Argentina se divide entre el liberal Mauricio Macri y el peronista Alberto Fernández

Foto del presidente Macri para Clarín de Buenos Aires. / Rubén Digilio, fotoperiodista despedido
Foto del presidente Macri para Clarín de Buenos Aires. / Rubén Digilio, fotoperiodista despedido
Gane Mauricio Macri o Carlos Fernández, el país exige grandes reformas internas que en el actual clima preelectoral es poco menos que imposible consensuar. Macri apela a los empresarios para salvar la economía pero “la Bolsa porteña no encuentra piso", alerta Fernández.
Argentina se divide entre el liberal Mauricio Macri y el peronista Alberto Fernández

El año pasado, Argentina recibió un crédito de casi 57.000 millones de dólares del Fondo Monetario Internacional (FMI), a cambio de alcanzar el equilibrio fiscal en 2019 y un superávit en 2020, pero su economía sigue en recesión desde 2018, con una de las tasas de inflación más altas del mundo –un 25% hasta julio– y más de un tercio de la población en situación de pobreza. No cumplió, por tanto, sus previsiones. Mauricio Macri apela a los empresarios para salvar la economía pero “la Bolsa porteña no encuentra piso", alerta Alberto Fernández, que aspira a relevarle como presidente. "El modelo económico de Macri –argumenta– generó recesión, pobreza y destrucción de valor en nuestras empresas más emblemáticas, con YPF en los valores más bajos de su historia”, escribió Fernández en su cuenta de Twitter.

Argentina es un país cinco veces más extenso que España pero con algo menos de población, en su mayoría concentrada en torno a Buenos Aires, su capital. La estructura porcentual de sus  cuentas públicas en términos de presupuesto no parece disparatada –gasta sobre todo en educación y sanidad– pero su problema está en que maneja cifras bajas –al menos para los estándares europeos–, consecuencia de un PIB reducido y de un presupuesto público más o menos proporcional. Y como no cubre sus gastos con ingresos fiscales recurre en exceso al endeudamiento, de ahí sus tensiones en los mercados donde se financia, lo cual dispara la inflación, a medida que sube el dólar, en la práctica su moneda de referencia. 

Por muchos intereses que Argentina pague por las cuentas en pesos, no basta con eso para tranquilizar a los inversores, y ahora mismo está en una situación límite, con  riesgo de colapso financiero; léase, de quiebra, con el dólar por las nubes. 

Ante este panorama, lo fácil es sugerir que Argentina debe hacer ajustes internos, empezando por gastar menos, pero en realidad Argentina tiene un problema de dimensión: su economía es pequeña para los niveles en los que se mueve. Debería producir más y exportar más; es decir, debería ser más competitiva y prepararse más para salir al exterior, a cambio de abrir sus mercados. Difícilmente arreglará sus problemas con ajustes empobrecedores de la población. 

La crisis argentina exige tiempo y ahora mismo no lo tiene, con el país en vísperas electorales y un duro enfrentamiento político entre los liberales de Mauricio Macri y los peronistas de Alberto Fernández.

La recesión económica del país, el cierre de empresas y la caída del consumo sigue destruyendo empleo privado, cuya merma se compensa con más puestos en la Administración, fruto de una estrategia que el Estado no podrá sostener de manera indefinida.

La receta peronista pasa por reactivar el consumo interno mediante subidas de salarios y jubilaciones, que vincula a un gran pacto de precios. “Y no le voy a pedir permiso al Fondo Monetario Internacional para hacerlo”, advirtió Alberto Fernández  en unas declaraciones al periódico The Wall Street Journal, donde a la vez dijo que quiere “atraer inversores extranjeros”.

El socio del FMI en Argentina es el presidente Macri, a quien Fernández acusa de dilapidar la ayuda financiera recibida, ya que los dólares que entraron se “evaporaron” en una fuga de capitales, al tiempo que el Gobierno quemaba sus reservas para contener la depreciación del peso, con el consiguiente incremento de la pobreza.

En este contexto, el FMI sigue siendo el protagonista –no deseado– de la campaña para las elecciones del 27 de octubre en Argentina, cuyo Gobierno busca extender los plazos para el pago de su deuda con la idea de reconquistar la confianza de los mercados y aliviar la presión cambiaria. Pero no parece que baste con eso, si no se hacen reformas estructurales. @J_L_Gomez

Sube el dólar, baja el empleo

En apenas un año, el dólar pasó de costar en 2018 unos 20 pesos argentinos a situarse esta primavera en el doble, por encima de los 40 pesos. Ahora ya anda por los 60 pesos –55,927 en el último cierre–; es decir tres veces más que en abril del año pasado. Simultáneamente, el índice de riesgo país supera los 2.140 puntos básicos, su máximo valor en 14 años. Ante este estado de cosas, el Banco Central ordenó un control de divisas limitado a la banca, que debe pedir autorización para enviar sus beneficios al exterior.

Producto de la recesión económica, la tasa de paro ya está en dos dígitos en Argentina –10,1%– y es la peor de la era Macri. Sigue siendo, por tanto, inferior a la española –del 14%–, pero inusual en Argentina, que en 2016 tenía un 8,5% de paro. Los salarios más bajos son ahora de unos 268 euros al cambio. En este clima, la Iglesia argentina ya ha solicitado al presidente Macri que declare la emergencia alimentaria. La pobreza, según la Universidad Católica, afectaría al 35% de la población. @mundiario

–––––––– PROTAGONISTAS ––––––––

> Mauricio Macri, presidente de Argentina.- ¿Ganará en octubre? De entrada, sufrió un importante revés en las elecciones primarias del pasado 11 de agosto frente a Alberto Fernández, que lleva como compañera de candidatura a la expresidenta Cristina Kirchner. ¿Volverá el peronismo?

> Alberto Fernández, candidato peronista.- “Presidente, no busque culpables fuera de su propio Gobierno”, se defiende el compañero político de la expresidenta Cristina Kirchner, tras verse acusado por la Casa Rosada de ser responsable de la última subida del precio del dólar y del riesgo país.

> Hernán Lacunza, ministro de Hacienda.- Obsesionado con garantizar la liquidez del sistema, necesita calma política y dólares. Lo primero no es fácil, a unas semanas de las elecciones presidenciales del 27 de octubre, y lo segundo, escasea, a pesar de los controles establecidos. 

> Cristina Kirchner, expresidenta de Argentina.- Alejada de la tensión financiera, se centra en hacer presentaciones de su libro, titulado Sinceramente. Suele mostrarse divertida, sin recurrir a las proclamas, dice un miembro del equipo de campaña del Frente de Todos que comparte con Alberto Fernández.

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