El autor más leído del mes de julio en MUNDIARIO fue Ricardo Serrano

Ricardo Serrano. / Mundiario
Ricardo Serrano. / Cedida. / Mundiario
Las informaciones relativas a la Covid19 siguen copando los medios de comunicación y la ciudadanía continúa demandando información al respecto por encima de otras cuestiones que consideran menores.
El autor más leído del mes de julio en MUNDIARIO fue Ricardo Serrano

Ricardo Serrano se convirtió el pasado mes de julio en el autor más leído de MUNDIARIO con su artículo sobre las nuevas informaciones de la OMS que puede leerse aquí.

— Pues parece que el verano no acabó con el virus...

— Pienso que este virus forma parte de un acelerado y volátil ciclo biológico que fue atizado por las condiciones climáticas y del ecosistema que la actividad industrial humana ha generado durante décadas. Esta pandemia, que es un evento que ocurre una vez cada 100 años, no es un brote expansivo de gripe común o estacional (por temporada o época del año) como ocurrió con la pandemia de gripe española en 1918 o la de gripe porcina en 2010. No. Es un patógeno del que aún no se conocen todas sus características genéticas y sus capacidades de mutación. El calor no tiene nada que ver con el coronavirus. Fijémonos en países con climas muy calientes como los del Medio Oriente (Irán, Irak, Siria, Libia, etc.). En esas naciones, e incluso en los países tropicales del Mar Caribe, como Venezuela y las islas inglesas y holandesas, ubicadas al otro lado del Océano Atlántico, el virus no ha desaparecido, de hecho, se ha avivado en Venezuela, en Europa con los rebrotes en España e Italia, incluso en países asiáticos como Japón y Corea del Sur. Ni el verano ni ninguna época climática del año erradicará este virus, eso lo hará el trabajo de la humanidad y de sus Gobiernos orientado a la limitación de la vida social masiva y dinámica en grandes aglomeraciones como solía ser la añorada vieja normalidad pre-pandemia. No soy epidemiólogo, soy periodista. Así que no lo digo yo, lo dice la propia Organización Mundial de la Salud (OMS).

— Afirmas en tu artículo que "Lo peor de esta crisis sanitaria no ha ocurrido, pues existe al menos un 70% de probabilidad de que surja una segunda ola de contagios, según las estimaciones de la comunidad científica internacional". ¿Cómo se puede enfrentar la población, en su mayoría mal orientados o informados por los políticos de turno, a esta pandemia?

— El punto clave de esta fase actual de la pandemia radica en tu pregunta: la política. El gran error de muchos gobiernos y grupos de poder es que han preferido politizar el coronavirus que humanizar su gestión de la crisis sanitaria. Veamos los casos de Donald Trump en Estados Unidos, Jair Bolsonaro en Brasil, Nicolás Maduro en Venezuela y, en menor medida, Pedro Sánchez en España. Todos estos presidentes, de una u otra forma, cada uno con su estilo particular, han hecho de la crisis de la Covid-19 un contexto o espacio público para ganar votos, apoyos sociales de la población y justificaciones a sus medidas autoritarias.

En EE UU, Trump prefiere preservar el funcionamiento de la economía bajo el costo de perder vidas humanas: “Esto es lo que hay”, dijo el presidente norteamericano al ser preguntado por un periodista sobre el riesgo de abrir la economía con más de 157.000 muertos a causa del virus. Bolsonaro insiste también en reabrir la economía de Brasil y en que los gobernadores de cada estado dejen de mantener aislados a sus habitantes, incluso después de haberse contagiado. En Venezuela, Maduro achaca el estado actual de la pandemia en el país a los inmigrantes venezolanos que regresan de Colombia y a una presunta conspiración del presidente colombiano, Iván Duque, para deportar a venezolanos contagiados de coronavirus a su país y desestabilizar la gestión del régimen chavista. En España, Sánchez se desmarcó irresponsablemente de una de sus funciones como jefe de Gobierno al decir que los rebrotes son responsabilidad de cada comunidad autónoma.

