición, el doctor Sánchez urgió a la derecha a hacer pública la lista de beneficiarios de la amnistía fiscal y prometió que si llegaba al poder la conoceríamos. ¿Cumplió? ¿Qué clase de socialista moral es una persona que dice una cosa y hace la contraria o que promete un nuevo estilo de Gobierno, la regeneración moral de la política, y cuartea por todas las esquinas? No quiero citar otros vergonzantes episodios de su comportamiento público en apenas unos días. Y el partido que estaba contra la Ley Mordaza, nos anuncia otra propia o peor porque no le gusta que trasciendan asuntos que dañan su imagen, aunque sean verdad. Que eso no puede ocultarse.

Algunos de sus compañeros dicen que criticar al doctor Sánchez es ser de derechas y no querer la mejora de la sociedad, las libertades, los derechos de los trabajadores… Es tal simpleza que n o vale la pena responderla. Y hablando de trabajadores, ¿A usted le parece normal que en un partido que lleva la “O” de obrero, el secretario general de sus compañeros de Cataluña no haya trabajado en su vida, ni tampoco la mismísima portavoz del PSOE en el Congreso, ni tantos otros?  Para un socialista –escribe Sandro Pertini– la política es un instrumento para cambiar la sociedad, no un empleo o un modo de vida. Ya lo vemos.

De lo que hace su partido, la mayor de las traiciones al socialismo y su concepto, es la política con respecto a la región catalana. Y a ese respecto le sugiero que lea lo que escribía Prieto sobre la derechona vasca, sobre el nacionalismo católico del PNV, que es lo mismo, o lo que escribía Azaña sobre el egoísmo y la insolidaridad de Cataluña con la propia República.

¿Cómo es posible que un partido, que un dirigente socialista, que debe aspirar a que todos los ciudadanos sean iguales en todos los sentidos, esté dispuesto a otorgar a los vecinos de parte del territorio (los catalanes no son otra cosa que la españoles y extranjeros nacionalizados con vecindad civil, es decir, con residencia en aquella región) fueros, derechos, privilegios y exenciones diferentes tal y cómo quiere su burguesía mercaderil?

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Sánchez con los suyos.

Este no es, no ha sido nunca, no puede ser el ideario de un socialista. Desde luego nunca lo fue de los socialistas españoles, con sentido unitario de la nación, de la única nación. Vean el manifiesto de los socialistas ante la huelga general de 1917 y los escritos sobre España de Prieto. El PSOE nunca fue un partido federalista, concepto meramente administrativo para su organización territorial, pese a que la verdadera dirección siempre estuvo centralizada en Madrid. Me remito a la propia doctrina histórica con sentido de Estado e internacionalista.

No es que el doctor Sánchez traicione los principios que se esperan de un hombre de Estado, es que traiciona, ignora y mancilla los principios del socialismo.

Yo conozco a muchos socialistas que lo son de verdad. Por eso no comprendo este silencio de tantos que tengo la seguridad no pueden compartir lo que pasa, precisamente porque son socialistas éticos. Confío que usted sea uno de ellos. @mundiario

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