Apenas el 15% de los venezolanos están seguros de votar en las elecciones parlamentarias

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Un venezolano ejerciendo su derecho al voto en una mesa electoral en Caracas durante las elecciones de gobernadores de 2017 / El Nacional.
La crisis política de Venezuela es un juego de suma cero donde existe un estancamiento de la disputa por el poder en paralelo a un limbo social-económico. ¿Qué pasará en el país después de diciembre? Estos son los escenarios.
Apenas el 15% de los venezolanos están seguros de votar en las elecciones parlamentarias

El dilema que enfrenta Venezuela en medio de la peor crisis económica de su historia no es, al menos por lo que queda de este año, cómo salir de la debacle, sino sobre la indecisión de votar o no votar, que es el reflejo de justificar o no a un régimen autoritario percibido por la población y por una buena parte de la comunidad internacional como ilegítimo y bajo control de facto del país. 

Las elecciones parlamentarias que el chavismo configura a su medida, pese a que constitucionalmente corresponden para ser efectuadas en diciembre de 2020, no poseen las condiciones electorales, administrativas, políticas y logísticas que garanticen la imparcialidad y la transparencia del organismo que debería regular los comicios en una posición neutral, pero que en lugar de eso, mantiene una afinidad política, ideológica y financiera con el Gobierno; el Consejo Nacional Electoral (CNE).


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Entonces, tal y como había sido reiterado previamente en MUNDIARIO, ¿puede el Gobierno (de facto) de Maduro organizar unas elecciones donde el 60% de la población, como mínimo, podría abstenerse participar? Solo el 46,02% de la población votante participó en las cuestionadas elecciones presidenciales de 2018, en las que Maduro se adjudicó la reelección tras la inhabilitación de los principales candidatos opositores, la desproporción en la distribución de las máquinas de votación y los cambios súbitos en los colegios electorales hechos por el CNE. 

En esos comicios de hace dos años, el 54% de los venezolanos no votó. En los del próximo 6 de diciembre, ese umbral podría crecer al 60%. ¿Es posible que el régimen de Maduro se haga con su ansiado Parlamento para gobernar el país por decreto y leyes unilaterales con tan solo el 40% de la población? Todo esto tomando en cuenta que el 96% sufre pobreza de ingresos y el 70% vive en la pobreza extrema por la hiperinflación y la precariedad económica que el Gobierno indujo con total conocimiento de causa y efecto desde que Maduro llegó al poder en 2013 para suceder al ex presidente Hugo Chávez.

Unas elecciones muy dudosas

Las estadísticas potenciales de un proceso que podría terminar de completar el ciclo de dominio de Maduro y del chavismo sobre el Estado venezolano, han sido precisadas y aclaradas por un experto en la materia. Y es que reconocido analista político venezolano Luis Vicente León, presidente de la consultora estadística Datanálisis, puso sobre la mesa esa importante cuestión para el futuro del país. "¿Es cierto que el 40% de la población está dispuesta a votar? No. Sólo el 15% está seguro de participar en las elecciones parlamentarias del próximo 6 de diciembre”, planteó en una publicación a través de su cuenta en Twitter.

A principios de septiembre, según sondeos de Datanálisis, “un 40% de los venezolanos estaría dispuesto a votar en las parlamentarias sólo si se cambian las condiciones electorales”, explicó León.

"Sólo 15% está seguro de votar, que es la variable que se usa para proyectar participación", aseveró a través de la red social.

Esto implica que de un padrón electoral o población votante estimada que tiene el país de 20 millones de electores, solo 3 millones (15%) de venezolanos podrían acudir a participar en esos comicios, lo cual le daría un sesgo de ilegitimidad muy marcado a esas elecciones con mucho cuestionamiento y desconocimiento de la comunidad internacional sobre una potencial victoria prediseñada por el Gobierno de Maduro, pero dado que su régimen no acepta el escrutinio internacional, si la Unión Europea u otros observadores extranjeros viajan al país para supervisar el proceso y llegan a detectar irregularidades, ese sería un escenario muy contraproducente para el chavismo, que negaría toda colusión para hacerse con la mayoría del Parlamento y así terminaría de atornillarse en el poder.

Anteriormente, Luis Vicente León había señalado que “una de las principales debilidades de la oposición venezolana de cara a las elecciones parlamentarias es la fractura existente en sus filas, según reseñó el periódico nacional El Universal.

Los posibles escenarios en Venezuela después del 6 de diciembre

Entonces, mientras la oposición no logre generar cohesión entre las polarizadas alas de Juan Guaidó -simbólico presidente interino- y Henrique Capriles -exlíder principal y excandidato presidencial- no habrá una plataforma que tenga el capital político suficiente como para lograr una mayoría tan amplia que sea estadística y matemáticamente imposible para el aparato administrativo del buró chavista en el CNE y el Tribunal Supremo de Justicia prediseñar, insuflar o manipular las cifras del sistema de contabilización de votos según la infraestructura electoral creada por el régimen para garantizar su dominio en los circuitos de votantes donde tiene más influencia política, social y económica. 

El analista recalcó que “esta fractura es igual al fracaso de la elección”. “Creo que deberían replantearse las negociaciones internas”, recomendó. Sin embargo, esa negociación podría pasar no solo por la conformación de una estrategia electoral, sino también una estrategia complementaria que mantenga el esquema de presión como un mecanismo para crear la ruptura que debilite financiera y políticamente al régimen desde adentro para que así la oposición pueda sacar ventaja de esa eventual situación en dos escenarios: nuevas elecciones presidenciales o una negociación para la transición bajo factores diplomáticos de presión y mediación de Estados Unidos y la Unión Europea. 

Sea como fuere, la crisis política de Venezuela es un juego de suma cero donde existe un estancamiento de la disputa por el poder en paralelo a un limbo social-económico en el que la población se desgasta en una espiral indefinida de precariedad, miseria, pobreza, hiperinflación, devaluación y un alto costo de la vida al extremo. @mundiario

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