Entonces, aquí vemos que cuando los políticos están más enfocados en hacer política que en preservar la vida, el talento y el capital humano de sus países, se crea un vacío de información que los ciudadanos buscan llenar con información falsa (desinformación) sobre “remedios milagrosos” para curar el coronavirus, la supuesta eficacia de la hidroxicloroquina -que está comprobado por la ciencia que no sirve- contra la Covid (tomada y promovida abiertamente por Trump y Bolsonaro), o simplemente, no se informan y omiten voluntaria o involuntariamente las recomendaciones de bioseguridad para evitar contagiarse, saliendo a discotecas, plazas, bares y playas, como ocurre actualmente en España y Estados Unidos, sobre todo entre los jóvenes.

La mejor forma en que los ciudadanos pueden enfrentar ese vacío de información es siguiendo medios responsables y serios en las redes sociales, especiales para los jóvenes, y leyendo las recomendaciones de la OMS, así como de sus propios familiares con más alto grado de responsabilidad o, mejor aún, buscando los consejos de algún médico, enfermera o trabajador de la salud que haya en sus familias. Insisto, hay un virus peor que la Covid-19, y es el de la desinformación.

— La receta de la OMS es muy sencilla: "Donde las medidas de higiene son aplicadas, los casos bajan. Donde no son seguidas, los casos suben". Por lo que la pregunta es obvia: ¿por qué se siguen sucediendo estampas de jóvenes haciendo botellones, inmigrantes enfermos escapando de las autoridades, aglomeraciones en terrazas sin el uso de mascarillas, etc. etc?

— Porque la terquedad, el instinto de movilidad y la necesidad de socialización son elementos propios de la naturaleza humana. Los jóvenes, al ser la generación de relevo, tienen esa habilidad instintiva de salir a trabajar, recrearse, socializar y divertirse bajo el sesgo mental, psicológico y cultural de que son “inmunes” ante cualquier enfermedad, lo que no es cierto, dicho por la OMS. Los inmigrantes que escapan estando contagiados son parte de una espiral de crisis socioeconómica que los mismos sistemas y regímenes totalitarios de América Latina han creado bajo las promesas falsas y ficticias del socialismo; ellos escapan porque han emigrado de sus países para sobrevivir en otros, y al quedar aislados en el país que los acogió, temen caer en un estado de mengua física, mental, social, económica y sanitaria, peor aún, lejos de sus familiares.

Las aglomeraciones en terrazas, por citar un lugar como ejemplo, sin el uso de mascarilla (o tapabocas, como le decimos en mi país, Venezuela) son dinámicas estrecha e inseparablemente ligadas a la cultura occidental. Además, las sociedades han cometido el error de creer que cuando sus Gobiernos levantaron las cuarentenas nacionales, como ocurrió en España, Alemania, Francia y EE UU por estados, los ciudadanos comenzaron a salir a las calles a retomar el ritmo de sus rutinas como si hubiese una normalidad absoluta, lo cual está lejos de la realidad actual, pues el hecho de que un Gobierno desactive los confinamientos no quiere decir que el virus se ha ido y que la pandemia se acabó. Eso fue lo que detonó estos movimientos masivos en varios países de Occidente.

Las relaciones sociales y humanas son tan complejas que el proceso de la comunicación por simple ocio puede ser el detonante de masificaciones en la interacción civil, es decir, donde haya personas y confinamiento o cuarentena, la socialización será una necesidad casi tan vital como comer o beber agua. Esos factores son situaciones que ningún Gobierno ni la OMS pueden controlar más allá de la recomendación protocolar sanitaria. Mientras ese estatus quo permanezca, la pandemia seguirá latente en la humanidad. Es duro decirlo, pero es la realidad. @mundiario

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